1 Tim. 4:13 Entre tanto que voy, ocúpate~~ en la lectura, la exhortación y la enseñanza.
Una persona madura hace las cosas correctas cuando nadie lo mira y es capaz de acercarse a Dios por iniciativa propia. Pablo le confió hacer eso al joven Timoteo y establecer la iglesia de Éfeso.
El apóstol Pablo les dijo a las congregaciones inmaduras, “Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene un salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación” (1 Co 14:26). Necesitaban corregir esa confusión.
Unos diez o doce años más tarde, le instruye a Timoteo cómo organizar las reuniones congregacionales: “Ocúpate” en tres actividades principales, sin excluir las otras. El verbo para “ocúpate” significa literalmente “mantener la mente o el oído hacia” alguien. Este es un término náutico que significa mantener una embarcación en un curso específico. Habla entonces de un esfuerzo concentrado.
El primer enfoque de las reuniones congregacionales es “la lectura” de las Escrituras. Hasta ese momento, la mayoría de las epístolas de Pablo ya habían sido escritas, así como los Evangelios sinópticos, Hechos y todas las otras epístolas, excepto los escritos de Juan (su Evangelio, tres epístolas y Apocalipsis) que no fueron escritos sino hasta más o menos 90 años DC, es decir 30 años después. Había pocas copias de los textos y muchos de los creyentes eran analfabetos, por lo tanto, cualquier cosa que debían aprender de la palabra de Dios se les debía leer y luego explicar.
Moisés escribió, “Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos” (Ex 24:7). Josué hizo lo mismo, “No hubo palabra alguna de todo cuanto mandó Moisés, que Josué no hiciese leer delante de toda la congregación de Israel” (Josué 8:35).
Cuando se leían las Escrituras, la congregación debía escuchar la “exhortación” (ánimo, consuelo, ruego o amonestación) del pasaje. El desafío de aplicar los mandamientos y principios de la Palabra es el camino para el crecimiento espiritual.
Finalmente, debe haber “doctrina” (“enseñanza”) o explicación del significado del texto. Las iglesias “perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hch 2:42). A todos se les debe enseñar en qué creer, por qué es importante, y cómo aplicarlo.
“La delicia de mi vida es explicar públicamente Tu palabra. ¡Oh, que Tu palabra fuera escuchada con un compromiso serio!”