2 Juan 8, “Mirad~~ por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.
Todos queremos recibir el pago completo por nuestro trabajo. Sin embargo, cada contrato contiene cláusulas que, si se violan, pueden anular el pago completo del contrato. Juan no está describiendo nuestra salvación, sino nuestros galardones.
A fines del primer siglo, los falsos maestros invadieron las iglesias con sus doctrinas y personalidades impactantes; y engañaron a muchos seguidores de Cristo con su habilidad para hacer maravillas y milagros fenomenales (Mt 7:21-23). La clave para no ser engañados por falsos maestros es conocer las enseñanzas claras de la palabra escrita de Dios.
La advertencia es que debemos tener una práctica continua de discernir y examinar todas las enseñanzas, filosofías, ideas e historias que supuestamente son guiadas por el Espíritu. Juan ordenó, “no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn 4:1).
Pablo escribió, “Si alguno se cree profeta, o espiritual reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1 Co 14:37). El error siempre se basa en la lógica, deducciones o en ideas que generalmente se añaden a la Escritura, o la tuercen.
Todas nuestras obras para el reino de Cristo se equiparan al “oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca” (1 Co 3:12). Serán probadas por fuego para revelar su genuinidad y “calidad” (3:13). No se nos dice lo que representan estos símbolos, pero el oro, la plata y las piedras preciosas pueden soportar la prueba de fuego, los demás elementos son consumidos y desaparecen.
Si pudiera especular un momento, parece que la madera, el heno y la hojarasca podrían representar las cosas buenas que se hicieron con motivos erróneos o nuestras acciones egoístas que anulan nuestras recompensas.
Juan reveló que los creyentes podrían disminuir sus galardones si se dejan engañar por falsos maestros. Él escribió que el verdadero “amor (es) que andemos según sus mandamientos” (2 Jn 6), pero “muchos engañadores han salido por el mundo” (2 Jn 7). “Cualquiera que (sin ser cauto) “se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios” (2 Jn 9).
La regla con la que todos debemos ser medidos es la “enseñanza” apostólica (2 Jn 10), que junto a las enseñanzas de Jesús establecieron el fundamento de la iglesia (Ef 2:20). Debemos conocerlas y vivir fielmente por ellas.
“El deseo de mi corazón es mostrarte cuánto significas para mí por todo lo que has hecho. Que cualquier recompensa que yo reciba solamente pruebe a todos lo grande que es servir al Rey de reyes.”