Gal 6:4 Cada cual examine~~ su propia conducta; y si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie.
Los humanos pensamos que somos mejores de lo que en realidad somos. Gradualmente nos volvemos engreídos y eso se nota porque crece en nosotros un espíritu de superioridad e intolerancia que no deja espacio para considerar las necesidades de los demás. La solución es “estar continuamente examinándote a ti mismo” que significa “probado en batalla, aprobado, puesto a prueba para ver si es genuino”.
¿Qué es lo que debemos examinar?:
- ¿A qué tipo de persona te gusta ayudar? “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?”(Mt 5:46).
- ¿Qué te motiva a hacer donaciones a causas nobles? “Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”(Mt 6:2).
- ¿Ayunarías aunque no pudieras contar a nadie de lo que te has privado? “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa”(Mt 6:16).
Cada persona responderá ante Dios por cómo vivió: “su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno” (1 Co 3:13). Podemos perder todas nuestras recompensas si no conocemos las reglas para edificar nuestra vida cristiana.
Podríamos “presumir”, distinto a la “vanagloria” de Gálatas 6:3, donde el enfoque no son nuestros logros, sino lo que Dios ha hecho a través de nuestras vidas: “Digo, pues…, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno” (Ro 12:3).
“No se compare con nadie” significa que ese orgullo no es resultado de comparaciones sino de logros, especialmente cuando beneficiamos a otros. Siéntete bien por servir a los demás.
“Tu palabra es mi guía, pero es atroz para mi orgullo. De todo corazón, quiero agradarte invirtiendo mi vida en Tu reino. Que lo que yo verdaderamente valgo para Ti sea mi sentido de valor en esta vida.”