1 Cor. 16:10-11 “Y si llega Timoteo, mirad~~ que esté con vosotros con tranquilidad, porque él hace la obra del Señor así como yo. Por tanto, nadie le tenga en poco, sino encaminadle*~ en paz, para que venga a mí, porque le espero con los hermanos.”
Enseñar es el paso siguiente al discipulado. Pablo siempre juntó un equipo para entrenar y enviarlo como misionero. Él quería que todas las iglesias aprendan cómo tratar a los jóvenes siervos de Dios.
El mandamiento de 1 Corintios 16:10-11 no es solo para Timoteo, sino para demostrarnos a nosotros cómo tratar a quienes nos enseñan la palabra de Dios. Timoteo y Erasto fueron enviados a Macedonia (Hch 19:22), mientras Pablo permanecía en Asia (hoy Turquía) terminando su ministerio.
A Timoteo, otros cristianos le dieron la reputación de ser “de buen testimonio” (Hch 16:2-3), y Pablo lo envió a Filipos diciendo: “a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros… ya conocéis los méritos de él” (Fil 2:20-22).
Pablo da tres mandamientos a la iglesia de Corinto en cuanto a ayudar a los ministros jóvenes.
Primero, debían asegurarse que Timoteo esté “sin miedo de lo que le pueda pasar”, es decir que debían “facilitarle por completo” su viaje. Timoteo era digno de honor.
Segundo, nadie debía “tenerle en poco”, o “tratarle con desdén”. Nunca debía ser tratado como un “don nadie”.
Tercero, debían “encaminarle” (16:11), o enviarle “en paz” nuevamente a donde Pablo. Juan escribió acerca de cómo tratar a quienes tenían ministerios misioneros itinerantes: “Le eres fiel a Dios cada vez que te pones al servicio de los maestros itinerantes que pasan por ahí aunque no los conozcas…Te pido que sigas supliendo las necesidades de esos maestros tal como le agrada a Dios; pues viajan en servicio al Señor” (3 Jn 5-7). Ellos debían ser honrados por el bien del ministerio.
Pablo siempre sirvió en un esfuerzo de equipo, considerando a los otros tan necesarios en el ministerio, como él. Por ejemplo, llamó a Epafrodito, “mi hermano y colaborador y compañero de milicia, vuestro mensajero, y ministrador de mis necesidades” (Fil 2:25). El ministerio es un esfuerzo de equipo, no de uno o dos, sino de todos los colaboradores. ¿Construyes el valor de todos tus colaboradores?
“Señor, enséñame a no ser crítico o intimidante sino más bien a ser de bendición para quienes Te sirven con sus vidas. Que todos Tus siervos se sientan apreciados y animados porque los bendigo como Te bendeciría a Ti.”