Fil. 2:14 “Haced~~ todo sin murmuraciones y contiendas.”
Esta noticia impacta y desilusiona: No existe sobre la tierra iglesia perfecta ni organización cristiana perfecta.
Evidentemente, había algunas corrientes ocultas de “murmuración y quejas” en la iglesia acerca de temas que no se mencionan.
Pablo nos recuerda la descripción que Moisés hizo de los Israelitas: “generación torcida y perversa” (Dt 32:20) porque incesantemente se quejaban de sus dificultades y deseaban nunca haber salido de Egipto (Nm 11:1-6; 14:1-4; 20:2; 21:4-5). Nos advirtió que esos quejumbrosos fueron severamente tratados (1 Co 10:10).
El mandamiento de no “murmurar” significa no “murmurar, quejarse, expresar insatisfacción o fastidio”. Incluye hablar en secreto, susurrar acerca de alguien, produciendo descontento, desilusión o sospecha entre creyentes.
Pablo describió el sufrimiento que los Filipenses atravesaban por compartir “la fe del evangelio” (Fil 1:27). Él les enseñó el honor “concedido a causa de Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él” (1:28-30). Posiblemente se quejaban de Dios por permitirles sufrir o porque parecía no tener poder para librarlos de la cárcel.
Lo segundo que les dividía era “argumentar”, “disputar o tener opiniones diferentes”. Pablo exhortó a Evodia y a Síntique que “sean de un mismo sentir en el Señor” (Fil 4:2), sugiriendo que había problemas en el liderazgo de la iglesia. Por eso escribió: “nada hagáis por contienda o por vanagloria” (2:3), dos cosas que generan discusiones.
Toda esa murmuración, disputa y queja, se vuelven rápidamente virales. Aunque estos “temas” no tienen nada que ver con lo medular del mensaje del evangelio de la iglesia, definitivamente desacreditan su posible impacto en los pecadores perdidos. Debemos hacer todo lo posible para que la “luz del mundo” se mantenga resplandeciendo.
“Enséñame a darme cuenta que mi tendencia de quejarme y reclamar por mi situación Tú la miras como desconfianza de Ti y disgusto por lo que Tú has permitido en mi vida y has provisto para mi madurez. Perdóname por no aceptar Tu plan para mi vida.”
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