Hebreos 13:2 “No os olvidéis~| de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.”
Había muy pocos hostales y eran indecentes, peligrosos o costosos para los ministros itinerantes. Se hospedaban principalmente en casas, donde se les proveía la cama y el desayuno.
Jesús y los apóstoles dependían de esa hospitalidad: “Aconteció que yendo de camin o, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa” (Lucas 10:38).
La hospitalidad podía significar una comida y una breve visita, pero generalmente implicaba la estadía de una noche o un poco más. Hospitalidad significa hacer que otros se sientan cómodos, como en su casa, animándoles, compartiendo verdades y testimonios, y proveyendo para sus necesidades.
En una serie de mandamientos, Pablo incluye el servicio a los ministros, “compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” (Ro 12:13). Pedro describe este servicio: “Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones” (1 P 4:9-10). Lo enfatiza diciendo que el obispo/anciano/pastor debe ser “hospedador” (1 Tim 3:2; Tit 1:8).
3 Juan se enfoca en el ministerio de la hospitalidad, elogiando a Gayo: “Amado, fielmente te conduces cuando prestas algún servicio a los hermanos, especialmente a los desconocidos, los cuales han dado ante la iglesia testimonio de tu amor; y harás bien en encaminarlos como es digno de su servicio a Dios, para que continúen su viaje. Porque ellos salieron por amor del nombre de Él, sin aceptar nada de los gentiles. Nosotros, pues, debemos acoger a tales personas, para que cooperemos con la verdad” (3 Jn 5-8).
Cuando servimos a otros, indirectamente servimos al Señor. Mateo dice, “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mt 25:40).
Siguió ilustrando este ministerio: dar de comer al hambriento, hospedar a los extraños, vestir a los desnudos y visitar a los que están presos a causa de Cristo. Ignorar estas oportunidades de hospedar es dar nuestras espaldas a Jesús (Mt 24:45). ¿Has buscado en la iglesia alguien a quien invitar a comer en tu casa?
“Gracias por quienes se cruzan en mi camino, que podemos ayudar en nuestro hogar. Mantenme alerta para encontrar hoy a alguien a quien Tú quieres que lo bendigamos.”