Ef. 5:2 “Y andad~~ en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.”
Tal como un niño imita a sus padres debido a que tiene su ADN y su misma naturaleza, así los creyentes debemos ser imitadores de la personalidad y cualidades de Dios. Pablo manda: “sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo”.
Luego añade, “Sed, pues, imitadores de Dios” (5:1). El conectivo “y” ata este mandamiento al mandamiento anterior y explica cómo el creyente debería imitar a Dios: caminando en amor como Dios lo hace. Esa es nuestra meta y desafío de vida.
El “Andar” del creyente es el principal enfoque de Pablo a las iglesias: Debemos andar como es digno (Ef 4:1), diferentes del mundo (4:17), en la luz (5:8), y en sabiduría (5:15). Aquí enfoca el caminar o vivir en amor y sacrificio por los demás para atraer pecadores a Cristo.
Así como un niño aprende a dibujar haciendo trazos hasta reflejar la imagen original, el creyente debe estampar su vida y sus prioridades a la semejanza original de Cristo: “a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a Él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen” (2 Co 3:18).
El amor de Cristo fue derramado en nuestros corazones (Ro 5:5) para dar sacrificialmente, ayudar a otros, demostrándoles la maravillosa verdad del amor de Cristo por ellos.
Nada es tan dulce o placentero para nuestro Dios como un hijo de voluntad libre entregando su vida para beneficiar a otros, tal como Jesús viniendo a la tierra.
¿Confías tanto en Dios para darle total libertad de controlar tu vida? ¿Tienes miedo de lo que Él te pida hacer? ¿Piensas que puede costarte tus sueños, ambiciones y seguridad? ¿Confías realmente en Él? Su gozo hará que valga la pena.
“Confieso que pienso mucho en mis necesidades y que quiero pensar solo rara vez en las necesidades de quienes me rodean. Hoy día, Señor, quiero ser Tus manos y pies para cuidar de la gente que pones en mi vida.”