1 Tim. 3:12 Los diáconos sean~~ maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas.
Culturalmente, la fidelidad matrimonial no era tan importante en el primer siglo, pero sí era importante mantener la unidad familiar. Las esposas estaban para continuar el nombre de la familia, herencias y procreación y, en la cultura Greco-Romana, las amantes eran algo común. Sin embargo, cuando los hombres se convertían al cristianismo, todo su estilo de vida cambiaba y debían mantener nuevos estándares.
Para los diáconos, el hogar se convirtió en el primer lugar donde probar fidelidad, compromiso a los principios, y disposición de su familia para seguir su liderazgo. Si no había resultado en su familia, no lo habría tampoco en la iglesia. El mismo estándar se estableció para los pastores y obispos (Fil 1:1).
1 Timoteo 3:12 implica mucho más que monogamia. El principio de fidelidad es crucial porque resalta el síntoma de un carácter débil, que afecta a todas las relaciones: “La perversidad del infiel lo destruirá” (Prov 11:3). Inevitablemente, “el infiel será atrapado por su lujuria” (11:6). La falta de confianza en un área se esparce a todas las áreas: “La confianza en un hombre infiel en el tiempo de problemas es como un diente malo y un pie fuera de su articulación” (25:19).
Se espera que los hombres aprendan estos principios bíblicos (especialmente de Proverbios) y así “gobiernen bien a sus hijos y a sus casas también”. Si no son gobernados por esos principios bíblicos en su casa, entonces no tendrán principios y serán también impulsivos en la iglesia.
Tal como un hombre lidera a su familia, así liderará en la iglesia. Ya que los líderes tienen la tarea de madurar a cada hombre para que se convierta en un líder bíblico de su familia y de la comunidad y que sirva a la iglesia, así mismo él debe primero ser ejemplo en su casa. No es cuestión de ser perfecto, sino de ser honesto y transparente, ganándose el respeto, y así otros, especialmente los de su familia, estarán dispuestos a seguir su ejemplo. Conviértete en un aprendiz del mejor ejemplo que tú conozcas.
“Gracias, Señor, por Tu plan para el matrimonio –que solo sirve si los hombres lo escuchan. Haz que mi fidelidad a mi esposa demuestre mi fidelidad a Ti, quien eres el amante de mi alma.”