Judas 23 “A otros salvad~~, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne.”

Si “la verdad es verdad” entonces las consecuencias de no conocerla o de rechazarla son catastróficas.

El temor del Señor es principalmente el miedo de que Él haga exactamente lo que dice que va a hacer.

Judas había recién ordenado a los creyentes, “Deben tener compasión de los que no están firmes en la fe” (v.22) debido a la influencia de los falsos maestros en la iglesia, quienes provocaron duda de que Dios enviaría a la gente al infierno. Esto suena igual a la Serpiente del comienzo, que dijo “Ciertamente no morirás” (Gé 3:4), aunque Dios había dicho que morirían.

Ahora Judas da un mandamiento en tiempo presente a todos los creyentes, “estén continuamente involucrados en la salvación de otros”. Todo creyente debe tener un propósito evangelístico en su  vida diaria. Juan escribió, “el que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn 3:18).

En 1792, William Carey, un zapatero de la zona rural de Inglaterra escribió, “La demanda de las obligaciones de los cristianos es utilizar los recursos para la conversión de los paganos”.  Carey creía que los pecadores de todo el mundo no tenían esperanza de evitar un infierno eterno a menos que se encuentren con un creyente, en algún momento de su vida, y éste les cuente las Buenas Nuevas de que Cristo murió por sus pecados.

Esto le motivó a viajar a la India para salvar a los hindúes de una eternidad sin Cristo y también para traducir la Biblia a 40 lenguas.

Judas nos ordena “arrebatarlos del fuego”,  significa “agresivamente agarrar algo a la fuerza”. El profeta Amós escribió acerca de Israel, “fuisteis como tizón escapado del fuego” (4:11). Las falsas creencias deben ser expuestas y rechazadas con la verdad de la Palabra de Dios.  Alguien escuchará.

Jesús nos dio ejemplo de ser pacientes con quienes dudan pero también desean saber (Jn 4:10-26; 6:26-59); pero también, francamente les advirtió de la gravedad de su condición perdida a quienes creían en las falsas enseñanzas (Mt 12:1-37; Jn 8:12-59). Comparte el evangelio cinco veces a la semana.

Padre misericordioso, Tú te despojaste de todo para dar salvación y perdón a los seres humanos pecadores.  Enséñame la compasión y el compromiso para hacer mi parte en arrebatar a otros de las consecuencias del pecado.”