1 Tim. 5:22 No impongas con ligereza~| las manos a ninguno, ni participes en pecados ajenos. Consérvate puro~~.
A veces es difícil esperar hasta que el Señor traiga al hombre correcto para un ministerio. Israel forzó prematuramente el tema de un rey, y obtuvo a Saúl. Él tenía todos los rasgos de un gran líder en quien Israel podía gloriarse, excepto una voluntad sumisa y un corazón para Dios.
Aparentemente, la iglesia de Éfeso nombró a algunos ancianos que resultaron ser inadecuados, provocando por eso la discusión acerca de la disciplina a los ancianos desobedientes (1 Ti 5:19-21). El mandamiento era “No imponer las manos con ligereza”. En su entusiasmo de difundir el ministerio, Israel eligió para los roles de liderazgo a hombres inmaduros que no fueron probados.
“Imponer las manos” significa apartar u ordenar para un ministerio específico (los diáconos de Hechos 6:6; misioneros evangelistas de Hechos 13:3; pastores de 1 Ti 4:14 y 2 Ti 1:6) con el pleno respaldo del cuerpo de la iglesia. En las iglesias primitivas los apóstoles apartaban a los hombres para el ministerio (Hch 14:23 Tit 1:5; 1 Ti 4:14).
El mandamiento es no apartar “con ligereza” a los hombres para el ministerio (no ser “pronto, rápido, ligero o de prisa”). “También” de 1 Ti 3:10, (“y éstos también sean sometidos a prueba primero, y entonces ejerzan el diaconado”) implica hacer alguna prueba para calificar tanto a los pastores/obispos como a los diáconos.
Aquellos que son responsables de la aprobación de los líderes enfrentan el riesgo de “identificarse con los pecados de ellos” (como resultado de seleccionar prematuramente a los líderes, sin probar sus requisitos). “Ni participes en pecados ajenos” significa “ser un participante o compartir juntos”. El castigo de Dios puede caer sobre una iglesia no solamente por los pecados del líder sino también por todos aquellos que participaron en su selección, tal como sucedió con Israel por elegir a Saúl.
Saúl parecía ser un gran líder, por eso Israel ignoró la sabiduría ¡y escogió al hombre equivocado! El hombre correcto no iba a llegar sino cuarenta años después. ¿Hubieras tú esperado?
“Señor, queremos creer lo mejor en cuanto a los demás, pero a veces carecemos de sabiduría al ver evidencia de madurez espiritual. Mantennos libres de pecados secretos.”