Gál. 5:16 “Digo, pues: Andad~~ en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.”
¿Qué significa “continuamente andar en el Espíritu? Después de recibir a Cristo, el poder transformador del evangelio (Ro 1:16), que es el Espíritu habitando en cada creyente, comienza a asemejarle a Cristo.
Eso es posible porque somos “fortalecidos con poder en el hombre interior por Su Espíritu” (Ef 3:16), que nos capacita para ser obedientes. Sin el Espíritu somos impotentes frente a la carne.
El Espíritu usa las Escrituras para guiar al creyente a través de la transformación de su vida: “La Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros” (Col 3:16).
Los mandamientos del Nuevo Testamento no son reglas legalistas externas para mostrar espiritualidad, ni comportamientos específicos, sino principios internos de actitudes de amor, cuidado, obligación y sacrificio por los demás, de auto negación, y de una relación con el Espíritu.
Cuando conocemos los mandamientos, el Espíritu Santo nos guía a ponerlos en práctica en beneficio de los demás. El verbo significa “estar continuamente viviendo por el Espíritu”.
Es una transformación progresiva, en armonía con la morada del Espíritu, hasta que Él esté perfectamente cómodo residiendo dentro de nosotros, y nosotros también estemos cómodos viviendo en Su presencia perpetua. Implica que nuestra voluntad o compromiso caminen a la luz de Sus instrucciones de valorar, pensar, priorizar y comprometernos a hacer lo que dice en Su palabra.
El mandamiento “andad en el Espíritu”, da como resultado “no hacer los deseos de la carne” y es paralelo al mandamiento de “vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Ro 13:14). Apenas el creyente conoce las instrucciones inspiradas por el Espíritu y decide obedecerlas, Él le da el poder para hacerlo, creando dentro de sí un nuevo carácter y un nuevo corazón que se parecen más y más a los de Jesús.
No es una experiencia mística sino una elección consciente de obedecer al Espíritu que muestra la voluntad de Dios revelada en Su palabra.
“Gracias por el Espíritu que mora en mí y que trae a mi mente Tus palabras y Tus mandamientos. A medida que los voy conociendo, ayúdame a rendirme a la urgencia que pone el Espíritu en mí para obedecerlos.”