Efesios 5:1 Sed,~~ pues, imitadores de Dios como hijos amados.
El comportamiento de una persona revela su criterio en cuanto a Dios. Si cree que Dios es indiferente hacia el pecado, ella también lo será. Si cree que Dios es crítico y difícil de complacer, ella será crítica. Si su dios es su propia persona, su narcisismo será evidente.
La percepción del creyente acerca de la naturaleza de Dios juega también un rol fundamental en su madurez espiritual.
Pablo concluyó el capítulo 4 con una serie de mandamientos basados en la naturaleza de Dios: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef 4:31-32).
Debemos perdonar porque Dios, en Cristo, nos ha perdonado a nosotros. Al ser el perdón la prueba principal del amor de Dios, también será la evidencia más convincente de nuestro amor por otros. Estar “continuamente siendo imitadores de Dios” significa ser un “seguidor o mimo”. Previamente, Pablo comenzó sus exhortaciones con el mandamiento “vestíos del nuevo hombre, creado según Dios” (4:24), o a la imagen de la naturaleza de Dios.
Efesios 5:2 dice que imitar a Dios significa imitar a Cristo: “Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” Esto se convierte en nuestra fuerza motivadora cuando aprendemos que Él espera que nosotros nos sacrifiquemos en beneficio de otros.
Thomas Keenan describe un fenómeno llamado “impresión”, descubierto por científicos del comportamiento: Cuando un animal joven es expuesto a otro animal o persona, el animal joven lo ve como su “padre”. Pablo nos ordena caminar tan cerca de Dios que Su naturaleza se imprima en nosotros.
Dios tiene dos propósitos al salvarnos: Redimirnos del pecado y de todas sus consecuencias; y, conformarnos “a la imagen de Su Hijo” (Ro 8:29). Esta es la esperanza bendita de los creyentes: “que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal como Él es” (1 Jn 3:2). ¿Cuánto deseas ser como Dios es?
“Gracias, Señor, por aceptarme en Tu familia. Nada me complacerá más que ser como Tú en todos los aspectos. Gracias por Tu Palabra que me muestra cómo imitarte en mi vida.”