Colosenses 4:2, “Perseverad~~ en la oración, velando en ella con acción de gracias.”
Para muchos, la oración es su último recurso. La “trinchera de la oración” habla de una situación de guerra, en la que oras cuando todo está perdido y solamente un milagro puede salvarte.
Tenemos una sola opción en la vida: O intentamos hacer todo por nuestra cuenta, o nos unimos a Dios en sociedad y le pedimos que se involucre en todo lo que hagamos.
Una de las últimas declaraciones de Jesús fue: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mt 28:18). Si hay alguien a quien quisieras asociarte, es Aquel Quien tiene la autoridad para hacer todo lo que quiere.
Pablo inició Colosenses con una oración, y finaliza con el mandamiento de orar por otros. La oración es el corazón de la comunión del creyente con Cristo y la fuente de su poder contra las fuerzas demoníacas de Satanás (Ef 6:18). El mandamiento es: “continuamente o habitualmente persevera en la oración”, significa, “ser valientemente persistente, o agarrar rápido y no dejarlo ir”.
“Orar en todo tiempo” (Ef 6:18), “sin cesar” (1 Ts 5:17) y “ser constantes en la oración” (Ro 12:12) es el fundamento de un ministerio equilibrado: “persistiremos en la oración y en el ministerio de la Palabra” (Hch 6:4). La oración y la Palabra son la línea de vida del creyente hacia Dios.
“Orar sin cesar” no significa necesariamente vocalizar oraciones a Dios, sino sentir constante Su presencia, llevándole todos los pensamientos, compartiendo todo con nuestro cuidadoso Salvador, Quien “vive siempre para interceder” por nosotros (He 7:25).
“Orar siempre, y no desmayar” (Lc 18:1-8), se basa en querer depender de Dios, reconociendo Su presencia dentro de sí y determinándose a obedecerle completamente.
“Mantenerse continuamente despiertos”, significa “mirar los posibles peligros y dificultades” tanto suyos como de otros. La oración debería saturar cada actividad para Dios, “porque se me ha abierto puerta grande y eficaz, y muchos son los adversarios” (1 Co 6:9). Debemos ser conscientes de las necesidades alrededor de nosotros y traerlas delante del trono, “enfocándonos en los demás”, en lugar de “enfocarnos en nosotros mismos”.
¿Podrías decir que estás agradecido, sin importar lo que te suceda? ¿Podrías orar por las necesidades de las personas con las que te encontraste o viste hoy? ¡Mantente alerta, y ora!
“Padre, Gracias por la confirmación de la efectividad de la oración. Tenemos tanto para agradecerte que es un deleite repasarlos en tu presencia. Gracias por Tu bondad.”