2 Pedro 3:14 “Por eso, queridos hermanos, mientras esperan estos acontecimientos, esfuércense*~ para que Dios los halle sin mancha y sin defecto, y en paz con él.”
Saber el final de la historia quita todo el drama a una película o libro. “En aquel día, él prenderá fuego a los cielos, y los elementos se derretirán en las llamas” (2 Pedro 3:12).
No tiene sentido vivir para las cosas terrenales. ¿A quién le importa cuánto posees si todo va a ser quemado?
“Mientras esperan estos acontecimientos” establece la base para el mandamiento “Inmediatamente esfuércense [sean diligentes] para que Dios los halle en paz” (2 Pedro 3:14aNTV). Los creyentes no deberíamos perder tiempo en lo temporal, sino invertirlo en los propósitos eternos de Dios.
“Urgentemente procuren con diligencia ser hallados por Él”, o “haz lo mejor”, es un recordatorio soberano de que nuestras vidas están siendo evaluadas y que algún día el Señor Jesús Mismo expondrá Su veredicto. Su omnisciencia no se pierde de nada, “pues él sacará a la luz nuestros secretos más oscuros y revelará nuestras intenciones más íntimas” (1 Co 4:5).
Su objetivo es alabarnos por todo lo que Le sea posible. Nuestra fidelidad está determinada por la seriedad con la que complacemos a nuestro Señor, obedeciendo Su palabra.
Pedro menciona tres áreas para el desarrollo del carácter personal: Primera, “paz” de la mente que confía en la Palabra y el poder de Dios en situaciones prácticas.
Requiere de enfoque: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Fil 4:6-7).
Las dos siguientes vienen de vivir a la luz de la pronta venida de Cristo. El carácter del creyente debe ser “sin mancha”, o “de la más alta calidad” y “sin defecto”, “inocente, irreprochable”.
Requiere que diligentemente digamos “no” a las muchas tentaciones. Tu diligencia se mide por la frecuencia con que piensas en el retorno inminente de Cristo, razón por la que resistimos al pecado y al egoísmo.
“Ven pronto, Señor Jesús. Mi corazón anhela estar eternamente en Tu presencia. Mantenme consciente de Tu pronto retorno para así mantener mis prioridades fijas en Tu palabra.”