Diciembre 3. Comparte con tu maestro.

dic-3-ga6-6-compart-con-maestrosGál. 6:6 “El que es enseñado en la palabra, haga~~ partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.”

     La iglesia primitiva era bastante diferente a la que nosotros conocemos hoy como iglesia. No había campanarios, bancas, púlpito, órgano o piano; de hecho no había edificios sino solamente pequeños grupos de creyentes. Era una tarea constante la de reunirse con esos grupos pequeños, dando instrucciones relevantes que debían ser obedecidas y enseñadas a otros (2 Tim. 2:2), y al mismo tiempo compartían en el culto, intercediendo y ministrando unos a otros.

Llevar a cabo esto toma tiempo y esfuerzo, limitando cualquier posibilidad de ganarse la vida haciendo algún otro trabajo. Si la iglesia quiere extender el reino de Dios, requerirá de ministros a tiempo completo que dediquen sus vidas al evangelismo, discipulado y la preparación Bíblica para enseñar y predicar. Un ministerio de calidad requiere de tiempo de estudio de calidad.

El tema de nuestro texto comienza en el v. 6:1, que va dirigido a aquellos “que son espirituales” (pneumatikos, “un cuerpo dominado por el Espíritu, o dotado espiritualmente”), es decir, aquellos a quien Dios ha ungido para ministrar dentro del cuerpo de la iglesia. Esto no debería motivarle al ministro a pensar de sí mismo “que es algo, cuando no es nada” (6:3), ya que, cualquiera sea el ministerio efectivo que tenga, es debido enteramente al Espíritu Santo.

Cada miembro “llevará su propia carga” (6:5), asumiendo que es un puente hacia el siguiente versículo, por lo tanto algunos tienen que ministrar una enseñanza de tiempo completo, discipulando, aconsejando y exhortando, mientras otros ayudan a sostener a aquellos que les están enseñando. Jesús enseñó que “el obrero es digno de su salario” (Lucas 10:7), lo que Pablo repitió en 1 Tim. 5:18 en el contexto de sostener a los líderes que trabajan a tiempo completo en el ministerio.

Pablo reformula la obligación haciendo una pregunta redundante, “si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?” (1 Cor. 9:11). Luego él da el trasfondo del mandamiento para el ministro del NT, “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio” (1 Cor. 9:14).

Este es un “deber” general de reciprocidad como cuando Pablo estaba tratando de reparar la grieta entre los Judíos y los Cristianos primitivos, y dijo, “Pues les pareció bueno (Gentiles de Macedonia y Acaya), y son deudores a ellos (Judíos); porque si los gentiles han sido hechos participantes de sus bienes espirituales, deben también ellos ministrarles de los materiales” (Rom. 15:27).

Pablo hizo de sí mismo una excepción a esta regla, tal vez por dos razones: (1) Así él sería libre de enseñar a la iglesia en cuanto a la obligación financiera que tiene con su propio liderazgo, sin tener intereses egoístas; (2) Pablo vino al ministerio bajo las órdenes del Mismo Jesús. No era un voluntario, ni respondió a un desafío opcional de seguir a Jesús. Si él no obedecía Su orden de ministrar a los Gentiles, le esperaba una “aflicción” o la ira de Dios. La única cosa que Pablo podía ofrecer a Jesús y a las iglesias fue un ministerio “libre” (1 Cor. 9:16-18).

Si somos beneficiados por las verdades espirituales de la Palabra de Dios que los líderes han descubierto, entendido y comunicado usando de su tiempo, entonces nosotros debemos expresar nuestra gratitud y sociedad con ellos al sustentar su ministerio.

Para poner en práctica este mandamiento hoy, voy a …

 

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