Rom. 13:4 “Porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme~~; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.”
Existen dos razones para no tener miedo a las autoridades: O estás seguro de obedecer la ley, o piensas que la ley no te castigará. Quienes hacen cosas ilícitas tienen razón de temer, porque la naturaleza humana produce acciones injustas de egoísmo, codicia y venganza.
Dios incluyó la pena de muerte en el gobierno humano: “El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada” (Gn 9:6). En Romanos 13:4, “no en vano lleva la espada” implica que el gobierno puede usar armas contra los civiles desobedientes.
El gobierno es el establecimiento de la justicia autoritaria en cualquier sociedad. La Biblia reconoce esa autoridad y nos dice que oremos para tener condiciones de paz para la propagación libre del evangelio.
Pablo reconoció esa autoridad en su juicio frente a Festo: “Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir” (Hch 25:11). El mandamiento es temer “si haces mal”. La naturaleza humana se inclina hacia la anarquía, la cual el gobierno puede controlar solo mediante el poder o el castigo.
Pablo le dijo a Timoteo, “Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad” (1 Tim 2:1-2).
Para orar eficazmente debemos observar de cerca a las autoridades a fin de orar específicamente, y se debe exponer, confrontar, desafiar o poner en oración cualquier cosa que interfiera con la posibilidad de vivir vidas tranquilas de fe.
Cuando la nación no es “servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo”, Dios en algún momento trae Su justicia sobre esa nación. El estado es el responsable de vengar al inocente, lo cual está prohibido a los creyentes (Ro 12:17-19). Tener miedo es bueno, sea por desobedecer a los padres, gobernantes, o a Dios.
Ninguno de los tres puede ser desobedecido sin recibir consecuencias dolorosas. Acuérdate de orar pidiendo que todos los líderes hagan justicia en sus esferas de influencia.
“Señor, enséñame a tener miedo de desobedecer las leyes de la sociedad que Tú has permitido se instituyan. Quiero que mi vida siempre refleje actitudes que traigan respeto a Tu Palabra.”