Diciembre 22. No cumplan solo con su deber.

Lucas 17:10 Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir~~: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.

      La declaración de este versículo es verdadera: somos esclavos comprados con el precio de la sangre de nuestro Señor y se espera que conozcamos y obedezcamos Sus mandamientos.

Podemos hacerlo de manera legalista, cumpliendo la letra de la ley, pero eso solo nos hace siervos improductivos e “inútiles”.
“Inútiles” significa “sin uso ni provecho, sin valor”. El inútil es  como el siervo que recibió un talento de plata de parte de su amo  pero tuvo miedo de hacer algo con él y lo devolvió a su amo tal como se lo entregó (Mt 25:14-23).

Nada indica en el texto que les diera instrucción alguna a los siervos sobre lo que debían hacer con la riqueza que les entregó.  El que no produjo nada sino que se quedó con lo que se le dio fue “inútil” porque fue improductivo.

Los empleadores se frustran cuando todos los días deben decir a sus empleados lo que tienen que hacer.  El mejor empleado sabe lo que debe hacer y usa su ingenio, creatividad y habilidades para hacer exitoso a su empleador y ayudarle a cumplir su misión.  Todo empleador sueña con un empleado así.

La ilustración clásica de este principio es La Gran Comisión. Jesús dijo a los Doce, y a otros que estaban escuchando, que se aseguren de que el Evangelio sea predicado a toda lengua, tribu, pueblo y grupo étnico de la tierra (Mt 24:14; 28:19-20). Él nunca dijo cómo o quién lo debía hacer. Él espera que los siervos productivos lo averigüen para luego poder recompensarlos por su servicio creativo.

El Tribunal de Cristo es básicamente para discernir quién fue “bueno” (“productivo, útil”) y quién fue “malo” (“inefectivo, cobarde”) para el bien del Reino (2 Co 5:10). No se trata de quién fue moralmente bueno o malo, sino de quién contribuyó a expandir el Reino alrededor del mundo sin que se le haya dicho cómo, sino solamente por saber que ese es el deseo de su Salvador.

A este creyente obediente se le promete todos los galardones del cielo. ¿Eres tú?

“Tú significas todo para mí.  Quiero saber qué es lo que deseas hoy para mi vida, y lo haré.  No esperaré a que me des una señal especial, sino que voy a vivir Tu palabra durante todo mi día.”

 

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