1 Cor 11:1 “Sed~~ imitadores de mí, así como yo de Cristo.”
Todos deberíamos rendir cuentas a alguien, y a la vez encargarnos de alguien. Pablo vivió dieciocho meses con los Corintios, fundó la iglesia y discipuló a los primeros creyentes. Estaba dispuesto a pagar cualquier precio con tal de traer personas a Cristo (1 Co 9:19-23).
Cuando Pablo ordenó hacer “todo para la gloria de Dios” (10:31), sabían que él había vivido para glorificar a Dios, y no a sí mismo. Vieron cómo cedió su derecho de comer y tomar ciertos alimentos para no ofender o distraer del mensaje del evangelio.
Si iban a molestarse, quería que fuera por el evangelio, no por sus costumbres. Vieron también cómo él, igual que Jesús, “se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo”, y cómo “se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte” (Fil 2:7-8).
Pablo consideró que supervisar a alguien, dando ejemplo de los principios y mandamientos de Cristo, era parte vital de la madurez cristiana. Su meta era buscar el bien para los demás (concepto básico del amor). Por eso les dio el mandamiento de “imitarle” a él: “Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis” (1 Co 4:14-16NTV).
En ese tiempo era común que las personas y las iglesias tengan un supervisor. A los tesalonicenses les escribió: “Vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo, de tal manera que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído”.
Pablo vivió diariamente para traer a otros a Cristo, y cada decisión que tomó fue para facilitar esa meta.
No estaba siendo soberbio ni orgulloso porque sabía que no era perfecto, ni lo pretendía ser (Fil 3:12). Era rápido para admitir sus fallas, dejando siempre bien establecidos los principios por los cuales él buscaba vivir (3:13).
Tomó seriamente los mandamientos y las enseñanzas de Jesús, y nos ordenó que desarrollemos esa misma actitud. ¿En tu vida, quién es el líder que mejor modela la vida de Jesús?
“Gracias por los líderes piadosos que Tú has colocado en mi vida. Ellos me animan a caminar contigo diariamente.”