El Final del Juego

“Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”.

Mateo 5:5 y Salmos 37:11

Don Fanning

Branches Publications

Pensacola, FLA

2019

Copyright @ 2019 por Don Fanning. Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, distribuida o transmitida en cualquier forma o por cualquier motivo, incluyendo fotocopiado, grabado u otros métodos electrónicos o mecánicos, o en cualquier depósito de información y sistema de recuperación sin previo permiso del Editor, excepto en caso de muy breves citas incorporadas en revisiones críticas y que contienen otros usos no comerciales permitidos por la ley de derechos de autor.

Prólogo

Todos queremos saber qué puede dar significado a la vida en un mundo secular sin sentido. Una manera de saberlo es conociendo el final del juego o hacia dónde está dirigiéndose toda la historia. Este es uno de los mayores beneficios de conocer la Biblia. Sabemos qué es lo que va a suceder, y especialmente, qué nos va a suceder a nosotros.  

Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).  Como la fuente de Verdad, Jesús es el único que puede decirnos lo que pasará después de la muerte, qué es lo que la resurrección hará a favor de nosotros, y cuáles son Sus planes para el futuro, porque Él ya ha estado allí y Él tiene un plan para nosotros. 

Debemos inventar para creer lo inventado, o de vemos escuchar a la Única persona que conoce la Verdad y a la que nosotros creemos, para saber en cuanto a la realidad del cielo, del infierno, y de la eternidad. Esa es tu decisión.

El autor ha elegido creer en lo que Jesús enseñó como la mejor fuente para saber lo que sucederá. 

Este libro establecerá las enseñanzas fundamentales del plan de Dios para cuando todos los creyentes resucitemos y para los eventos sucesivos subsiguientes hasta el comienzo de la eternidad en los nuevos cielos y la nueva tierra. Él tiene un plan que nos ha revelado en los libros de la Biblia.

Podemos ser una parte de Su plan. 

Esto no nos debemos perder.  

Si estás interesado, continúa leyendo.

Prólogo                                                                                    3

1    Nada es jamás olvidado                                              8

2    Nunca es fácil seguir a Jesús                                  14

  ¿Qué estaban pensando los discípulos?                    14

  Gente preparada para una tarea preparada               16

  Verificación de la realidad del ego                              18

  Ética del Reino                                                            19

  El mundo no entenderá                                               19

  El sufrimiento tiene beneficios                                    20

3   Los galardones hacen la diferencia                        22

  Peregrinos en su paso                                                 22

  Recompensas a tener en cuenta                                26

  Conclusión                                                                   28

4    La búsqueda de los dignos de confianza             30

  Propósito del Tribunal de Cristo                                 30

  Detalles del Tribunal de Cristo                                    33

  Las obras de nuestra vida ilustradas                           34

  Condición para las recompensas                                37

  Por qué pueden ser eliminadas las buenas obras      38

  Con las manos vacías                                                  41

5   ¿Cuál es el propósito de las recompensas?         43

  Grados de recompensas en la eternidad                    44

  Recompensas Generales                                            45

  Recompensas especiales                                            50

  Sin recompensas                                                         57

6     El Tribunal de Cristo                                                  62

  Cuestionando las recompensas                                 63

  Tiempo del Juicio                                                       66

  Preparación para el trono del Bema                           69

  El castigo para mantenernos obedientes                   69

  Ilustración de los Juegos olímpicos griegos               71

  Cuando la vida se ha terminado                                 73

7    Recompensas en el Milenio                                     74

  Sobrevivientes de la Tribulación                                 75

  El nuevo comienzo                                                      78

 Condiciones en el Milenio                                            80

 Un ambiente perfecto y libre albedrío, aunque…        82

 ¿Quién reinará con Cristo en el Milenio?                     84

 Doble responsabilidad en el Reino                              88

 Conclusión                                                                    93

Índice                                                                                     97

1  Jamás se olvida Nada 

En la película El Gladiador, Máximo dijo, “Lo que hacemos en vida hace eco en la eternidad”.

Russell Crow les dice a sus tropas antes de una batalla que no importa lo que suceda, su sacrificio nunca será olvidado. Ellos dejarán una marca en la eternidad. Él les está diciendo que, por siempre, la gente dirá, “Si no fuera por ustedes…”. 

Te has preguntado alguna vez: “¿Realmente vale la pena seguir a Cristo?” ¿Piensas alguna vez en cómo algunos de tus amigos parecen estar disfrutando más de la vida y obteniendo cosas que les da una vida de “placer”, y que tú no eres tan afortunado? Ellos parece que están prosperando y disfrutando de la vida, mientras que tú tienes muchas otras cosas que hacer y que limitan tu diversión en la vida. Ellos gastan todo su dinero en ellos mismos, pero tú has decidido ser generoso con los demás.  

Sin embargo, George Barna hizo una encuesta de 152 temas comparando al mundo perdido con la vida de los miembros de la iglesia. Él encontró que virtualmente no hay diferencia entre los dos por la forma en cómo viven. Sus valores eran los mismos y sus metas eran similares.

Cristo llama a Sus seguidores para que dejen de tener un estilo de vida centrado en sí mismos y en soñar con poseer más “cosas”. Él dijo, “…cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo” (Lc 14:33 RVR). No podemos amar, al mismo tiempo, las cosas de este mundo por un lado, y a Dios por otro lado (1 Juan 2:15). Si vamos a ser seguidores de Cristo, eso nos va a costar. Puede haber momentos en que nos preguntemos: “Estoy cometiendo un error al dejar todo esto para seguir a Cristo?”  

En 1905 William Borden, heredero de la fortuna lechera de Borden decidió dejar todo para preparar su vida como misionero. Sus amigos dijeron que Bill estaba “desperdiciándose al querer ser misionero.” Cuando él entró a la Universidad de Yale, escribió en su Biblia: “Sin Reservas”

Al observar al cuerpo de profesores y al cuerpo de estudiantes de Yale se desilusionó mirando el resultado final de una filosofía vacía y humanista: debilidad moral y vidas arruinadas por el pecado. Él inició una reunión de oración antes del desayuno en su primer año, la cual creció en ese año a 150 asistentes. Al final de su último año de Universidad, más de 1000 de los 1300 estudiantes se reunían semanalmente a orar. 

El enfoque global de Borden lo guió hacia el pueblo musulmán de Kansu en China. En su graduación, le ofrecieron algunos trabajos con salarios muy altos, pero él rechazó todos. En ese tiempo escribió en su Biblia: “Sin retorno”.

Debido a que iba a trabajar con los musulmanes, navegó a China, con una parada en la ruta para aprender árabe en Egipto. Mientras estuvo ahí, contrajo una meningitis espinal. En un mes, Borden, de 25 años, había muerto. Antes de morir, escribió dos palabras más en su Biblia: “Sin remordimientos”. Cien años más tarde todavía estamos hablando acerca de su corta pero impactante vida. 

Y así es con todos los que dejan su vida para servir a su Salvador. Cualquier cosa hecha para el Señor nunca será una pérdida de tiempo. ¿Creemos nosotros que realmente valdrá la pena? 

Hubo un tiempo en que los discípulos escucharon a Jesús decirle al joven rico que venda todo para dar el dinero a los pobres y seguirle a Él. Si él lo hacía, tendría tesoros en el cielo (Lc 18:22). El joven rico se fue triste, incapaz de dejar sus riquezas.  

Pedro, mirando esta escena exclamó, “…nosotros hemos dejado nuestras posesiones y te hemos seguido” (Lc 18:28).  Mateo anota que Pedro añadió, “¿qué, pues, tendremos?” (Mt 19:27). Él estaba diciendo, “¿Qué vamos a recibir por seguir a Cristo” “¿Realmente vale la pena hacer los sacrificios que estamos haciendo? ¿Hemos desperdiciado tontamente nuestra vida por Jesús?”

Con gracia y gran paciencia Jesús le respondió a Pedro, “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (19:28). Jesús quería que Pedro esté anticipando Su reino milenial con la escena de que él será ricamente reconocido ahí, por toda la eternidad. Esos sacrificios serán eternamente honrados por el Rey de reyes. ¡Maravilloso! 

Pablo escribió, “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co 15:58 RVR). Probablemente esta es la declaración más subestimada de la Biblia. 

Cuando Jan y yo nos dirigimos a la selva Amazónica como misioneros, yo no esperé sobrevivir como piloto de selva (y casi no sobrevivo), por lo tanto hice de Romanos 8:18 mi versículo lema, “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”. Esta “gloria” no es en esta vida, sino en nuestra forma glorificada durante el milenio y aún más allá. Este pensamiento a menudo hizo que nuestras dificultades parezcan triviales y ventajosas. 

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, ‘buscad las cosas de arriba, donde está Cristo’” (Col 3:1), es decir que podemos escoger que las recompensas celestiales y el reconocimiento de Cristo Mismo sean lo más importante en nuestras vidas; luego, haremos todo lo que podamos para agradar a nuestro Salvador al asociarnos con Él en lo que sea que Él esté haciendo actualmente en el mundo. No importará si alguna vez somos reconocidos en nuestra vida o no.

Servimos al Dios que nunca olvida nada que se haga en Su nombre: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti” (Is 49:15 RV). 

No solo que Él no olvidará lo que hemos hecho en general, sino que también nos promete nunca perderse ni una sola cosa que hayamos hecho, por más insignificante que sea, tal como dar un vaso de agua en Su Nombre. Hebreos 6:10 nos dice, “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (He 6:10 RVR). 

Aún las cosas hechas en privado, que nadie más mira o sabe, jamás serán olvidadas. No solo que nuestro Salvador nunca olvidará lo hayamos hecho en nuestra vida para Su honor y gloria, sino que además Él promete recompensarnos grandemente. Jesús dijo, “y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt 6:18).

Verdaderamente, Jesús quiere que Sus recompensas sean una parte fundamental de nuestra motivación para así dejar de lado un estilo de vida egoísta, o para enfrentar con valentía situaciones peligrosas o de mucho riesgo a fin de construir Su iglesia. No es la recompensa en sí lo que es importante, sino lo que significará en Su reino y por toda la eternidad, como lo veremos. 

No es fácil hacer discípulos y aconsejarles cómo aplicar su conocimiento de la Palabra de Dios en sus vidas. Esto toma nuestro tiempo y paciencia. El desafío de explicar el sacrificio de Cristo en la cruz por los pecados del mundo, especialmente si has aprendido un nuevo idioma para hacerlo, puede significar cientos de horas invertidas con personas. ¿Valdrá la pena? 

Este propósito puede costarnos todo. Pero eso estará bien.  

Para ser claros, esta no es la tarea para unos pocos seleccionados, sino para cada seguidor de Cristo.  Cada esfuerzo para este propósito nunca, nunca, será olvidado. 

Han pasado 100 años desde que William Bordon navegó a China y todavía estamos honrando su sacrificio para el Señor. 

¡Sin Reservas!

¡Sin Retorno!

¡Sin Remordimientos! 

2    Nunca es fácil seguir a Jesús 

Cerca del fin del ministerio de Jesús, dos de sus discípulos, Santiago y Juan, acorralaron a Jesús para pedirle un favor, según Marcos 10:35-45. Su pedido revelaba la motivación de su corazón, al haber dejado todo para seguir a Jesús. Ellos sabían que Él iba a ser grande y poderoso cuando sea que Él decida usar Su poder para tomar el control del mundo, así que ellos querían asegurar su posición junto a Su trono. 

Cuando los otros diez discípulos escucharon la respuesta que Jesús les dio, se pusieron enojados con Santiago y Juan (10:41), probablemente porque cada uno de ellos estaba siguiendo a Jesús por la misma razón: todos ellos querían ser grandes y poderosos junto a Jesús en Su reino. Los celos, la desconfianza y la ira son el fruto de ambiciones egoístas. Todos eran culpables de buscar gloria para sí mismos. 

¿Qué estaban pensando los discípulos?

¿Estaban todos ellos convencidos de que la visión de Daniel estaba a punto de hacerse realidad?  

 Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” (Dn 7:13-14).

Raro que ellos perdieran las implicaciones de los versículos, justo dos capítulos más adelante, los cuales decían: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí”(Dn 9:26a). 

Muchos eruditos de la Biblia calculan el cumplimiento exacto de esta profecía de Dn 9:25 en tres partes: primero fueron las 7 semanas de los años del decreto para reconstruir Jerusalén por Artajerjes en el año 458 AC hasta el año 409 DC, lo cual tomó exactamente 49 años (7 semanas de 7 días o 49 años) (Esdras 7:8-28). Ellos estaban muy conscientes de este hecho histórico. 

Ya que este primer período de tiempo (7 semanas) se cumplió literalmente, como siendo cada día un año, luego el segundo período de 62 semanas de años o 434 años lunares (como contaban los judíos los años) serían cumplidos exactamente en abril 3 del año 33 DC (en nuestro calendario) cuando el Mesías sería “cortado” (Dn 9:26) o crucificado. Esto completa 69 de las 70 semanas de la profecía de Daniel. 

La semana 70 de los años (o 7 años) en la profecía de Daniel todavía está por cumplirse. Esa semana está totalmente descrita en Apocalipsis capítulos 4-19. 

La respuesta solemne de Jesús a estos discípulos fue, “No sabéis lo que pedís” (Mr 10:38a).  Luego Él les preguntó “¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?” Él estaba hablando de ser “cortado” o asesinado. Recién les había dicho que Él sería entregado a los líderes judíos, quienes  “le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles;y le escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará”(Mr 10:33-34).

Sin embargo, ellos estaban tan enamorados de la posible grandeza de Su pronta conquista que no pudieron entender lo que Jesús les acababa de decir, y rápidamente, y sin pensar, respondieron, “Podemos” (10:39). 

Ellos estaban en lo correcto. La historia nos dice en Hechos 12:2 que Santiago fue un mártir, como lo serían todos los apóstoles con excepción de Juan, quien sería desterrado a Patmos (Ap 1:9) después de haber sido sumergido en aceite hirviendo en el Coliseo, a lo cual sobrevivió, de acuerdo a la tradición escrita por Tertuliano (160-220 DC) en “La prescripción contra los herejes”,capítulo 36No hay gloria sin una cruz. 

Es interesante que Jesús no niegue que hay un lugar de honor en Su reino venidero, pero rehusó decir que estos dos discípulos serían los que tendrían ese privilegio. Mateo añadió que estas posiciones de eminencia en Su reino glorioso fueron “preparados por mi Padre” (Mt 20:23). 

Gente preparada para una tarea preparada 

Pablo dijo algo similar en Efesios 2 después de describir nuestra salvación: “por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Ef 2:8-9). 

Nuestra aceptación en el cielo no tiene nada que ver con ninguna obra que pudiéramos hacer. Si solo un pecado es suficiente razón para nuestro rechazo (Santiago 2:10) – como lo fue para Adán y Eva – entonces nuestra única esperanza es aceptar por fe Su favor inmerecido y la oferta de perdón completa para que podamos ser salvos. 

Luego Pablo hace un cambio dramático al enfocar nuestra salvación por gracia a través de la fe, hacia el propósito de nuestra salvación: hacer “buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef 2:10).  

Estas “buenas obras” no nos salvan, pero vienen a ser el objetivo o propósito de nuestras vidas, después de recibir nuestra salvación por fe. 

Cada uno de nosotros es un “mayordomo” único (poiema, algo hecho, formado y moldeado para un propósito).

En nuestro nacimiento físico, nosotros somos únicamente formados en el vientre de nuestra madre. El Salmista escribió, “Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre” (Sal 139:13). Luego añadió, “Mi embrión vieron tus ojos,yen tu libro estaban escritas todas aquellas cosasque fueron luego formadas,sin faltar una de ellas” (Sal 139:16 RVR).

Una parte importante de nuestra obra son los dones espirituales únicos dados en el nuevo nacimiento (Jn 3:3), a todo nacido del Espíritu. Pablo dijo, “Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho” (1 Co 12:7 RVR). Los dones espirituales no son para beneficio personal, sino para empoderarnos a fin de servirnos mutuamente para el beneficio de los demás.

Así mismo, el poder espiritual es dado a cada creyente para ser Su testigo, “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos” (Hch 1:8 RVR).  El Nuevo Nacimiento equipa a todo creyente para ser capaz de cumplir todo lo que Dios ha planeado para que cada uno haga: Su hechura logrará que “os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo” (He 13:21). Todos nosotros estamos equipados para cumplir Su propósito, si es que lo hacemos. 

Verificación de la realidad del Ego

Luego en Marcos 10 Jesús procedió a mostrar a Sus discípulos que sus ambiciones desubicadas corromperían el sello que tenían. Los buscadores de estatus, los traficantes de poder, y los narcisistas, no cabrán en esta escena.   

Él les dice en el mundo secular que “los que son tenidos por gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas” (literalmente significa “ejercen sobre ellas potestad” u oprimen a sus súbditos) “y sus grandes ejercen sobre ellas potestad” (Mr 10:42).  

Lucas añade la frase, “son llamados ‘bienhechores’” (Lc 22:25). Los tiranos siempre se han considerado a sí mismos como Salvadores, Protectores o Libertadores, y demandan sumisión total de parte de sus seguidores. La lujuria del poder y control tiene muchas justificaciones; pero, el uso de amenazas e intimidaciones para obtener su autoridad, están totalmente prohibidas. 

Etica del Reino

Luego Jesús añadió una prohibición categórica: “Pero no será así entre vosotros” (Mr 10:43). 

En el reino de Cristo la grandeza se obtiene no por ser dominante, controlador, intimidante, amenazante, o engreído, sino por ser sacrificado, que se entrega a sí mismo en beneficio de los demás, y que busca el honor y la gloria de su Salvador y Señor. 

Como resultado de ese liderazgo de siervo, aquellos a quienes sirve le otorgan, voluntariamente, la autoridad. En lugar de una autoridad impuesta por la presunción de “los que son tenidos por gobernantes” o “reconocidos como gobernantes” (10:42), un líder debería ser un facilitador de otros al ayudarles a desarrollar sus ministerios con más eficiencia.  

Juan lo pone así: “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Jn 3:16 RVR).  

No se puede demandar respeto, sino que se lo gana por el deseo del líder de sacrificarse a sí mismo en beneficio de sus seguidores. Esto no será fácil, pero cuando se lo ejercite, nunca será olvidado. 

El Mundo no lo entenderá 

Si nosotros no vivimos con las reglas del mundo, el mal entendimiento de ellos les llevará a responder con disgusto o hasta con odio, tal como lo hizo con Jesús. “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Jn 15:19 RVR).

Identificarse abiertamente con Cristo puede ser peligroso. “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo” (Mt 5:11 RVR). Estas son la clase de compromisos con Cristo que Él recordará por siempre.

No deberíamos sorprendernos cuando, haciendo lo bueno, no seamos aprobados por el sistema del mundo. “Acordaos de la palabra que yo os he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra” 

(Jn 15:20). 

Nuestra reacción marca al creyente como diferente: “Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis” (Ro 12:14 RVR).  Pablo luego añadió, “nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos” (1 Co 4:12 RVR). 

El Sufrimiento tiene Beneficios

Cuando una persona internamente “necesita” la aprobación del mundo, no perseverará en sacrificarse y servir a otros cuando no exista este reconocimiento del mundo que involucre beneficio o fama. Cuando abunden las amenazas y los abusos, el débil en la fe cederá, comprometerá, o negará al Señor.

El dolor del rechazo puede llegar a ser más grande de lo que algunos pueden soportar, mucho peor si se amenaza con agresión física. Nunca es fácil. Por eso Él promete tan grandes recompensas. Jesús permitirá el sufrimiento porque Él valora nuestra disposición a sufrir fielmente, demostrando así que Él significa para nosotros mucho más que nuestra misma vida. 

Pablo lanzó la visión de la perseverancia porque algún día ésta valdrá la pena: “Si sufrimos, también reinaremos con él;Si le negáremos, él también nos negará” (2 Ti 2:12 RVR). Esto no significa negarnos la salvación, sino negarnos cualquier recompensa que pudiéramos haber tenido. 

Es más fácil negar al Señor o estar avergonzado de ser contado como seguidor de Cristo si piensas que nadie lo nota o a nadie le importa, o que no hay recompensa cuando somos heridos, avergonzados o desacreditados por causa de Cristo. Sin embargo, cuando uno reconoce que la recompensa por ser audaz por Cristo es mucho más grande que cualquier cosa que puedas imaginar, entonces, es mucho más fácil no avergonzarse por Cristo. 

3  Las Recompensas hacen la diferencia 

Para muchos, la idea del cielo puede ser aburrida y nada interesante: es decir, sentarse, cantar y alabar todo el tiempo. 

Ven a las recompensas como coronas entregadas a los pies de Aquel que está en el trono celestial (Ap 4:10), ya que sólo El merece la alabanza. ¿Entonces para qué sirven? 

El cristiano promedio no tiene idea de lo que tiene el futuro, ni lo que va a suceder después de la resurrección, mucho menos cuál es el propósito del Tribunal de Cristo. 

Algunos ven poca razón para tomar seriamente la necesidad de crecer espiritualmente, aprender la Biblia, hacer discípulos, etc., a no ser que quiera ser pastor o líder de alabanza. 

En las mentes de la mayoría de los creyentes, poco de lo que hacemos aquí tiene relevancia alguna con lo que haremos en el milenio o en la eternidad. ¿Así que, por qué hacer tanto esfuerzo? Muchos piensan, “Después de todo, yo no he sido llamado a ser pastor”. 

Peregrinos de paso

Hablando bíblicamente, los creyentes somos ahora extraterrestres extraños viviendo en una tierra que no es su principal país. “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma” (1 Pedro 2:11). Está sucediendo algo mucho más grande.

Hemos muerto espiritualmente con Cristo por fe, y así mismo hemos sido resucitados con Cristo para llegar a ser ciudadanos de un nuevo “país”. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil 3:20). Medita en estas verdades hasta que ellas se conviertan en el valor supremo de tu corazón. 

Pablo quiere que nosotros cambiemos nuestro enfoque.  “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Col 3:1). El mandamiento en tiempo presente significa que “constantemente estemos buscando (deseando, meditando en, priorizando)” lo que Él ha prometido que nos espera en Su presencia. 

¿Cuáles son las “cosas que están arriba”, que deberíamos tener como búsqueda de vida? Note que “las cosas” son distintas del Señor Jesús. Hay cinco cosas que deberíamos estar buscando en el cielo y que podemos obtener por la manera como vivimos hoy. 

Primera, deberíamos estar buscando y orando por Su reino venidero y que Su voluntad sea promulgada en la tierra. Jesús nos enseñó a orar, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. (Mt 6:10). Su “reino” es nuestro nuevo país. Debemos buscar en oración que venga el reino de Cristo a la tierra tal como lo prometió. 

Nuestra pasión, mientras tanto, es buscar la práctica de Su voluntad, y la obediencia a Su voluntad revelada en nuestras vidas hoy, tal como Su voluntad es obedecida en el cielo. ¿Cuán importantes son Sus mandamientos escritos en el NT para tu vida hoy? ¿Buscas conocerlos?¿Buscas entenderlos y practicarlos ya que están destinados a ser obedecidos?  

Él está mirando a ver si estamos poniendo atención a lo que Él nos ha escrito acerca de Su voluntad, porque así es precisamente como Jesús vivió Su vida: “Mas para que el mundo conozca que amo al Padre, y como el Padre me mandó, así hago. Levantaos, vamos de aquí”. (Jn 14:31 RVR).  ¿Estamos haciendo todo lo que Él nos mandó a hacer en Su Palabra para demostrar nuestro amor por Jesús? Tu respuesta tendrá consecuencias eternas. 

Segunda, Pablo escribió la carta a los filipenses para agradecerles por sus dos generosas ofrendas durante el siguiente mes de su partida y la cual alguien llevó a Pablo, caminando 100 millas de ida y 100 millas de vuelta, cuando él estaba en Tesalónica (Fil 4:17). 

Su enfoque no era la ofrenda sino “el fruto que se aumenta a tu crédito (o cuenta)”. Este es un término comercial que habla de un interés compuesto en una inversión.  Por lo tanto, la generosidad de los filipenses resultará en un alto grado de gloria en el cielo y de alabanza de parte del Rey. Lo que hacemos ahora, es importante por toda la eternidad. 

Nos recuerda a Mt 6:20, “sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan”.

Tercera, el mayor deleite de Pablo en la presencia del Señor Jesús era el número y la calidad de sus discípulos que aparecerán con él “Porque ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida?” (1 Ts 2:19). 

Será emocionante ver a Jesús cara a cara, pero aún más emocionante será presentar a Jesús todas esas personas que ganaste para Él y luego fueron moldeados a Su imagen en el discipulado. Esto hace que valga la pena invertir hoy en sus vidas y en otras vidas más. 

Cuarta, nosotros deberíamos buscar “oro, plata, piedras preciosas”(1 Co 3:12).  Pablo escribió, “Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará”. (1 Co 3:12-13). 

Nuestra “obra” incluye todo lo hecho para beneficiar y edificar a otros en nuestra iglesia y más allá, para lo cual Cristo da un valor equivalente.  

La analogía es determinar “la obra de cada uno” (1 Co 3:13). El creyente debe aprender las reglas de nuestra evaluación y buscar edificar a otros derramando la Palabra de Dios (el “fundamento” en este contexto) en las vidas de los seguidores de Cristo. (El siguiente capítulo se expandirá sobre esta evaluación personal). 

Esto no se refiere a cuán moralmente “buenos” o exitosos hayamos sido, sino en cómo ayudamos a otros a edificar sus vidas sobre Cristo y Su Palabra. Este es el ministerio de todos. 

Quinta, nosotros deberíamos buscar las “recompensas” que Cristo ha prometido. La búsqueda para ser honrado por Cristo Mismo es una de las cosas que más agrada hoy a Cristo.

Cuando pensamos en que Sus recompensas son tan valiosas que buscaremos ser dignos de ellas, Él se satisface de manera muy especial.  Hebreos 11:6 dice, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan”. 

Fe en la existencia de Dios implica que cada persona es responsable delante del Único Dios existente, y Él promete recompensar a aquellos que son diligentes en buscar vivir para Él , a la manera de Él. 

Recompensas de las cuales estar prevenidos 

El escritor de Hebreos, en el capítulo diez, acababa de animar a los lectores a que nunca pierdan su confianza en Dios, a pesar de sus circunstancias. Él escribe, “Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos.No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón” (He 10:34-35 RVR). 

Seis veces se nos promete “gran recompensa” (Gn 15:1; Sal 19:11; Mt 5:12; Lc 6:23, 35; He 10:35). La palabra “gran” es mega, que significa “grande, importante, espléndida, en gran escala”. Cuando Dios dice que algo es “grande” podemos confiar que vale la pena. 

Aún las ofrendas secretas, privadas o anónimas nunca son olvidadas. Jesús enseñó a Sus discípulos a dar de forma anónima, “para que sea tu ofrenda en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”. (Mt 6:4). ¿Tú das para recibir gratitud y aprecio por tu generosidad? Se necesita tener fe en Su Palabra para dar de manera secreta, confiando que Él está mirando. 

Así mismo la oración secreta o privada no será olvidada por Dios: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt 6:6 RVR).

Otra acción piadosa que tiene recompensa por realizarla en privado es el ayuno: “para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mt 6:18 RVR).  

¿Son estas tres tareas piadosas solo símbolos de una actividad espiritual que podría ser hecha en privado? ¿Se debería, ocasionalmente, realizar otras disciplinas piadosas en “secreto”, delante de Dios, en lugar de que sean algo de lo que se pueda presumir (como por ej., leer la Biblia, testificar, etc.)? 

¡Ten cuidado de querer que otros conozcan cuán espiritual pretendes ser! (Nota:  ser responsable hacia un maestro en cuanto a ciertas disciplinas es diferente a tratar de impresionar a alguien).

Cuando Pablo estaba hablando acerca de las recompensas por trabajar en el ministerio sin un salario, él dijo, “Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré” (1 Co 9:17 RVR). 

Cuando eres odiado, excluido, vilipendiado o puesto de lado en la sociedad, familia o grupo social porque te identificas valientemente con Cristo, “Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas” (Lc 6:23 RVR).

De hecho, debemos responder muy diferente a la gente que nos odia como en Lucas 6:35, “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande”.

El Salmista había dicho, “Los juicios de Jehová son verdad, todos justos” (Salmos 19:9 RVR). Luego añadió, “Tu siervo es además amonestado con ellos;
En guardarlos hay grande galardón” (Sal 19:11 RVR). La obediencia intencional a Sus mandamientos nunca es olvidada.

Una de las cosas que motivó a Moisés de acuerdo a lo que dice Hebreos 11:26 era “el galardón”: Está escrito, “teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón”.

Conclusión

El futuro del seguidor de Cristo es fenomenal. Todo lo que hayamos hecho para Cristo no solo que no será jamás olvidado, sino que aún el más pequeño servicio será recompensado, como lo dice Marcos 9:41, “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”. Cualquier cosa que se haya hecho para ayudar a un siervo de Cristo, será honrada. 

No hay ningún lado negativo en dar tu vida para servir al Señor Jesucristo. Al contrario, el futuro es tan brillante que es el hombre sabio quien invierte su vida hoy en los propósitos de Cristo, sabiendo con certeza lo que está por venir. Esta persona es alguien extremadamente astuta e inteligente. 

4    La búsqueda de los dignos de confianza

Lo que la mayoría de los cristianos no reconocen es el viejo adagio de negocios, “Tú obtienes lo que supervisas, no lo que esperas”. Uno se pregunta si los cristianos piensan si habrá una inspección; y si, en el caso de haberla, hará poca diferencia a su estado futuro. Esta actitud tiende a engendrar apatía.

Dios está observando cómo invertimos nuestras vidas para Su propósito y eso tendrá consecuencias eternas. Por gracia, a través de la fe, nuestra salvación y aceptación están aseguradas a través del sacrificio de Cristo en la cruz. La rendición de cuentas que nos espera a cada uno de nosotros se ocupa de la aprobación de Dios, por la manera como vivimos nuestra nueva vida, de acuerdo a lo que sea que Él había planeado para nosotros (Ef 2:10), y así calificarnos para lo que está más allá del Tribunal de Cristo.  

Se nos dice, “Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (He 4:13). Como lo dijo un escritor, “La vida de fe no le libera al cristiano de una vida de obediencia” (Hughes, 1 Corinthians: The Word of the Cross, p. 180). Sin embargo, el objetivo de esta evaluación es buscar siervos confiables que continuarán un nuevo propósito en el plan eterno de Dios.

Propósito del Tribunal de Cristo

El Tribunal de Cristo, como se menciona en Ro 14:10 y 2 Co 5:10, se refiere a un juicio que será solo para creyentes. Este juicio no determina nuestra aceptación al cielo, ni es un castigo por nuestra culpa, ya que todos nuestros pecados han sido pagados y perdonados una sola vez y para siempre. 

De hecho, Él prometió nunca recordar nuestros pecados: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones” (He 10:17). Por lo que concluimos que Cristo está buscando todas las cosas positivas que hayamos hecho a partir de nuestra conversión para cumplir Su propósito y para darle honor. 

Se nos dice en Ro 14:10 que no nos juzguemos unos a otros porque nosotros los mortales no tenemos la posibilidad de conocer las intenciones y motivaciones del corazón de alguien más, pero Dios sí puede. Como veremos, mucho de este juicio tratará con el por qué hicimos ciertas cosas durante nuestra vida. 

En 2 Co 5:10, “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo”. 

Sin excepción, todo creyente, de forma individual, se presentará ante este “tribunal” para ser evaluado por lo que ha hecho en esta vida o “en el cuerpo”, desde que aceptó a Cristo. 

El propósito aparente de este juicio es encontrar la mayor cantidad posible de “buenos” esfuerzos que invertimos en edificar discípulos, lo cual es la tarea principal que se nos entregó a todos (Mt 28:19).  Esta tarea es para calificarnos para Sus propósitos futuros que están aún por revelar. 

Este juicio no es una búsqueda de ninguna maldad que hayamos hecho con el fin de avergonzarnos, sino más bien, de acciones “buenas” o útiles que hemos hecho para Cristo que han moldeado nuestro nuevo carácter en Cristo y producido fruto en las vidas de otros. 

Algunas de nuestras acciones son categorizadas como “buenas”, lo que se refiere a cosas hechas que son “útiles, excelentes, agradables (en Su voluntad), distinguidas, honorables y beneficiosas” al plan de Cristo para la Era de la Iglesia.  

Ya que la presentación del creyente delante de Dios es en la justicia perfecta de Cristo, no vamos a ser juzgados por cuán moralmente “buenos” o perfectos somos, sino por lo útiles o beneficiosas que fueron nuestras vidas para cumplir el propósito en la Iglesia.  

Las acciones “malas” no resultan en castigo, porque esta no es una palabra moral. Esta palabra significa cosas que “no son lo que debían ser, son cosas injuriosas, destructivas o inútiles”. Estas “malas” acciones son insensatas, egoístas o pérdidas de tiempo, que resultarán en “pérdida” (1 Co 3:15), especialmente la pérdida de galardones, honor y gloria… ¡por toda la eternidad!  

La “madera, heno y hojarasca” son símbolos de una vida desperdiciada, inconsecuente, dedicada al egoísmo o a cualquier cosa, excepto a los propósitos de Cristo. 

Uno no puede hacer nada con estos materiales (madera, heno, hojarasca). Son inútiles. Puede ser una persona moralmente “buena” y honesta, y ser un miembro de la iglesia que rara vez o nunca invirtió en evangelismo o en hacer discípulos, o incluso en aplicar la Palabra de Dios a su propia familia, y mucho menos para alcanzar al mundo para Cristo. 

Pueden ser buenas personas, ¡pero inútiles para Sus propósitos! En este caso, ¡no hay recompensas! 

El hecho más alarmante en cuanto a este juicio es que los resultados tendrán consecuencias eternas. Lo que sea que esta evaluación revele, aparentemente determinará nuestra responsabilidad futura, rango, estatus o posición en la comunidad celestial ¡por toda la eternidad!  No habrá una segunda oportunidad para rehacer lo que no hicimos cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo durante nuestra vida temporal. 

Detalles del Tribunal de Cristo 

La tarea del creyente durante la era de la Iglesia está resumida en la frase, “pero cada uno mire cómo sobreedifica”, es decir, en el fundamento de la Palabra de Dios entregada a nosotros por los Apóstoles y profetas en el primer siglo. 

Pablo describió este proceso de construcción en Ef 2:19-21, en donde dice, “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”. 

Se espera que el creyente sea un miembro activo en el proceso de crecimiento de los creyentes en su iglesia, no un observador pasivo. Cualquier cosa que se haga para edificar, unir, o hacer que la Iglesia crezca espiritualmente va a ser altamente recompensada, más allá de nuestra imaginación. 

Las recompensas que se entregarán no tienen nada que ver con cuán moralmente buenos fuimos como personas, sino con cuánto contribuyó nuestra vida a la edificación, expansión y calidad de Su iglesia. 

Pablo les dijo a sus discípulos en Efeso, “Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre”. (Hch 20:28). La iglesia es el producto más precioso y caro de todo el universo. Aquellos que la cuidan y la hacen crecer serán honrados ¡por toda la eternidad! 

Las obras de nuestra vida ilustradas

Las acciones que hayamos hecho, que no tienen nada que ver con la edificación de Su pueblo y la expansión de la iglesia de Cristo en el mundo, nunca aparecerán en este juicio. No hay recompensas por ser el mejor contador, banquero, inversor, hombre de negocios, educador, o empleado civil, porque, por sí mismas, estas cosas no tienen valores eternos y por lo tanto no están sujetas a esta evaluación por parte de Cristo.  

Las únicas acciones que aparecerán en el Tribunal de Cristo, en este contexto, son las acciones que tomamos para “edificar sobre el fundamento” de la Palabra de Dios para beneficiar a otros en el Cuerpo de Cristo. 

Solo lo que se hace para edificar Su iglesia tiene algún valor para la eternidad. Jesús había dicho, “Yo edificaré mi iglesia” (Mt 16:18). La pregunta básica del valor de nuestra vida es: ¿Estamos nosotros con Él en Su propósito para edificar Su iglesia alrededor del mundo, o somos solamente espectadores mirando a otros hacer la tarea, o somos indiferentes a la tarea todos juntos? 

Pablo entonces declara que el valor de cada persona para el propósito establecido por Cristo será equiparado al “oro, plata, y piedras preciosas, madera, heno u hojarasca” (1 Co 3:12). El orden descendente del valor más alto de gemas hasta los artículos más inservibles ilustra los valores de“la obra de cada uno cuál sea” (1 Co 3:13b). 

Esta “obra” no es una referencia solamente a cómo hemos aplicado la Palabra de Dios a nuestras vidas personales, independiente de otros creyentes, sino de cómo hemos incorporado la Palabra de Dios en nuestro ministerio a otros creyentes, comenzando con evangelizar a los perdidos y continuando con edificar o construir la iglesia de Cristo o la comunidad de discípulos en la que vives o entre quienes sirves. 

Él está buscando a aquellos que son “fieles en lo poco” (Lc 9:17), es decir, pequeños ministerios, como tu familia o una iglesia pequeña o comunidad pequeña. 

Este Tribunal de Cristo no es solo para evaluar a los evangelistas, pastores y maestros, por cómo ellos han contribuido a la edificación de Su iglesia alrededor del mundo, sino para todo creyente nacido de nuevo.  

Todos somos “embajadores” de Cristo (2 Co 5:20). Todos tenemos el “ministerio de la reconciliación” (2 Co 5:18), y la “palabra de la reconciliación” para comunicar (2 Co 5:19). 

Todos debemos vivir a la luz de la perspectiva de este Día de evaluación. Todos debemos dominar las Escrituras para poder enseñar a otros. El autor de Hebreos escribió, “Porque debiendo ser ya maestros…” (He 5:12).  

El NT asume que todos los seguidores de Cristo están equipándose a sí mismos para ser capaces de contribuir al ministerio. Pablo escribió, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Tim 2:15). Todos nosotros seremos evaluados por cómo vivimos por la Palabra de Dios y cuán preciso enseñamos la Palabra de Dios a nuestras familias y a los demás.

El gran evangelista latinoamericano, Luis Palau, contó su testimonio de cómo un norteamericano vino a su casa en Córdoba, Argentina, cuando él era un niño. El hombre guió a su padre a Cristo, luego a toda su familia. En un año se comenzó una iglesia. Un día, el hombre dijo que su compañía estaba cambiando su oficina a otro país. Él era el vicepresidente de la Shell Oil Company, ¡no era misionero! 

Es imposible para cualquier humano calcular cuán efectiva ha sido su vida en este propósito. Sin embargo, Dios no se pierde ni una sola cosa. Se espera que nosotros hagamos de Sus valores nuestros valores, de Sus mandamientos, nuestros mandatos, y de Sus prioridades la búsqueda de nuestras vidas, sin importar nuestra vocación. Luego seremos evaluados por cómo cumplimos nuestro ministerio durante nuestro tiempo en la tierra.

Condición de las recompensas 

En la analogía, los símbolos de las obras de cada uno son ubicados o apilados sobre un altar, luego se prende el fuego: “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa” (1 Co 3:13-14 ESV). 

Agradecidamente, nuestra aceptación de parte de Dios en Su familia nos es otorgada por un favor inmerecido a través de nuestra fe en Su Palabra y en Su Hijo, el Señor Jesús. 

Sin embargo, la aprobación de Dios para nuestras recompensas solamente serán entregadas después de probar la calidad y los motivos de nuestras obras. Una vida descuidada y egoísta perderá más de lo que nos podemos imaginar. 

Nuestras “obras” son lo que hemos hecho con nuestros recursos; es decir, nuestro tiempo, talentos, energía, dinero, oportunidades, posesiones, salud, dones espirituales y nuestra mente. Si reconocemos que estas cosas vienen de Dios, podemos aceptar que seremos responsables de cómo los hemos usado para Sus propósitos.

Nuestro Dios está buscando constantemente a quiénes Él pueda honrar, así que Él está probando nuestra fidelidad y sinceridad. 

La Escritura introduce su concepto con Abraham: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham” (Gn 22:1 RVR).

“Y Moisés respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis” (Ex 20:20 RVR). Aquellos que no creen que hay consecuencias por pecar, inevitablemente serán indulgentes en hábitos y actitudes que demuestran su infidelidad e indiferencia por la voluntad de Dios para sus vidas. 

David le dijo a Dios: “Porque tú nos probaste, oh Dios;Nos ensayaste como se afina la plata” (Sal 66:10). Y Jeremías afirmó, “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras” (Jeremías 17:10).

Las circunstancias de nuestra vida están diseñadas para probar la calidad de nuestras vidas y de nuestros corazones, pero no sabremos los resultados de esta prueba hasta el Día en que nos presentemos individualmente delante de Él. 

Nuestra economía es construida alrededor de nuestra paga por hora o tiempo en el trabajo, pero la economía de Dios es construida en la premisa de dar sin egoísmo nuestro tiempo y nuestra prioridad para beneficiar a otros, especialmente a los que no lo merecen. Va “más allá del llamado del deber” que es más honrado por siempre por nuestro Salvador. 

La pregunta es, ¿Qué acciones o actitudes harán que desaparezca nuestra posible recompensa?  

Razones por las que pueden ser eliminadas algunas buenas obras 

Jesús advirtió que el orgullo egoísta, centrado en sí mismo, será suficiente causa para perder cualquier recompensa en el Tribunal de Cristo: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 6:1 RVR). 

Luego Él añadió que hacer actividades espirituales como orar, dar, o ayunar “para ser alabados por los hombres” (Mt 6:2 RVR) es causa de descalificación de recompensas. Recuerda: Él hará lo que dice que hará. 

Nuestra salvación es otorgada por gracia a través de la fe y no por obras “para que nadie se gloríe” (Ef 2:9). Presumir o darnos gloria a nosotros mismos no tiene parte en nuestra salvación, ni en nuestro caminar con el Señor. 

Esta actitud de desinterés tiene un alto valor con Dios, así que debemos incorporar esa actitud en nuestra mente y corazón. Él espera que nosotros sirvamos a otros sin presumir o jactarnos de ser importantes. 

Juan advirtió a sus seguidores, “Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo” (2 Jn 1:8). 

Es fácil engañarnos a nosotros mismos para pensar que cualquier cosa que hagamos en círculos cristianos, inclusive solo ir a los cultos de la iglesia, merecerán grandes recompensas siempre y cuando seamos sinceros y no ofendamos a nadie. Pero el “oro” que esperamos recibir, puede convertirse en hojarasca si el orgullo, la voluntad propia, los placeres secretos, la apatía y los valores egoístas motivan nuestras vidas. 

Algunos buscan abusar de la gracia de la salvación a tal punto que pueden pensar que no importa la manera como viven o lo que hacen. Ellos saben que serán perdonados a pesar todo, así que se convencen a sí mismos que no hay consecuencias por sus acciones sensuales, egoístas o desobedientes. Sin embargo, no podemos olvidar que “Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas” (Col 3:25). 

Para aclarar nuestra realidad: nuestra salvación depende totalmente de la obra de Cristo en la Cruz; sin embargo, nuestras recompensas dependen del trabajo o labor de nuestra vida al asociarnos con Él para Su propósito y la expansión de Su iglesia alrededor del mundo. 

El Tribunal de Cristo no es un juicio de nuestros pecados, sino un juicio de nuestras “obras” o “labor”. 

Pablo escribió, “cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor” (1 Co 3:8 RVR).  Esta palabra significa “esfuerzo, dificultades agotadoras y fatigosas, o dificultades” en servir a otros. 

Esta “obra” no tiene nada que ver con el éxito o el tamaño de nuestro ministerio, pero sí con el esfuerzo, la dedicación y el sudor por lo que hacemos para Cristo.  

Pedro añadió, “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (1 P 1:17 RVR). La palabra “temor” es phobos, “miedo” de pérdida o reprensión.

Manos vacías

Pablo continúa, “Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego” (1 Co 3:15 RVR). Él solo será capaz de regocijarse de que su destino no es el Infierno, pero no tiene nada que mostrar debido a una vida desperdiciada en actividades inútiles. 

Las consecuencias de este juicio se las puede ilustrar en lo que le pasó a un amigo mío de California que vio las llamas de fuego que de repente venían de la montaña hacia el patio trasero de su casa. Llamó a su familia para arrebatar lo que pudieran y lo pusieron inmediatamente en el carro. A medida que se alejaban del humo y de las llamas, vieron su casa envuelta en el fuego y ellos habiendo escapado de morir. Cuando escribo esto, ellos todavía están en un refugio con cientos de otras familias que también lo perdieron todo. 

¿Cuántos entrarán al cielo como mi amigo? Por lo menos mi amigo tuvo la oportunidad de rescatar algo de lo que iba a perder, pero en nuestro texto, estos creyentes nunca serán capaces de recuperar todo lo que ellos perderán en el Tribunal de Cristo. 

Todos los creyentes salvos deben insistir “con firmeza, para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres” (Tit 3:8 RVR).  

Pablo escribió, “estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co 15:58). El trabajo de nuestra vida es extremadamente importante para la eternidad. 

Luego veremos qué cosas se nos promete recompensar y qué significarán las recompensas para nosotros, después del Tribunal. Su propósito pronto será evidente. El Tribunal de Cristo no es el fin, sino el comienzo del plan final para los fieles. 

5  ¿Cuál es el propósito de las recompensas? 

Uno de los mensajes de Dios a la humanidad es que vale la pena conocer y servirle a Él a Su manera. Las recompensas por un servicio fiel a otros, por el sacrificio personal para beneficiar a otros, y por sufrir debido a que te identificas abiertamente con Cristo, se mostrarán con inmenso aprecio que Dios expresará por medio de una amplia variedad de recompensas. 

Al ser salvados y aceptados eternamente solamente por gracia, a través de la fe de Jesucristo, lo que hacemos después de aceptar a Cristo en nuestras vidas marcará nuestro futuro para toda la eternidad. 

Las recompensas no son para construir la autoestima u orgullo de uno mismo, sino que cumplirán una función especial en la identificación de los creyentes confiables que reinarán con Cristo para siempre.  

El primer sermón de Jesús (el Sermón de la Monte) concluyó con una promesa de recompensa: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.Gozaos y alegraos, porque vuestro galardónes grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mt 5:11–12, énfasis añadido). 

Las recompensas terrenales a menudo se jactan de los derechos y son momentos de orgullo propio, pero las recompensas de Dios tienen una naturaleza diferente. Estas son recompensas que dan reconocimiento especial y honor a Cristo, no a uno mismo.  

Cristo continuó su mensaje al advertir a la multitud que ellos hicieron sus actos de justicia para ser vistos o alabados por los hombres, por ese motivo ellos no recibirán recompensa en el cielo (Mateo 6:1–6, 16–18). Una sombría advertencia para cuidar en tu corazón.

Cristo honrará, más allá de nuestra imaginación, a aquellos que viven para darle honor a Él por su vida de sacrificio y fidelidad al construir a Su pueblo. Si somos fieles hoy, Él puede confiar en nosotros a futuro. 

Grados de reconocimiento en la eternidad

La base de nuestro reconocimiento no es el éxito o la grandeza de nuestros logros. Nosotros seremos recompensados de acuerdo con nuestra “labor” o “trabajo”, lo cual significa “esfuerzo intenso unido con problemas y fatiga”. 

Ya que es Dios quien da el incremento o los resultados de todos nuestros esfuerzos (1 Co 3:6-7; Col 2:19), Él no recompensaría lo que solamente Él ha realizado, aunque Él busca gente que está comprometida con Su propósito, sin vacilar, sin que le importe la respuesta, el riesgo o la dificultad. Él quiere honrar a aquellos a través de quienes Él fue capaz de producir frutos en las vidas de otros, dando como resultado el honor para Cristo. 

Me acuerdo de un pastor laico de mediana edad que conocí en Bolivia. Él me contó que cada sábado por la mañana, antes del amanecer, él toma un bus cerca de su casa para ir hasta el final del camino, a un pueblo pequeño que está a una hora de distancia. Luego camina hacia una pequeña iglesia del pueblo, que él había iniciado, para asistir al primer culto; luego hace otra caminata a otra aldea para ir al medio día a otro culto, seguido del almuerzo. Luego dos servicios más en la tarde y finalmente llegar a la última aldea, después de que oscurezca, para el culto final, e ir después a la cama a descansar por la noche. Al amanecer el domingo ellos se reúnen para orar y él camina a cuatro aldeas más para completar su circuito el domingo por la noche, y luego ir al pueblo en donde puede tomar un bus para ir de regreso a su casa, a su familia y a su trabajo. Todo este trajín comienza a los 11.000 pies de altura, subiendo hasta los 13.000 pies de altura. 

Nadie le daba ningún salario por hacer esto. Algunos ni siquiera saben de su ministerio hoy. Él solo me contó porque yo le pedí que me cuente acerca de su ministerio. En ese Día, todos nosotros escucharemos esto del Mismo Jesús (1 Col 4:5). ¿Cómo honrarías a alguien así? 

Aunque las recompensas no están categorizadas, me voy a tomar la libertad de agruparlas como Recompensas Generales y Recompensas Especiales. 

Recompensas Generales

Dios evalúa de acuerdo a cómo piensa una persona o lo que dice de sí misma, luego por lo que esa persona desea, luego por lo que esa persona hace en cuanto a sus deseos. Nuestra vida de acciones y ambiciones comienza en nuestros pensamientos y deseos.  

Jeremías 17:10 “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”. Recuerda: no se refiere a cuan “buenos” o morales son, sino de lo que han “hecho” para el ministerio. 

Sembrando para el Espíritusignifica negarse a sus apetitos egoístas, hábitos o codicia, e iniciando esfuerzos para compartir el evangelio e invertir en ayudar o enseñar a otros la Palabra de Dios: Gálatas 6:8-9, “Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” Eso es, cosechar hoy y eternamente. 

Ten cuidado de poner mucha atención a la Palabra de Dios, especialmente a los mandamientos, porque la recompensa de Dios va de acuerdo a la medida de la Palabra de Dios aplicada a nuestras vidas: Mr 4:24 “Les dijo también, ‘Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís,[de lo que oyes u obedeces] os será medido,[o entendido], y aun se os añadirá a vosotros los que oís”.

Ama a aquellos que no te aman. Una buena disciplina es mirar a aquel que es ignorado por otros en medio de la multitud, o a aquel que te critica, se burla de ti, o murmura acerca de ti. Luego decide un curso de acción para ayudar a esa persona y beneficiarla de alguna manera. Mateo 5:46 “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?”. 

Ama a tus enemigos. Este no es un amor sentimental o emocional, sino que es un beneficio práctico a favor de ellos, a propósito: Lucas 6:35 “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande”. 

Nunca dejes de servir al Señor, de hecho, mantente haciendo más, sin desanimarte: 

1 Corintios 15:58 “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.

Cualquier acción insignificante hecha en Su nombre para beneficiar a un seguidor de Cristo siempre será reconocida. Mr 9:41, “Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa”.

Dar hospitalidad, soporte y aceptación a un profeta o a un ministro-misionero es altamente premiado y recordado: Mateo 10:41-42, “El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá.Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa” Esto es repartir sus galardones.  

Cada esfuerzo de proclamar a Cristo valiente y públicamente no será olvidado, sino que será honrado: Lc 12:8 “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios”.

Sea que estés evangelizando o nutriendo-enseñando a otros, no son los resultados lo que se premia, sino que Dios valora la labor o el esfuerzo que pusiste en cuidar a otros.1 Corintios 3:7-8 “Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”.

No importa qué parte tú desempeñas en construir la iglesia porque lo que se evalúa es nuestro esfuerzo y compromiso con la tarea que se nos encargó, seas un portero o un predicador. 

Todos en el cielo están esperando ese Día cuando todos serán recompensados por la manera como vivieron durante su corto tiempo de vida. Todos serán recompensados juntos. Apocalipsis 11:18 “Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra”. Todos los juicios son todavía eventos futuros. 

Debemos dar cuentas de cómo hemos hablado porque Jesús dijo, “de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).  Luego en Mateo 12:36 Jesús añadió, “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio”. Él está buscando cualquier forma de honrarnos por buscar contribuir a los propósitos de Su Reino. 

Debemos poner atención a la Palabra de Dios e incorporarla a nuestra manera de pensar y de vivir. Si nosotros no crecemos en nuestro entendimiento y aplicación de Su Palabra solo nos engañamos a nosotros mismos en cuanto a los galardones futuros.  Lucas 8:18 “Mirad, pues, cómo oís; porque a todo el que tiene, se le dará; y a todo el que no tiene, aun lo que piensa tener se le quitará”.

Los mandamientos, las reglas, los preceptos que están en la Palabra de Dios no son opcionales ni son meras sugerencias, sino que son el plan de Dios para nuestras vidas, lo cual trae consecuencias presentes y eternas.  NTV Salmos 19:11 “Sirven de advertencia para tu siervo,una gran recompensa para quienes las obedecen”.

Haz favores o beneficia a otros de manera anónima, por lo menos ocasionalmente. Nunca hagas cosas para otros de forma que ellos te deban un favor (eso es manipulación), ni para ser apreciado o reconocido por ser una persona generosa. El dar secretamente es una prueba de tu fe. Mateo 6:4 “Entrega tu ayuda en privado, y tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará en público”.

Las recompensas no se reciben el momento de llegar al cielo, sino que todos están esperando el retorno de Cristo para ser recompensados. No podemos imaginar la anticipación de este evento futuro para todos en el cielo.  Mateo 16:27 “Pues el Hijo del Hombre vendrá con sus ángeles en la gloria de su Padre y juzgará a cada persona de acuerdo con sus acciones”.

La característica principal de la fe en Dios. (He 11:6) “es galardonador de los que le buscan”. Él quiere que nosotros vivamos conscientemente y anticipando las recompensas prometidas por nuestras acciones. Apocalipsis 22:12 “He aquí vengo pronto, y mi recompensa conmigo, para pagar a cada uno según sean sus obras”.

El desánimo es el sentimiento de fracaso o de un esfuerzo desperdiciado, pero al ser un seguidor de Cristo, todo esfuerzo para hacerle a Él conocido será honrado, sea que haya tenido éxito o no.  2 Crónicas 15:7, “Pero ustedes, esfuércense; no desfallezcan sus manos, porque su obra tiene recompensa”. 

Nuestras acciones terrenales son observadas y cosechan beneficios tanto ahora como en la eternidad. Este es Su carácter.  2 Samuel 22:25 “Por tanto, el SEÑOR me harecompensado conforme a mi justicia, conforme a mi limpieza ante sus ojos”.

Nuestra respuesta a Sus mandamientos e instrucciones de Su Palabra se perciben como nuestra respuesta a Él personalmente. Él honra a quienes le honran a Él a través de Su Palabra. Proverbios 13:13 “El que menosprecia la palabra se arruinará, pero el que teme el mandamiento será recompensado”.

Una acción que beneficia a otros sin estar teñida de beneficios egoístas es altamente estimada a los ojos de nuestro Señor. Todo lo que hacemos tiene sus consecuencias. Efesios 6:8 “sabiendo que el bien que haga cada uno eso recibirá de parte del Señor, sea siervo o libre”.

Recompensas Especiales 

La naturaleza de estas recompensas especiales no solo es mirar hacia atrás al trabajo de nuestra vida para Cristo, sino que apuntan hacia un propósito u oportunidad futura a fin de seguir sirviendo a nuestro Señor en la gloria. 

Debemos ser fieles para cuidar lo que le pertenece al Maestro. Nunca menosprecies tu ministerio u oportunidades en esta vida. Todos son preparativos para un lugar de servicio mucho más grande.  Mateo 25:21 “Su señor le dijo: ‘Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor’” La naturaleza de la recompensa es una responsabilidad especial para servir con Cristo en el milenio. 

Debemos trabajar como para el Señor, no para la aprobación o aprecio de la gente, pero conscientemente hacer nuestras tareas como si el Señor las hubiera pedido personalmente. Él está buscando a aquellos que le sirvan a Él aunque no puedan verle.  

Colosenses 3:23-24, “ Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensa de la herencia. ¡A Cristo el Señor sirven!”

Ser sabios en llevar a la gente a la justicia, o a la limpieza de Dios y a Su forma de vivir tiene consecuencias eternas. Este versículo sugiere que la manera como seremos recompensados será nuestra posición para siempre.Daniel 12:3, “Los entendidos resplandecerán con el resplandor del firmamento; y los que enseñan justicia a la multitud, como las estrellas, por toda la eternidad”.

Ser perseguido, herido, difamado injustamente, ridiculizado por seguir a Cristo o ser alguien de quien se burlan de cualquier forma es algo bueno que no se debe evadir. Vive para las recompensas del cielo, no para la aprobación en la tierra.   Mateo 5:11-12, “Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo. 12 Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes”.

Lucas 6:22-23  “Bienaventurados son cuando los hombres los aborrecen, cuando los apartan de sí y los vituperan, y desechan el nombre de ustedes como si fuera malo, por causa del Hijo del Hombre. Gócense en aquel día y salten de alegría porque he aquí su galardón es grande en el cielo; pues así hacían los padres de ustedes a los profetas”. Los judíos a menudo trataban a sus profetas como enemigos del estado, así es como hoy deberían ser tratados los cristianos. 

Los beneficios de rendir tu vida para el Reino son para esta vida y para la vida venidera. Los tremendos beneficios de vivir a Su manera serán la norma en el milenio, pero esos beneficios pueden incluso ser experiencias actuales. El precio de esas bendiciones es dejar tus ambiciones egoístas y vivir para Sus metas para tu vida. Lucas 18:29-30, “Y él les dijo:De cierto les digo que no hay nadie que haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por causa del reino de Dios, que no haya de recibir muchísimo más en este tiempo, y en la edad venidera la vida eterna”.

Sus planes de compartir Su gloria con nosotros en el futuro depende de nuestro compartir ahora Sus sufrimientos. Nunca tengas miedo o vergüenza de sufrir por Cristo. Romanos 8:17-18 “Y si somos hijos, también somos herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Porque considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada“. 

La motivación para enfrentar la persecución severa en las iglesias primitivas era la confianza de ser especialmente honrados para siempre por Cristo. Apocalipsis 2:10, “No tengas ningún temor de las cosas que has de padecer. He aquí, el diablo va a echar a algunos de ustedes en la cárcel para que sean probados, y tendrán tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida”.

Nuevamente, el enfoque es que al sufrimiento, a través de cualquier tipo de persecución, sin alejarse de la vida de fe, se le promete la “corona de vida”, la cual es la vida nueva como una corona real, en lugar de una corona literal. 

La promesa es para aquellos que “le aman”, lo cual es evidente en Juan 14:15, “Si me aman, guardarán mis mandamientos.” Tu amor por Jesús, Él lo mide por cuánta atención pones a Sus mandamientos. 

Nuestro Dios prueba quién está buscando tener un compromiso de fe genuino hacia Él, no una fe superficial o emocional. Santiago 1:12 “Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba porque, cuando haya sido probado, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman”.

Inevitablemente, nosotros fijamos nuestros afectos o deseos en lo que más queremos que suceda en nuestra vida: promoción, lotería, éxito, fama, riqueza, prestigio, admiración, etc. Él sabe todo en cuanto a dónde nos dirigimos para hacer o experimentar en la vida. 2 Timoteo 4:8 “Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, el Juez justo, en aquel día. Y no solo a mí sino también a todos los que han amado su venida”.

¿Realmente queremos escuchar – entender  y obedecer cualquier cosa que el Espíritu esté diciendo a las iglesias a través de la Palabra que Él inspiró para nosotros hoy? Apocalipsis 2:7 “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venza le daré de comer del árbol de la vida que está en medio del paraíso de Dios”.

El amor al pecado manchará todo lo que toca y será vergonzosamente evidente.  Apocalipsis 3:4 “Sin embargo, tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestidos y que andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”.

La prioridad de Dios es siempre poner atención a todo lo que Él nos manda a hacer y perseverar bajo cualquier presión que podamos enfrentar. 

Cuando Jesús nos saque de aquí en el Arrebatamiento, todo se va a poner más difícil en la tierra. Somos privilegiados de que se nos ha prometido el Arrebatamiento para llevarnos a la casa antes de que Satanás sea liberado en la tierra. Apocalipsis 3:10 “Porque guardaste la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré a la hora de la prueba que ha de venir sobre todo el mundo habitado, para probar a los moradores de la tierra”.

Hay una advertencia severa en cuanto a perder las potenciales recompensas. La única cosa que Jesús nos dijo que enseñemos fue “que guarden todas las cosas que les he mandado” (Mt 28:20). Ignorar Sus mandamientos, o peor aún, enseñar a descuidar Sus mandamientos tiene serias consecuencias en Su reino y en la eternidad. Mateo 5:19, “Por lo tanto, cualquiera que quebrante el más pequeño de estos mandamientos y así enseñe a los hombres, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos. Pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, este será considerado grande en el reino de los cielos”.

Vivir descuidadamente y con ambiciones egoístas dan como resultado la apatía o a no hacer nada por los propósitos de construcción del Reino de la iglesia. Apocalipsis 3:11 “Yo vengo pronto. Retén lo que tienes para que nadie tome tu corona”.

Cada uno es considerado un edificador, sea que quiera serlo o no. Todos tenemos una esfera de influencia en donde se espera que plantemos las semillas del evangelio y la reguemos hasta que madure, sea en nuestro esposo, hijos, familia, vecinos, compañeros de trabajo o más.  

1 Corintios 3:13-15, “la obra de cada uno será evidente, pues el día la dejará manifiesta. Porque por el fuego será revelada; y a la obra de cada uno, sea la que sea, el fuego la probará. Si permanece la obra que alguien ha edificado sobre el fundamento, él recibirá recompensa. Si la obra de alguien es quemada, él sufrirá pérdida; aunque él mismo será salvo, pero apenas, como por fuego”.

La característica que Dios tiende a honrar es el trabajo voluntario más allá de lo que nos corresponde, la responsabilidad o la tarea. 1 Corintios 9:17 “Por eso, si lo hago de buena gana, tendré recompensa; pero si lo hago de mala gana, de todos modos el llevarlo a cabo me ha sido confiado”. De todas maneras tiene que hacerlo. Puede que no sintamos el deseo de testificar por Cristo o pasar tiempo haciendo discípulos, pero se espera que de todas maneras lo hagamos. Cuánto mejor para nosotros, si de forma voluntaria y entusiasta ponemos todo de nosotros en nuestras oportunidades de ministerio, sean grandes o pequeñas. 

Nuestra seguridad celestial está asegurada, pero nuestras recompensas son condicionales, dependen de nuestro servicio y actitud hacia el Rey. Colosenses 3:23-24 “Y todo lo que hagan, háganlo de buen ánimo como para el Señor y no para los hombres, sabiendo que del Señor recibirán la recompensade la herencia. ¡A Cristo el Señor sirven!”

Es fácil desanimarnos y desilusionarnos cuando somos perseguidos. Por esa razón, es tan especial cuando un hijo de Dios nunca se rinde o nunca cede a presiones o torturas. Dios tiene un propósito inclusive en nuestro sufrimiento. Hebreos 10:34-35 “También se compadecieron de los presos y con gozo padecieron al ser despojados de sus bienes, sabiendo que ustedes mismos tienen una posesión superior y perdurable[a].No desechen, pues, su confianza, la cual tiene una gran recompensa”.

Las recompensas por el sufrimiento por Cristo, sin quejarse o murmurar, son tan descomunales que cualquier sufrimiento humano momentáneo es incomparable. Fue escrito de Moisés en Hebreos 11:26, “Él consideró el oprobio por Cristo como riquezas superiores a los tesoros de los egipcios, porque fijaba la mirada en el galardón”.

Sin recompensas

Dios nos advierte que ciertas acciones pueden causarnos pérdida de recompensas. Las actitudes egoístas, ególatras, de queja, de conveniencia, de desobediencia a los mandamientos, o de falta de amor por los hermanos son algunas de las razones potenciales para que las recompensas sean descalificadas.  2 Juan 8 “Miren por ustedes mismos para que no pierdan las cosas en que hemos trabajado[ sino que reciban abundante recompensa”.

No hay recompensa por amar a tu familia y amigos que también te aman, aunque eso es algo bueno. El amor que cuenta es el amor-de-gracia que decides dar a la gente que no lo merece y que es odiosa en tu vida. Esto le agrada a Dios. Mateo 5:46, “Porque si aman a los que les aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen lo mismo también los publicanos?”.

Las buenas obras hechas con motivos egoístas son ignoradas por Dios. Mateo 6:1-2, “Guárdense de hacer su justicia (buenas obras) delante de los hombres para ser vistos por ellos. De lo contrario, no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos. Cuando, pues, hagas obras de misericordia, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para ser honrados por los hombres. De cierto les digo que ellos ya tienen su recompensa”.

La pretensión de actos de espiritualidad hechos para alardear o pretender estar cerca de Dios en público especialmente para ser visto por los hombres, elimina cualquier reconocimiento de parte de Dios.Mateo 6:5-6, “Cuando ustedes oren, no sean como los hipócritas, que aman orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres. De cierto les digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en secreto te recompensará en público”.

Ver que el vestido, el comportamiento o la expresión de un hombre de Dios son  cosas importantes,esas son cosas totalmente egoístas y por lo tanto descalificadas para las recompensas.  Mateo 6:16 “Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas que desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”.

A menudo deberías practicar hacer buenas obras para otros en privado, de manera que solo Dios sepa lo que has hecho. Esto tiene una gran recompensa. Mateo 6:18 “para no mostrar a los hombresque ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público”.

La actitud del no salvo es que a Dios no le importa cómo vivimos porque Él no recompensará ni castigará a los que hacen mal. Los creyentes nunca deberíamos pensar de esa manera. Sofonías 1:12 “Acontecerá en aquel tiempo
que yo escudriñaré a Jerusalén con linternay castigaré a los hombresque reposan tranquilos como el vino asentado,los cuales dicen en su corazón:‘Jehová ni hará bien ni hará mal’”

Pablo describió a los creyentes como “herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Ro 8:17) y Santiago (2:5) dijo que nosotros somos “herederos del reino que ha prometido a los que lo aman”.

¿Pueden haber creyentes que nunca cambien su estilo de vida? El pasaje importante que debe provocar una seria meditación para los creyentes es Ga 5:19-21, “Manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lujuria, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, divisiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a éstas. En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredaránel reino de Dios”.

Una lista similar se encuentra en 1 Co 6:8-10 en donde concluye, “nilos ladrones, nilos avaros, nilos borrachos, nilos maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Co 6:10 RV). 

Luego añade, “Y esto erais algunos de vosotros, pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Co 6:11 RV).  

El verdadero creyente es transformado de lo que era antes de aceptar a Cristo. No hay “recompensa o herencia” en el reino milenial para el creyente que apaga al Espíritu y se rehúsa a ser transformado por la Palabra de Dios y por el Espíritu, y continúa “practicando tales cosas” en la carne.  

Advertencia:Ganar o perder recompensas es para siempre. No hay una segunda oportunidad. Esta vida es todo lo que tenemos para demostrar nuestra gratitud y fidelidad a nuestro Salvador.  

Pero eso no es todo. Esta vida es un terreno de prueba para determinar quién es confiable y quién no lo es. 

En nuestro siguiente capítulo examinaremos los aspectos de nuestras recompensas en el Reino y por qué esta vida es tan importante para nuestra eternidad. 

  El Tribunal de Cristo

Pocas personas disfrutan de una “evaluación de desempeño” en un trabajo. Los de alto rendimiento tienden a apreciar la oportunidad de demostrar sus esfuerzos. Es como que pocos cristianos toman en serio su próximo juicio y lo que éste implica para toda la eternidad.

La Biblia se refiere al Tribunal de Cristo en tres pasajes: Romanos 14:10-12; 1 Corintios 3:10-4:5; y 2 Corintios 5:1-10. Este tiempo de evaluación es solamente para los creyentes en Cristo Jesús como lo hace evidente 2 Co 5:10, “porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Co 5:10 ESV), es decir, durante su tiempo de vida en la tierra. 

Las promesas de grandes o mega-recompensas para los fieles están conectadas con el regreso de Cristo en 1 Tesalonicenses 2:19-20, “pues ¿cuál es nuestra esperanza, gozo o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo”. Seremos recompensados por todos aquellos a quienes hemos hecho parte de los seguidores de Cristo. 

Uno de los últimos estímulos en la Biblia es “¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap 22:12 RV). El cielo no es la recompensa para los creyentes, sino el lugar en donde se recibirán las recompensas. Las recompensas son algo extra, prometido a sus seguidores fieles. 

Las recompensas cuestionables

Algunos tienen problema con el concepto de recompensas ganadas por nuestras obras cuando la salvación es por gracia y no por obras (Ef 2:8). “Gracia por medio de la fe” es el medio por el cual recibimos la vida de Dios implantada en nuestros seres terrenales. Esta acción nos une eternamente a Dios a través de Su Espíritu que mora en nosotros, como lo dice en 2 Pedro 1:4 “lleguéis a ser participantes de la naturaleza divina”.

Pablo escribió a Tito en cuanto al nuevo nacimiento, “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tit 3:5), luego, unos pocos versículos después, añadió, “para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles a los hombres” (Tit 3:8). 

La salvación es totalmente por fe, sin obras, pero la vida cristiana es por fe a fin de producir buenas obras. 

Cuando Pablo escribió en Efesios 2:8-9 que la salvación es “no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe”, el pensamiento realmente no termina ahí. 

El siguiente versículo comienza con “pues,” que es una palabra que introduce una explicación o propósito de la declaración anterior. La salvación no es el propósito final para el creyente, sino el inicio o introducción a un plan maestro o a una vida que Cristo ha diseñado para cada creyente, “pues somos hechurasuya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Ef 2:10).

El plan misericordioso de Dios fue traer a cada uno de nosotros a conocer a Cristo Jesús como nuestro Señor y Salvador para un propósito que sería parte de un plan maestro que Él hizo “de antemano para que anduviéramos en ellas” (2:10b). 

La salvación tiene un componente terrenal vital al plan que Dios tiene para nuestra generación. Este plan es tan importante para nuestro Señor que Él promete gran recompensa a todo aquel que trabaja duro para cumplirlo durante su tiempo de vida en la tierra. 

Todos son “llamados” a la salvación lo cual incluye una única “hechura” de habilidades descritas como nuestros dones espirituales, talentos, deseos dados por Dios, personalidad, y experiencias que nos equipan para un propósito que Él ha planeado para nosotros.

Él puede no decirnos qué es ese plan porque él quiere que nosotros escojamos obedecer Sus mandamientos en cada área de nuestras vidas y ser sensibles a Sus urgencias en nuestro espíritu para sacrificar nuestras vidas a favor de otros. No hay excepciones al tener un plan que Él espera que nosotros lo cumplamos. 

Se entra a la vida cristiana por gracia a través de la fe, luego se nos manda a añadir a nuestra fe, no para asegurar nuestra salvación, la cual está completa por fe, sino para ser capaces de completar todas las “buenas obras” que Dios ha planeado para que nosotros las cumplamos en Su voluntad. 

Él dijo, “Por esto mismo, poned toda diligencia en añadir a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 P 1:5-7). El plan de Dios para nuestras vidas no puede ser cumplido sin este compromiso a Su voluntad. 

En la medida en que tengamos este compromiso de siete partes para nuestra transformación a fin de ser un reflejo de Cristo, nos convertimos en servidores útiles en Su plan. Pedro escribió, “Si tenéis estas cosas y abundan en vosotros, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo” (2 P 1:8).

Ningún cristiano que entiende las implicaciones de las recompensas debería jamás permitirse ser “inefectivo o improductivo” en la voluntad de Dios.  

Luego Pedro concluyó “De esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 P 1:11). Las recompensas de Dios están dirigidas a un propósito en Su Reino venidero. 

Esta no es una bienvenida universal, sino que está reservada para los “diligentes” que añadieron a su fe estas cualidades. 

Aunque es la gracia de Dios que nos salva, que nos tiene unidos a Cristo, nos empodera para ser victoriosos sobre los pecados personales y nos empuja a iniciar pasos valientes de fe, Dios en Su gracia, ha decidido recompensar al diligente que obedece Su voluntad. “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo” (1 Co 15:10).

Será grandemente recompensada nuestra diligencia personal de no apagar al Espíritu (1 Ts 5:19) o entristecer al Espíritu (Ef 4:30) sino confiar en Su obra en nuestros corazones para desear las obras que Él quiere que hagamos para Su reino, “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil 2:13).  Examina tu corazón: ¿Qué quieres realizar para Su reino? 

Requerirá la llenura del Espíritu (Ef 5:18) para realizar Su propósito para nuestras vidas, como escribió Pablo, “Para esto también trabajo, luchando según la fuerza de él, la cual actúa poderosamente en mí” (Col 1:29).

A medida que aprendemos a estar dispuestos y determinados a aprovechar de ese poder y guía, atreviéndonos a confiar en Él y obedecer Sus mandamientos, complacemos grandemente a nuestro Salvador. “…os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que, de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más” (1 Ts 4:1). Él ha determinado que un estilo de vida obediente reciba recompensas más allá de toda medida. 

Tiempo de juicio

Jesús dio a entender que las recompensas están asociadas con la resurrección, o el rapto de los creyentes a Su venida para reunir a los suyos. Jesús dijo, “Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Cuando hagas banquete, llama a los pobres, a losmancos, a loscojos y a losciegos;  y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos”         (Lc 14:12-14). 

La “resurrección de los justos”, o salvos, sucederá mil años antes de la resurrección final de los no salvos:  “Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Ésta es la primera resurrección” (Ap 20:5).

La primera resurrección está descrita como la venida de Cristo en las nubes y la llamada para resurrección de todos los salvos de la tierra que han muerto, y aquellos que están vivos en ese momento serán transformados en cuerpos glorificados sin ni siquiera morir, y todos serán llevados al cielo para estar con Cristo. 

“El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Ts 4:16-17). A esto se le llama el “rapto”.

Pablo describió este momento como que vendrá “de repente” o rápidamente, tanto que no habrá tiempo para cambiar nuestras vidas o prepararnos para lo que viene después. Él escribió, “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados” (1 Co 15:52).

En ese tiempo reunirá a todos los creyentes para ser evaluados para sus recompensas en “ese día” como dice en 2 Timoteo 4:8, “me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida”. Solo Dios puede determinar quién quiere ser honrado por Cristo más que ser honrado por los hombres o por el mundo. 

El orden de eventos iniciará rápidamente y sin advertencia, comenzando una completa serie de eventos por siete años o más en la tierra, luego pasando al reinado de mil años de Cristo en persona sobre la tierra (Ap 20:2-7), en donde nuestras recompensas serán puestas para su uso. 

Para los creyentes, el “rapto” quita a todos los seguidores de Cristo de la escena terrenal y los lleva a la escena del Tribunal de Cristo (o “Bema”) de Cristo, mientras que los “siete sellos del libro” (Ap 5:1) desencadenan la ira de Dios sobre la tierra en una serie de horrendas plagas y catástrofes sin paralelo en la historia de la humanidad, desde el diluvio. 

Mientras tanto, los creyentes están experimentando el Bemadel Tribunal de Cristo, recibiendo recompensas y premios por su labor y sufrimiento.  “Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro 8:18), tanto en el Bemay luego durante Su Reino en la tierra, en el milenio. 

Preparación para el trono Bema

El Tribunal de Cristo o Trono Bema no es una exposición de castigo o de exposición vergonzosa de todos nuestros pecados. Él prometió que nunca se acordaría de nuestros pecados: “porque seré propicio a sus injusticias,
y nunca más me acordaré de sus pecados ni de sus maldades” (He 8:12).  

El objetivo de Dios en este juicio es recordar todas las obras positivas, sin egoísmo, que han sido hechas por cada individuo para Su honor y Su gloria. Todos los participantes han sido declarados justos por gracia y se les ha dado la justicia de Cristo (2 Co 5:21), por lo tanto este no es un juicio de cuán “buenos” o “justos” somos delante de Dios. Nuestra bondad moral no se evalúa, sino nuestra utilidad para los propósitos de Su Reino durante nuestra vida en la Era de la Iglesia. ¿Cómo nos comparamos con el plan que Él tenía para nosotros? (Ef 2:10).

Castigarnos para mantenernos obedientes 

Todo lo que pasa en el tiempo de nuestra vida está diseñado para prepararnos para ese Día. Como hijos de Dios, somos castigados, lo cual no es un castigo por el pecado o para pagar nuestros pecados, sino que es la disciplina de Dios para enseñarnos que el pecado no paga bien.   

Dios quiere recompensarnos por todo lo que le sea posible, porque Dios quiere que seamos como Su Hijo (Ro 8:29). Él nos castigará, a veces severamente, para tener nuestra atención y ayudarnos a cambiar, y así poder honrarnos al final. 

Algunos no pueden manejar la manera como Dios nos castiga y se vuelven contra Él y Sus caminos. Debemos confiar que Él conoce la mejor manera de hacernos como Su Hijo. “Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señorni desmayes cuando eres reprendido por él” (He 12:5).

Proverbios nos da un indicador para saber en quién confiar, según su respuesta a la corrección: “No reprendas al escarnecedor, para que no te aborrezca;
corrige al sabio, y te amará” (Prov 9:8). Cuando entiendes y aceptas el propósito de Su castigo, aprendes a amar a Dios por haberte corregido. 

La naturaleza del castigo terrenal de los creyentes es para enseñarnos lecciones en cuanto al pecado, egoísmo, rebeldía y desobediencia, que apagan el trabajo del Espíritu en nuestra conciencia, y tiene como objetivo que los creyentes “no seamos condenados con el mundo” (1 Co 11:32). Esta no es una condenación eterna, sino temporal en esta vida. Por ejemplo: Si estás manejando el carro y los ocupantes roban un banco, todos van a ser castigados aunque tú no hayas robado nada.

Pablo vio esta ruptura moral en los creyentes, tal como se describe en Prov 1:24, “Yo os llamé, pero no quisisteis escuchar; tendí mi mano, pero no hubo quien atendiera”.  Su castigo está diseñado para detener el proceso degenerativo, porque Él tiene un futuro más grande para nuestra vidas, en caso de que escuchemos. Su “llamado” y nuestro “escuchar” tienen todo que ver con la manera como respondemos a Sus mandamientos escritos en Su Palabra. 

Él hace todo lo posible para evitar que Sus hijos arruinen sus vidas y renuncien a sus recompensas y potencial futuro en Su Reino venidero  

Ilustración de los Juegos Olímpicos Griegos

De la misma manera, el creyente sabio toma muy en serio el ejemplo de Pablo. Aunque era un Apóstol, él sabía que podía haber trabajado en vano, por lo tanto él tomó medidas extraordinarias para proteger las recompensas que él pueda haber obtenido, para no perderIas en el Trono Bema: “asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado” (Fil 2:16). 

Su práctica de disciplina diaria estuvo motivada por las consecuencias del Tribunal de Cristo, 1 Corintios 9:27, “sino que golpeo mi cuerpo y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”. Cualquier atleta que no cumpliera los requerimientos de entrenamiento para entrar a los juegos o seguir las reglas de la competencia de cada evento, sería descalificado o eliminado. 

Estaba Pablo pensando en el Rey Saúl, que fue exitoso en la “misión” contra los Amalecitas pero, a cambio, destruyó todo, dejando que todos se queden con las mejores cosas para sí. “Entonces Samuel dijo: —¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y sacrificioscomo en la obediencia a las palabras de Jehová?Mejor es obedecer que sacrificar;prestar atención mejor es que la grasa de los carneros.Como pecado de adivinación es la rebelión,como ídolos e idolatría la obstinación.Por cuanto rechazaste la palabra de Jehová,también él te ha rechazado para que no seas rey” (1 Sam 15:22-23). La manera como respondamos a la Palabra de Dios determinará cuán útiles podemos ser para Él.  

Muchos cristianos comienzan su nueva vida con entusiasmo y amor por Cristo junto con un deseo de compartir las “buenas nuevas” de salvación, pero pronto dejan de lado el esfuerzo para aprender cómo testificar o cómo ganar a sus familias y vecinos para Cristo. 

Ellos no dominan la Palabra de Dios para obedecer toda Su sabiduría. Se descalifican a sí mismos de las posibles recompensas por “los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y la hacen infructuosa” (Mr 4:19). Esto es “nada”, sino solo “madera, heno y hojarasca” (1 Co 3:15). 

Pablo quería preservar cada recompensa que pudiera recibir, porque él sabía el valor de lo que está por venir en el Reino de Cristo. Dios no muestra favoritismo por personas (Hch 10:34; Ga 2:6), inclusive un Apóstol puede no ser una excepción a cualquier regla que Dios establece en Su Palabra. 

Este es el significado del “temor del Señor”, es decir, un creyente debe aprender que Dios hará exactamente lo que Él dice que hará. Lea 1 Co 10:1-11 para ver ejemplos de los juicios imparciales de Dios. Si uno no tiene miedo del castigo de Dios por la desobediencia, tiende a ceder a las tentaciones y a la apatía, convirtiéndose en un espectador en lugar de un participante en el juego de la vida. 

Cuando se termine la vida

Nuestro tiempo de vida es la única oportunidad que tenemos para ganar la confianza de Cristo y contribuir a los propósitos de Su Reino, al servir a Su Iglesia. Lo que aprendemos ahora puede tener un impacto directo en los planes que tiene para nosotros en Su Reino milenial.  Las recompensas del Tribunal de Cristo determinarán el rol que desempeñaremos en Su Reino venidero, de acuerdo a lo que permanece después del fuego del Trono Bema(1 Co 3:15). 

El contexto del Tribunal de Cristo Bemava desde 1 Co 3:8 hasta 1 Co 4:5, en donde Pablo concluye con la meta principal de los tratos de Dios en nuestras vidas y lo que debería ser la pasión de nuestro trabajo de vida: “Entonces, cada uno recibirá su alabanza de Dios”.  

Cristo contará la historia de cada uno y luego le honrará a cada uno de acuerdo a cómo ellos se asociaron con Él cuando dijo, “Edificaré mi Iglesia”. Como dice la canción, 

Solo una vida,

Pronto pasará.

Solo lo que se hizo para Cristo.

Permanecerá.

7  Recompensas en el milenio 

En su libro, “7 Hábitos para la Gente Altamente Efectiva” Steven Covey escribió, “los buenos líderes comienzan con el fin en la mente”. Este libro intenta mostrar el cuadro final de la vida cristiana y motivarnos a cumplir nuestro máximo potencial en Su plan para nuestras vidas. 

La era milenial prometida será un período como ningún otro tiempo en la historia humana. Mientras que los cristianos están siendo juzgados y honrados en el Tribunal Bema, Dios ha juzgado a la población de la tierra y los ha encontrado culpables. (Vea el cuadro en el Apéndice p. 86 de la Cronología de los Eventos). 

El Rapto transformará a todos los seguidores de Cristo, nacidos de nuevo, en un instante, a nivel mundial. Esta desaparición repentina de millones de personas será percibida en todas partes. Los evangélicos del mundo hoy somos aproximadamente 7.3% de la población mundial o 550 millones de 7.560 billones (agosto, 2018).  

La ira de Dios será derramada en justo castigo sobre los habitantes no creyentes que permanecen después del “Rapto de todos los creyentes” como se describe en el libro del séptimo sello de Apocalipsis capítulos 5-19. El texto transmite con cada juicio subsiguiente la expectativa de que la humanidad reconocerá la mano de Dios y Su deseo de que se arrepientan y crean en Él, pero sus corazones solo se endurecerán más contra Dios tal como lo hizo el corazón de Faraón (Ex 8:15, 19, 32; 9:7, 34, 35). 

Esos siete años son llamados “la Gran Tribulación” (Mt 24:21; Ap 2:22; 7:14), trayendo destrucción horrorífica y devastación en el mundo entero. 

El milenio comenzará con el mundo en completo caos y tal vez menos del 10% de la población mundial sobrevivirá al Período de la Tribulación de los siete sellos, siete trompetas y siete copas. Lo que sigue es una visión general de la destrucción de la humanidad como se describe en el Libro de Apocalipsis. 

Sobrevivientes de la Tribulación 

Si el Rapto fuera hoy, aproximadamente 550 millones de creyentes evangélicos desaparecerían de repente (1 Co 15:52), reduciendo la población mundial a 7.01 billones de no creyentes. Probablemente se encuentren otros creyentes no incluidos en el número de los evangélicos.

La escena de apertura en Apocalipsis 6 de los cuatro caballos en el Apocalipsis (los primeros cuatro sellos) concluye con la muerte del 25% de la población del mundo por las guerras, las hambrunas y las enfermedades (Ap 6:7-8). Si fuera hoy, ese porcentaje sería 1.8 billones de muertos en los primeros pocos años del Período de la Tribulación dejando una población mundial de 5.21 billones a mitad de los 7 años. 

Para tratar de imaginar la enormidad de esta realidad, hubieron 700 mil muertes en la Guerra Civil del año 1865, 17 millones de muertes en la 1ª Guerra Mundial en el año 1918 y 72,5 millones de muertes en la 2ª Guerra Mundial en el año 1945. El total de las tres guerras (90.2 millones) difícilmente alcanza el 5% de las muertes de los cuatro-caballos ¡en unos 2-3 años! Adicionalmente, un número no determinado de aquellos que escogen creer después del Rapto son martirizados, mayormente decapitados, en la tierra, hasta que Cristo regrese (Ap 6:9-11).

Más tarde, la sexta Trompeta desatará los cuatro ángeles con su ejército de 200 millones, que matarán al 33% del resto de la población mundial, o 1.72 billones de personas, casi lo mismo que los cuatro caballos (Ap 9:14016). En este punto la población mundial será reducida a 3.49 billones de personas, o el 46% de la población del presente día.

Estos números no cuentan el número adicional de muertes debido al martirio, y desastres naturales como terremotos, tsunamis, oscurecimiento del sol (¿ceniza volcánica?) y los movimientos de la superficie de la tierra que moverá islas y nivelará montañas en vastos cambios continentales (Ap 6:12-14). 

Con la apertura del Séptimo Sello, las Siete Trompetas probablemente comienzan cerca de la mitad de los siete años de la Tribulación, lo cual da como resultado una serie de desastres naturales: 

1. Primera Trompeta: 1/3 de los árboles y toda la hierba fue quemada (Ap 8:7)

2.  Segunda Trompeta: 1/3 de los mares se convertirán en sangre, 1/3 de los peces morirán y 1/3 de los barcos serán destruidos (Ap 8:8-9).

3.  Tercera Trompeta: 1/3 de los ríos y manantiales serán envenenados, matando a muchos (Ap 8:10-11). Los números son desconocidos. 

4.  Sexta Trompeta: 1/3 de la humanidad será muerta por los 4 ángeles, como lo dice (Ap 9:14-15).

Ahora, en la narración nos vamos a los días finales o meses del Período de la Tribulación cuando la destrucción se convierte en más severa: 

1.  Segunda Copa: Ahora todo el mar se convierte en sangre y toda criatura del mar muere (Ap 16:3). Aunque no se menciona, esto debe causar inmumerables muertes entre los hombres. 

2.  Tercera Copa: Todos los ríos y manantiales de agua se convierten en sangre, matando a todos los peces de agua dulce (Ap 16:4).

3.  Cuarta Copa: Erupciones solares queman a todos los hombres, lo cual puede causar muertes (Ap 16:8-9).

4.  Séptima Copa: Múltiples desastres mundiales con innumerables e inevitables muertes ocurren durante los cambios en la superficie de la tierra (Ap 16:18-21), incluyendo los mega terremotos que destruyen ciudades y edificios alrededor del mundo con cambios tectónicos de la superficie de la tierra que resultan en desaparición de islas y la nivelación de las montañas. La devastación final es el bombardeo de piedras de granizo de 75-100 lb por toda la tierra, destruyendo y matando a innumerables personas que rehusaron arrepentirse. Nada queda en pie. 

5.  Durante este período 2/3 de la nación judía (población actual de aproximadamente 15 millones) o 9.9 millones de judíos serán muertos de acuerdo con Zacarías 13:8, mientras que el remanente de sobrevivientes serán salvos en la Segunda Venida. 

Después de todas estas catástrofes el Anticristo está todavía capacitado para reunir a una vasta multitud de rebeldes que se reúnen en el valle de Megido en Israel para destruir el último vestigio de Israel y de su Dios. En tres versículos (Ap 19:18-20) Juan describe la culminación del ataque final de Satanás, el cual es destruido, matando a miles de personas, eliminando prácticamente a toda la oposición al reino de Cristo.  

La bestia y el falso profeta serán lanzados vivos al “lago de fuego que arde con azufre” (Ap 19:20), en donde permanecerán solo durante mil años. El restante ejército humano de Satanás será muerto con la “espada que procede de la boca de Aquel que se sienta en el caballo” (19:21).

Los cuerpos de estos muertos son tan numerosos que tomará siete mesespara enterrarlos (Ez 39:9, 12). Estas almas perdidas irán al infierno junto con el resto de los no salvos que están esperando el Juicio del Gran Trono Blanco, al final del milenio. 

El Dragón o Satanás (y sus hordas demoníacas) están atados en el “pozo sin fondo” por mil años, para ser liberados al final del milenio (Ap 20:1-3). 

¡La humanidad sobreviviente está por fin libre! 

El Nuevo Comienzo

Cristo es ya establecido visiblemente como el Rey de reyes y Señor de señores (Ap 19:16) en Jerusalén. 

Lo primero es establecer cuáles de los sobrevivientes del Período de la Tribulación entrarán a Su Reino. Él inicia tomando Su trono, “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria” (Mt 25:31).  Este no es el trono de Dios en el cielo, sino Su trono terrenal desde el cual Él reinará, según los profetas. 

Como escribió Jeremías, “Vienen días,dice Jehová,en que levantaré a David renuevo justo,y reinará como Rey, el cual será dichosoy actuará conforme al derecho y la justicia en la tierra” (Jer 23:5 RV).

Mateo sigue diciendo, “y serán reunidas delante de él todas las naciones (sobrevivientes); entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos” (Mt 25:32 RV).  Solo a las “ovejas” se les permitirá entrar en Su Reino en sus cuerpos físicos, normales para repoblar la tierra en un ambiente perfecto. 

Durante el Período de la Tribulación, será fatal ayudar de cualquier forma a los judíos. Solo alguien que conocía la verdad de la Palabra de Dios se atrevería a semejante acto de valentía. Esta gente ha evitado ponerse la marca de la bestia (Ap 20:4). De otra manera, ellos nunca hubieran sobrevivido hasta este punto. Ellos han puesto en riesgo sus vidas para ayudar a que algunos judíos también sobrevivan. La presión del momento revela la fe genuina. 

Los “cabritos”, por otro lado, han creído en las mentiras satánicas (2 Ts 2:11) y se han unido en la persecución del pueblo judío, rehusándose a demostrar la más mínima consideración. Ellos recibirán el juicio divino que justamente se merecen. Ellos serán lanzados al infierno para esperar el Juicio del Gran Trono Blanco al final del Milenio (Mt 25:41, 46). 

Toda nación y reino que no sirve al Señor “perecerá” y será “totalmente destrozada” (Is 60:12).  

Las “ovejas” habiendo venido de muchas naciones, pronto volverán a sus casas para comenzar el proceso de reconstrucción alrededor del mundo. Todos los que entren al milenio subirán a Jerusalén anualmente a adorar al Rey (Zac 14:16). 

Condiciones en el milenio 

Aunque se refiere al Reino Milenial como a un período de mil años en Apocalipsis 20:2-7, hay poca descripción de las condiciones del planeta en ese pasaje. Muchos otros pasajes, especialmente del Antiguo Testamento, completan los detalles. Las siguientes son algunas de las cosas que sabemos que sucederán. 

Pablo describió que la transformación global ocurrirá cuando Cristo vuelva en Ro 8:18-23.  Toda la creación experimentará la liberación de la esclavitud de la corrupción y la maldición (Gn. 3) a la “gloriosa libertad de los hijos de Dios” (8:21) en la Segunda Venida. 

Toda la creación gime bajo la maldición puesta sobre ella desde el pecado de Adán (8:22). Tal como nosotros deseamos la transformación de nuestros cuerpos, lo cual experimentaremos en la primera resurrección o Rapto (8:23-25), toda la creación anhela el levantamiento de la maldición, la cual ocurrirá a principios del milenio.

Los sobrevivientes de Israel se convertirán cuando ellos reconozcan a Cristo como su Mesías (Zacarías 12:10-14) y será restaurada la nación de Israel bajo el gobierno de Cristo Jesús en Jerusalén. 

Será un tiempo de paz (Is 32:17-18), gran enseñanza de la Palabra de Dios (Miqueas 4:2-4), gozo (Is 61:7,10), y alivio (Is 40:1-2).  Todas las bendiciones de Israel se derramarán por todo el mundo. Será un tiempo de obediencia que viene del corazón (Jeremías 31:33), santidad (Isaías 35:8), verdad (Isaías 65:16) y todos tendrán el conocimiento de Dios (Isaías 11:9; Habacuc 2:14). Jerusalén será el centro político del mundo (Zacarías 8:3). 

Los animales vivirán en paz entre ellos y con todos los hombres (Isaías 11: 6-9; 65:25); las malas hierbas seguirán bajo la maldición de Gn 3 hasta que esta nueva era comience: “el desierto se convertirá en campo fértily el campo fértil será como un bosque” (Is 32:15).  

La humanidad sobreviviente será liberada de toda enfermedad (Is 33:24; 35:5-6; 61:1-2; Ez 34:16).

La tarea inicial en Israel, y en todo el mundo, será reedificar las naciones de su devastación, mayormente debido a la Tribulación. “Reedificarán las ruinas antiguas,levantarán lo que antes fue asoladoy restaurarán las ciudades arruinadas,los escombros de muchas generaciones” (Is 61:4), especialmente en Israel.

Los que entren al milenio con cuerpos naturales después del Juicio de las naciones encontrarán un mundo en el cual la longevidad es algo normal (Is 65:22) y la muerte a los 100 años será considerada de un pequeño “niño” (Is 65:20), y que probablemente será por haber sido “condenado” (65:20) por rebeldía o por rehusarse a seguir el reino de Cristo. Algunos dicen que esto puede implicar que una persona tendrá cien años para venir a la fe en Cristo. Parece que la longevidad de la era pre-Noé es restaurada para que los humanos puedan vivir cientos de años. 

Un ambiente perfecto y una voluntad libre, pero…

Como con toda la humanidad, la fe de una generación puede difícilmente ser traspasada a la siguiente generación. Por ejemplo, después de la muerte de Josué y de los ancianos que le sirvieron a él, “Y murió también toda aquella generación, por lo que la generación que se levantó después no conocía a Jehová ni la obra que él había hecho por Israel” (Jueces 2:10) y comienza la apostasía.  

Con poco o nada que impida la explosión poblacional, generación tras generación será menos y menos familiar con los eventos divinos de la Biblia, la Iglesia y/o la Tribulación. 

Esta misma tendencia ocurrirá en el milenio, tendencia que será impedida solo por el reino de Cristo y de aquellos que están reinando con Él alrededor del mundo. A pesar de un ambiente utópico y santos sobrenaturales supervisando cada nación, habrá un vasto número de no creyentes (“como la arena del mar”) al final del milenio cuando Satanás sea liberado para movilizar la última rebelión (Ap 20:7-10). 

Durante el milenio, Cristo gobernará “con un cetro de hierro”, “él gobernará con vara de hierro” (Ap 2:27; 12:5; 19:15), porque ellos aún son humanos naturales prontos a pecar (aunque sin la tentación Satánica). Sus leyes y mandamientos se harán cumplir y obedecer. Las multitudes que nacen durante el milenio necesitarán escuchar y decidirse a poner su confianza en Cristo, el Rey del mundo. 

La naturaleza humana, diseñada por Dios, siempre debe elegir caminar a la manera de Dios y confiar en Él, o de ir en su propio camino y confiar en sí mismo. Un ambiente perfecto muy pocas veces resulta en gente perfecta. Todos deben elegir.

Las tendencias naturales hacia el egoísmo y autosuficiencia siempre necesitan ser desafiadas y exhortadas a someterse a los mandamientos de Cristo. Alguien debe preocuparse y pacientemente enseñar la verdad, y eso, alrededor de todo el mundo. 

¿Quién gobernará con Cristo en el Milenio? 

Se nos ha prometido que reinaremos junto con Cristo como Rey del nuevo orden mundial. A esto se refiere cuando habla de las recompensas. Este es el inicio de “la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro 8:18). Las recompensas nos darán la autoridad que necesitamos para reinar sobre lugares de la tierra. 

Aquellos que experimentaron el Rapto y el Tribunal de Cristo y que ahora han retornado victoriosos con Cristo a la tierra, comenzarán a reinar con Cristo sobre toda la tierra. Juan dijo, “Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar” (Ap 20:4a RV).

Todo lo que hacemos durante la Era de la Iglesia nos califica para la parte que nos toca desempeñar durante el milenio. Dios está buscando a aquellos en quienes Él puede confiar para reinar con Él a todo nivel en Su Reino universal. Las recompensas distribuidas en el Tribunal de Cristo determinarán nuestra parte. Como hemos visto, no todos serán lo mismo, pero todos tendremos una parte importante. 

En la Parábola de las Minas, Jesús nos dijo que Él determinará quién gobernará y sobre cuántas ciudades, en Su Reino venidero. Aunque esta es una parábola, se la ve como una ilustración para el método que Jesús utilizará para determinar Sus representantes alrededor del mundo. 

La parábola se encuentra en Lucas 19:11-27 al final de Su ministerio terrenal. Una “mina” es una medida de peso: (1.25 lbs. o 1/6 de un talento). En la historia, un hombre noble tuvo que irse lejos para recibir un vasto reino. Él les dio una mina a cada uno de los diez siervos (o 1.25 lbs. de dinero –  si la mina fuera plata hoy día @$15/oz.x20 oz = $3.000; si fuera oro hoy día @ $1300/oz. = $26.000). 

Esperaba que ellos negocien o inviertan estos fondos para ver lo que cada uno puede obtener para su señor antes de que él regrese. No les dijo qué hacer, porque quería probar su creatividad, iniciativa, visión y fidelidad. A su retorno, él examinaría su productividad. 

La conversación fue así: “Se presentó el primero, diciendo: “Señor, tu mina ha ganado diez minas.” Él le dijo: “Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades”. Llegó otro, diciendo: “Señor, tu mina ha producido cinco minas”. También a éste dijo: “Tú también sé sobre cinco ciudades”” (Lc 19:16-19).

Uno de los siervos tuvo miedo de hacer algo, por eso no hizo nada con el dinero que se le confió. Él solo le devolvió el mismo dinero al hombre noble con excusas por su apatía (19:20-22). El hombre noble le dijo que tomen el dinero del siervo improductivo y lo den al siervo más productivo. Se establece el siguiente principio: “Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará” (Lc 19:26). 

Jesús es el hombre noble que da a Sus seguidores las mismas capacidades: el poder del Espíritu, los dones del Espíritu, Su Palabra escrita y una “hechura” única en su vida para ser fructíferos, etc. 

Cuando Él regresa, recompensa a Sus siervos de acuerdo a su productividad en reproducirse haciendo discípulos, modelando los principios de Cristo a un mundo escéptico, y edificando Su Iglesia mundial. Los recompensa dándoles un proporcionado número de ciudades para gobernar en Su nuevo Reino, de acuerdo a sus capacidades y fidelidad. 

A los creyentes que son ociosos, egoístas, centrados en sí mismos, miedosos o desinteresados no se les dará ninguna ciudad ni responsabilidad. Ellos serán sirvientes en el reino venidero con una autoridad disminuida, ¡probablemente por toda la eternidad! Sin embargo, solo el hecho de ser parte del Reino de Dios traerá gran gozo y satisfacción, de acuerdo al nivel de su sed y pasión espirituales. 

La promesa de reinar con Cristo es para cada creyente por los siglos, dependiendo de los resultados del Tribunal de Cristo. Sabiendo que las consecuencias de ese Día serán para toda la eternidad, debemos, cada vez más, estar construyendo, en ese escenario, la anticipación del Rapto. 

Inclusive a los santos del Antiguo Testamento se les prometió que ellos podrían reinar en Daniel 7:27, “y que el reino, el dominio y la majestad de los reinos
debajo de todo el cielo sean dados al pueblo de los santos del Altísimo,
cuyo reino es reino eterno,y todos los dominios lo servirán y obedecerán”Este es un gran privilegio y una responsabilidad inmensa. 

Moisés tuvo la misma visión en Éxodo 19:5-6 que dice lo siguiente: “Ahora, pues, si dais oído a mi voz y guardáis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa”.

De acuerdo a las revelaciones dadas en el Nuevo Testamento, somos privilegiados para compartir también Sus planes mileniales. “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección (rapto); la segunda muerte no tiene poder sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años” (Ap 20:6 RV).  

¿Tienes el conocimiento suficiente para ser un “sacerdote de Dios”, o has desarrollado tu carácter cristiano lo suficiente como para ser un rey responsable al “reinar con Él”? No hay ninguna sugerencia de que en el Rapto seremos repentinamente infundidos con un vasto conocimiento de la Biblia o con un carácter perfecto, como el de Cristo.  

Nuestro cuerpo es transformado a un cuerpo glorificado (Fil 3:20-21; 1 Jn 3:2), y el pecado no nos tentará, ni habrá enfermedad, ni muerte (Ap 21:4). Tendremos forma, y seremos seres sólidos (no seremos espíritus), pero sin limitación para viajar de un lado a otro, aunque las puertas estén cerradas (Jn 20:19-20, 26; Lc 24:39). 

Seremos glorificados con Cristo y nuestros cuerpos serán como el cuerpo de Cristo después de la resurrección. Seremos reconocibles (Lucas 24:36-37), y tendremos la habilidad de desaparecer (Lucas 24:30-31). 

Esto no significa que seremos clones de Cristo o que compartiremos Su omnipotencia o Su omnisciencia, aunque muchos creemos que tendremos un cuerpo en el apogeo de la vida, tal como Cristo, o como en la creación lo tuvieron  Adán y Eva (que no fueron creados como niños). Ya que la gente de “todas las naciones, tribu, pueblo y lengua” (Ap 5:9; 7:9) son mencionados, eso puede sugerir que el distintivo racial y de género continuará en el cuerpo resucitado. Ya que Moisés y Elías “aparecieron en glorioso esplendor” (Lucas 28-30) sugiere que nosotros también tendremos esplendor en nuestra apariencia (también Dan 12:3; Mt 13:43). 

Las preguntas aparecerán en cuanto a nuestro intelecto (aunque tendremos una función perfecta del cerebro), conocimiento, (aunque seremos capaces de aprender rápidamente) y otras cualidades no-físicas que no son mencionadas como habiendo sido cambiadas instantáneamente. 

Especulación:  Algunas características intangibles deben permanecer con quién somos o hemos llegado a ser en esta vida. La razón para el Tribunal de Cristo parece ser la de identificar aquellas personalidades que pueden ser confiables en su forma glorificada para ser co-gobernadores, representando a Cristo alrededor del mundo, teniendo diversos grados y responsabilidades. 

Perspectiva: La población mundial alcanzó 1 billón en el año 1804 por primera vez. Desde 1960 la población mundial ha crecido 1 billón cada 12-14 años. Para el 2024 la población mundial excederá los 8 billones de habitantes. Si el milenio comienza con menos de mil millones de sobrevivientes, es razonable calcular que dentro de doscientos años o menos, la población mundial será equivalente al tiempo presente.  

Doble responsabilidad en el Reino

Tareas de un rey:  Durante la Era de la Iglesia se espera que todos los creyentes aprendan a ser responsables, sabios y capaces de aplicar las verdades bíblicas a las situaciones de la vida, porque esto es lo que ellos estarán haciendo en el milenio.  

Una situación que se desarrolló en la iglesia de Corinto y que requirió de sabiduría para resolverla. “¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar asuntos tan pequeños?” (1 Co 6:2 RV).  

Luego Pablo avergüenza a los creyentes (1 Co 6:5) por llevar a otro creyente a la corte, frente a los no salvos (6:6) en lugar de resolver los conflictos en las iglesias. Eso solo demuestra nuestra incompetencia y falta de sabiduría, sabiduría que necesitamos adquirir ahora para “juzgar al mundo” como co-gobernadores con Cristo. 

Parece que se espera que demostremos, durante nuestra vida, una buena disposición para asumir esas responsabilidades reales, si es que queremos ser parte de Sus planes mileniales.   

Cristo está buscando personas en quién confiar para hacer justicia a Su manera. Personas que conocen Su manera de pensar y Su sentido de lo que es correcto e incorrecto. “¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Co 6:3).  Si tú no puedes hacer justicia ahora, ¿cómo puede Cristo confiarte incluso esferas más grandes de responsabilidad? 

En Apocalipsis 2:26 Jesús promete, “Al vencedor que guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” y en Apocalipsis 3:21 añade, “Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono” ¿Es esto suficiente privilegio para que tú aprendas ahora a ser “perfecto, enteramente preparado para toda buena obra?” (2 Tim 3:17b).

¿Eres capaz de liderar a tu familia e hijos hacia un estilo de vida que agrada al Señor? Inclusive en la iglesia, “El anciano debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, y que tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía” (Tit 1:6 RV). Esta vida es la preparación para el siguiente propósito que Él ha planeado para nosotros, cuando podamos reinar con Cristo. 

¿Sobre qué base gobierna un rey en el milenio? La autoridad y el gobierno son vastamente diferentes en el Reino de Cristo, tanto hoy como en el futuro. Jesús dijo, “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad” (Mt 20:25). 

Luego añadió, “Pero entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor”(Mt  20:26). 

Él concluye diciendo, “y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo”(20:27). Aquí no existe el gloriarse en sí mismo. 

Tareas de un sacerdote: Los humanos que sobrevivan a la Tribulación y al Juicio a las Naciones y que entrarán en el reino de Cristo, probablemente tendrán poco o ningún conocimiento de la Palabra de Dios. Ellos han visto y experimentado algunas cosas maravillosas, pero han sido expuestos a muy poca Palabra de Dios.

Algunos tendrán que enseñar constantemente a cada generación todo lo que Dios nos ha revelado. 

Isaías imaginó este dilema, “Vendrán muchos pueblos y dirán:«Venid, subamos al monte de Jehová,a la casa del Dios de Jacob.Él nos enseñará sus caminosy caminaremos por sus sendas»Porque de Sion saldrá la Leyy de Jerusalén la palabra de Jehová.Él juzgará entre las nacionesy reprenderá a muchos pueblos.Convertirán sus espadas en rejas de aradoy sus lanzas en hoces;no alzará espada nación contra naciónni se adiestrarán más para la guerra” (Is 2:3-4 RV).

Esto es parcialmente, porque nos dijo, “y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt 28:20). Él espera que nosotros conozcamos Sus mandamientos, todos los 370 imperativos y otros mandamientos implicados en el NT ¡porque alguien va a tener que enseñarlos en el milenio! 

Esto es lo que quiere decir con “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mt 6:10). Si no estamos enseñando Sus mandamientos (“Su voluntad”) hoy, ¿podría Él confiarnos que lo hagamos en Su Reino venidero? 

Jesús mira a aquellos que obedecen y que enseñan los mandamientos que 
Él nos ha dado en Su Palabra, como lo más importante en Su reino: “De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (Mt 5:19).

¿Estamos orando y preparándonos para el Día en que Su reino venga a la tierra? ¿Estamos viviendo hoy para enseñar a todos los creyentes a conocer y obedecer toda Su voluntad expresada en los mandamientos que Él ya nos ha dado y que los  hará cumplir en ese Día? 

Las dos responsabilidades del sacerdote y rey a menudo se superponen, especialmente en el Reino de Cristo, pero Jesús nos dio un ejemplo excelente del rol del sacerdocio en Lucas 24:15-33.  

Dos de los discípulos de Jesús habían recién escuchado acerca de Su resurrección y no lo podían creer. Ellos estaban caminando el camino de 7 millas a Emaús desde Jerusalén discutiendo las noticias que habían oído. Un hombre extraño se acerca, haciéndoles preguntas para ver qué es lo que ellos entendieron y creyeron.  

Después de que ellos expresaron todas sus dudas, Él dijo, “¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!” (Lc 24:25 RV). ¿Cuántas veces diremos eso en el milenio? 

Luego Jesús comenzó a explicar todas las profecías cumplidas y por qué había sido necesario sufrir por los pecados de toda la humanidad: “Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (Lc 24:27 RV). ¿Puedes hacer eso tú hoy día? 

Este tipo de encuentro continuó sucediendo durante cuarenta días (Hechos 1:3) y noten cuál fue el enfoque: “A ellos también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios”.

¿Por qué se incluye esta historia en la narración? Mi especulación es que la mayoría de lo que Jesús hizo en la tierra fue para que sea un ejemplo para nuestro ministerio de hoy y en el milenio. Un sacerdote gobernante será responsable de enseñar la Palabra de Dios por todo el mundo y a toda la gente. En esta forma glorificada Él puede aparecerse en medio de ellos como uno de ellos, y enseñarles a obedecer los mandamientos de Cristo. Esta bien puede ser nuestra responsabilidad sacerdotal en el milenio, como Sus embajadores. Sugerencia: Mejor que seamos entrenados hoy para esta tarea a fin de que estemos listos cuando llegue ese día.

Todos estos eventos son solamente el inicio, porque “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto” (Is 9:7 RV) incluso en el “nuevo cielo y “nueva tierra” (Ap 21:1) y por toda la eternidad. 

Conclusión

El NT enfatiza que cada creyente será un “embajador” (2 Co 5:20; Ef 6:20) con “el ministerio de la reconciliación” (2 Co 5:18), y se espera que todos maduren a la imagen de Cristo (Ro 8:29) hasta llegar a ser la “luz del mundo” (Mt 5:14). Esto parece apuntar a un tiempo cuando todos los creyentes literalmente se convertirán en embajadores, reyes, sacerdotes con el ministerio de la reconciliación mientras brillan por todo el mundo en el reino milenial y su población explosiva. ¿Puedes tú ver las implicaciones mileniales de estos títulos por la manera como deberíamos vivir hoy día? 

Hoy en día, todos los roles de liderazgo de las iglesias tienen la función principal de “perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Ef 4:12-13). Cada uno es responsable de aprender cómo hacer el ministerio (no solo el personal remunerado), porque está llegando el día cuando a todos se les entregará funciones ministeriales. 

La perspectiva de largo alcance es cómo la iglesia se convierte en el campo de prueba y transformación para pastorear una vasta población explosiva, a través de todo el mundo, en un ambiente perfecto, bajo el reinado de Cristo en la tierra. Mientras más aprendamos hoy acerca de cómo enseñar la Palabra de Dios y cómo llevar a las personas a Jesucristo, más efectivos seguramente seremos como co-gobernadores con Cristo entre las naciones. 

Por todas las indicaciones, sin embargo, nuestra relación y responsabilidades son establecidas en el Tribunal de Cristo y permanecen intactas a través del milenio y probablemente continuarán así por toda la eternidad.  

Ahora es el tiempo de vivir para Cristo en nuestras vidas diarias y probarnos “fieles en lo poco” (Lucas 19:17) para que Él pueda darnos responsabilidades más grandes para honrar Su nombre ahora y mucho más por todo el mundo milenial y aún más allá.  

Que todos tomemos muy en serio el desafío de estar equipando nuestras vidas para el trabajo del ministerio tanto ahora como en el futuro. 

Índice

  • Gráfico de los eventos durante los 7 días de la Gran Tribulación que siguen al Rapto. 
  • Lista parcial de las Recompensas que se nos darán a todos los creyentes. 

Don Fanning, Revelation, Branches Publications: Pensacola, FL, 2012, p.115

Lista Parcial de Recompensas que serán

 entregadas a TODOS LOS CREYENTES 

   1.  Vida Eterna  –  Jn 3:16; Lc 18:30. 

   2.  Llamados hijos de Dios  –   1 Jn 3:1. 

   3.  Heredaremos todas las cosas   –   Ap 21:7. 

   4.  El Consolador – Jn 14:16; el Espíritu Santo –  Hechos 5:32. 

   5.  Miembros de Su cuerpo, de Su carne y de Sus huesos  –  Ef 5:30. 

   6.  No será borrado nuestro nombre en el libro de la vida  –   Ap 3:5. 

   7.  Obtendremos misericordia  –  Mt 5:7. 

   8.  Seremos sacados de la hora de la prueba (la Tribulación) –   Ap 3:10. 

   9.  Jesús aparecerá por segunda vez –  He 9:28. 

 10.  Participaremos de la primera resurrección  –  Ap 20:6. 

 11.  Dios traerá a los que duermen en Jesús  –  1 Ts 4:14. 

 12.  Los muertos en Cristo resucitarán primero  –  1 Ts 4:16. 

 13.  Llevados para encontrarnos con el Señor en el aire –  1 Ts 4:17. 

 14.  Estaremos por siempre con el Señor – 1 Ts 4:17. 

 15.  Resucitados incorruptibles – 1 Co 15:52. 

 16. Seremos transformados –  1 Co 15:52. 

 17.  Recibiremos un nuevo cuerpo espiritual de carne y hueso –   Lc 24:39. 

 18.  Herederos de Dios –  Ro 8:17. 

 19.  Herederos junto con Cristo – Ro 8:17. 

 20.  Glorificados juntos –  Ro 8:17. 

 21.  Gloria revelada en nosotros –  Ro 8:18. 

 22.  Libertad gloriosa  –  Ro 8:21. 

 23.  Ser hijo de Dios  –  Ro 8:21. 

 24.  Llamados hijos de Dios –  Mt 5:9. 

 25.  Los primeros frutos del Espíritu –  Ro 8:23. 

 26.  Adopción, la redención de nuestro cuerpo  – Ro 8:23. 

 27.  Las bodas  –  Ap 19:7. 

 28. Vestido delino fino, limpio y resplandeciente –  Ap 19:8,14. 

 29.  Invitado a la Cena de las Bodas –  Ap 19:9. 

 30.  Vestido con vestiduras blancas –  Ap 3:5. 

 31.  Caminaremos con Jesús con vestiduras blancas  –   Ap 3:4. 

 32.  sobre nosotros Su nuevo nombre. –  Ap 3:12. 

 33. Jesús escribe sobre nosotros el nombre de Su Dios  –   Ap 3:12. 

 34.  Confortados –  Mt 5:4; Lc 16:25. 

 35.  Veremos a Dios  –  Mt 5:8. 

 36.   Seremos saciados  –  Mt 5:6. 

37.   Recibiremos mucho más en el tiempo presente  –  Lc 18:30 

38.   Jesús confesará nuestro nombre delante de los ángeles de Dios –  Lc 12:8. 

39.   Jesús confesará nuestro nombre delante de Su Padre  –   Ap 3:5. 

40.   Seremos hechos pilares en el templo de Dios –  Ap 3:12. 

41.   No saldremos más de allí –  Ap 3:12. 

42.   Vamos creciendo para ser un templo santo  –   Ef 2:21. 

43.   Edificados juntos para ser morada de Dios  –   Ef 2:22. 

44.   Corona de gozo –   1 Ts 2:19. 

45.   Corona de justicia  –   2 Tim 4:8. 

46.   Corona de vida –   Stg 1:12; Ap 2:10 

47.   Corona de gloria  –  1 P 5:4. 

48.   Los santos retornan con Jesús  –  Zac 14:5 

49.   Los santos aparecen con Jesús en gloria  –  Col 3:4. 

50.   Somos parte del ejército de Dios –  Ap 19:14. 

51.   Le seguimos a Jesús sobre caballos blancos  –  Ap 19:14. 

52.   Criaturas liberadas de la esclavitud de la corrupción   –  Ro 8:21. 

53.   Criaturas entregadas a la libertad de los hijos de Dios  –  Ro 8:21. 

54.   Heredaremos la tierra  –  Mt 5:5. 

55.   Gobernaremos sobre muchas cosas   –  Mt 25:23. 

56.   Entraremos en el gozo del Señor  –  Mt 25:23. 

57.   Autoridad sobre las ciudades  –  Lc 19:17. 

58.   Poder sobre las naciones –  Ap 2:26. 

59.   Reyes para Dios, Su Padre  –  Ap 1:6. 

60.   Sacerdotes para Dios, Su Padre –  Ap  1:6 

61.   Sacerdotes de Dios –  Ap 20:6. 

62.   Sacerdotes de Cristo –  Ap 20:6. 

63.   Reinaremos junto con Cristo por mil años  –  Ap 20:6. 

64.   Doce apóstoles juzgarán a las doce tribus de Israel  –  Mt 19:28. 

65.   Nos sentaremos con Jesús en Su trono  –  Ap 3:21. 

66.   No sufriremos daño en la segunda muerte –  Ap 2:11. 

67.   La segunda muerte no tendrá poder sobre nosotros  –   Ap 20:6.  

68.   El nuevo cielo –  Ap 21:1. 

69.   La nueva tierra –  Ap 21:1. 

70.   Escribe sobre los santos el nombre de la Nueva Jerusalén  –  Ap 3:12. 

71.   Tabernáculo de Dios con los hombres –  Ap 21:3. 

72.   Dios morará con los hombres –  Ap 21:3. 

73.   Seremos el pueblo de Dios  – Ap 21:3. 

74.   Dios será nuestro Dios  –  Ap 21:3. 

75.   Dios enjugará nuestras lágrimas  –  Ap 21:4. 

76.   No más muerte –  Ap 21:4. 

77.   No más tristeza – Ap 21:4.

78.   No más lágrimas –  Ap 21:4. 

79.   No más dolor – Ap 21:4. 

80.   Las primeras cosas pasaron – Ap 21:4. 

81.   Nuestro nombre en el libro de la vida del Cordero  –  Ap 21:27. 

82.   Entraremos a través de las puertas de la ciudad  –  Ap 22:14. 

83.   Preservados para su reino celestial  –  2 Tim 4:18. 

84.   Recibiremos el reino de los cielos  –  Mt 5:3. 

85.   Grandes recompensas –  Lc 6:23; Mt 5:12. 

86.   Los santos heredarán el reino de los cielos  –  Mt 5:10.  

87.   Seremos llamados grandes en el reino de los cielos –  Mt 5:19. 

88.   Un lugar (o mansión) preparado para ti en la casa del Padre  –  Jn 14:2. 

89.   Comeremos del árbol de la vida –  Ap 2:7. 

90.   Comeremos del maná escondido –  Ap 2:17. 

91.   Recibiremos una piedra blanca –  Ap 2:17. 

92.   Un nuevo nombre escrito sobre la piedra blanca –  Ap 2:17. 

93.   Ningún hombre conoce el nombre nuevo, excepto la persona que lo recibe – Ap 2:17. 

94.   Recibimos la estrella de la mañana –  Ap 2:28. 

 95.  Nunca más habrá hambre –  Jn 6:35. 

 96.  Nunca más habrá sed – Jn 6:35. 

 97.  Brillaremos como el resplandor del firmamento –  Dn 12:3. 

 98.   Brillaremos como las estrellas por siempre y para siempre –  Dn 12:3. 

 99.   Brillaremos como el sol –  Mt 13:43. 

100.  Seremos llamados grandes –  Lc 9:48. 

101.  Nuevo nombre de Jesús escrito sobre nosotros  –  Ap 3:12.