Rom.14:1 “Recibid~~ al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.”
Pablo guiaba meticulosamente a los creyentes a eliminar prácticas pecaminosas: “…limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios” (2 Co 7:1). El pecado flagrante no es el único peligro en la iglesia.
Muchas disputas no son por violar directamente un mandamiento, y los creyentes piadosos pueden diferir en opiniones. Cuando no hay mandamientos directos, no se puede decir que es pecado. En esos casos, priman otros principios y la unidad de la iglesia debe ser la prioridad. Las actitudes equivocadas pueden causar división, rechazo, espíritu crítico, ruptura de la armonía y la paz, y destrucción de ministerios personales.
Muchos se dividen por preferencias personales o “convicciones” que llevan a criticar a quienes difieren. Las creencias legalistas enfocadas en lo externo pueden convertirse en reglas hechas por hombres que engendran conflicto, falsa culpa, actitudes críticas y desarmonía.
Es importante aclarar los mandamientos para romper ese legalismo posiblemente heredado. Disputas por peinados, maquillaje, vestidos, actividades dominicales, estilo de música, etc., muestran la existencia de problemas espirituales, y la iglesia encontrará armonía solamente aplicando los principios bíblicos.
Una persona es fuerte en la fe cuando puede juntarse con amigos no salvos sin dejarse influenciar, sino más bien influenciándolos positivamente. La fe de una persona es débil cuando tiene que evitar ciertas actividades, gente o lugares para no ser tentado a caer en viejos hábitos de pecado.
El mandamiento para la iglesia es “recibir al débil en la fe”, o “aceptar su compañía, acogerle”. Pablo ordenó: “recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió” (Ro 15:7). Los judíos convertidos tenían reglas fuertes en cuanto a la comida, días especiales, y todo lo relacionado con el paganismo. Los gentiles convertidos tenían una fe mucho más simple, centrada en la Biblia y en lo que ella mandaba, sin añadir ninguna tradición humana. Era fácil para estos dos grupos criticarse mutuamente.
Las diferencias en temas no-doctrinales deben ser respetadas sin dañar el “vínculo de paz” y la unidad en la iglesia (Ef 4:3). ¿Criticas tú a los que tienen convicciones más estrictas que las tuyas, o viceversa?
“Aunque los creyentes nuevos de mi iglesia puedan tener puntos de vista legalistas o quieran cambiar todo, yo prometo mantener Tu actitud de aceptación, perdón y paciencia.”