1 Cor. 4:5, “Por lo tanto, no juzguen~| nada antes de tiempo; esperen hasta que venga el Señor. Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón. Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda.”
Qué fácil es ser crítico, incluso ser cínico con la gente y destruir su credibilidad y aceptación frente a los demás. Esas actitudes creen juzgar los motivos e intenciones del corazón y de la mente de alguien.
Hacer el papel de Dios tiene consecuencias peligrosas porque se usurpa el lugar de Dios al juzgar a Sus propios siervos, y porque existe una alta probabilidad de que esos juicios críticos estén equivocados, exagerados o descontextualizados, resultando en crueles injusticias.
Dios le dijo a Samuel: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura… porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” 1 Sam 16:7.
¿Por qué es tan difícil dejar que Dios juzgue a Su pueblo? ¿Podría ser un deseo egoísta de venganza, o simplemente no confiamos que Él hará lo que pensamos necesario para que aprendan la lección? Dios es tan diferente a nosotros.
Pablo escribe que Dios “traerá a la luz las cosas ocultas de las tinieblas y revelará los motivos de los corazones”. Isaías 43:25 dice: “Yo soy el que por amor a mí mismo borra tus transgresiones y no se acuerda más de tus pecados”, “Y nunca más me acordaré de sus pecados y maldades”. El examen o juicio profundo que Dios hace de nuestros motivos interiores escondidos no tiene nada que ver con revelar todos nuestros pecados secretos.
Pedro describió cómo Dios puede hacer esto: “el amor cubre multitud de pecados.” (1 P 4:8). Dios hace esto para ser libre para relacionarse con nosotros. Él escoge no ver lo que ofende a Su santidad. Si Dios pasa por alto, se nos ordena hacer igual con los demás.
El propósito es que: “cada uno recibirá el reconocimiento de Dios.” Él no nos critica ni nos juzga buscando destruir quienes somos, sino más bien, Su inspección busca encontrar hasta el último pensamiento, sueño o motivo que desee honrarle y glorificarle a Él.
Quiere darnos Su “reconocimiento” o “alabanza” frente a todos los santos del cielo. Dios solo quiere alabarnos por nuestra fidelidad. Es todo lo que Él quiere… por tanto, así nosotros debemos también hacer con los demás.
“Perdóname Señor, por ser tan crítico con otros y especialmente por sentirme más espiritual. Enséñame a valorar solamente Tu reconocimiento y alabanza.”