1 Cor. 15:58, ” Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse~~ firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano.”
Cuando vemos nuestras vidas como el campo de prueba para nuestra vida eterna con Cristo, entonces hemos desarrollado una visión transformada. La conclusión de Pablo después de establecer la gran verdad de la resurrección y de nuestra vida con Cristo, es que se nos ordena estar firmes, siendo inamovibles, crecientemente activos en el servicio a los demás y sabiendo que ningún esfuerzo que hagamos para Él será en vano.
El presente imperativo -estar “continuamente firmes”- se refiere a alguien “colocado o resuelto” en cuanto a la realidad de que la resurrección y los galardones eternos son el valor más grande que vienen de Cristo.
“Inamovible” significa “no [estar dispuesto a] moverse de lado a lado”. La persona “inestable” de Santiago 1 dudó del propósito de Dios en el sufrimiento, convirtiéndose en alguien llevado por las olas del mar. Por eso sabemos que lo que nosotros creemos nos estabiliza o nos hace inestables.
“Abundando” significa “exceder el número esperado o requerido”. Es la misma palabra de Efesios 1:7-8 que describe las “riquezas de Su gracia”. Dios se supera a Sí mismo y nosotros somos inmerecedores de cualquiera de Sus favores. Deberíamos decidir superarnos a nosotros mismos en el servicio a nuestro Rey, ignorando los repetidos consejos de “tomarlo con calma”. Uno de los modelos de esta perspectiva fue Epafrodito, quien “por la obra de Cristo, arriesgó la vida para suplir el servicio” (Fil 2:25, 30).
La gran motivación personal para el creyente es estar “conociendo” el valor de los galardones que Cristo ha planificado para Sus siervos. La palabra conociendo significa “girar tu atención a ese tema, enfocarte en eso y mantenerlo en los pensamientos y valores importantes para ti”.
Aunque no sepamos los detalles particulares, podemos confiar en Él, que nuestro “trabajo [por el reino] no es en vano”. Jesús dijo, “he aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra” (Ap 22:12). Esto no se trata de lo buenos que somos o de cuántas veces hemos asistido a la iglesia, sino de lo que personalmente logramos para el reino. Si Él puede confiar en nosotros para terminar Su tarea ahora, Él nos recompensará con una mayor responsabilidad en la eternidad.
“Señor, guárdame del desaliento en Tu servicio. Enséñame a confiar que Tú me recompensarás cada acto de fidelidad, incluso cuando los demás no lo vean.”