Col . 3:23-24, “Y todo lo que hagáis, hacedlo~~ de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís~~.“
En las Escrituras son muy importantes las motivaciones con la que hacemos las cosas. Uno de los principales defectos del esclavo del primer siglo era su falta de motivación para conducirse responsablemente en su trabajo, a menos que lo amenazaran con castigarlo. La tentación del esclavo era hacer lo menos posible.
La prioridad del Nuevo Testamento era esparcir el evangelio sin involucrarse con los problemas sociales. Si el esclavo del primer siglo podía seguir estos principios para honrar a Cristo, entonces cualquier empleado de hoy puede hacerlo.
Un esclavo Cristiano debía obediencia completa a su amo, sirviéndolo “como para el Señor”. La frase “y todo” significa más de lo que se espera normalmente. El tiempo presente dice que debes “estar continuamente trabajando con entusiasmo” (“con toda tu alma”), buscando beneficiar a quienes te rodean.
No debemos servir a los hombres (no debemos agradar a los hombres). Jesús advirtió en Mateo 6:1 que cualquier cosa que se haga para ser visto o aprobado por los hombres no recibirá ninguna recompensa de parte de Él.
Solo el Señor puede saber lo que motiva nuestro comportamiento. Debemos siempre hacer un excelente trabajo, sea que alguien nos mire o no, pensando solo en honrar a nuestro Salvador que nos mira.
Un siervo debe tener en mente dos aspectos motivantes: Primero, cualquier cosa que haga es “como para el Señor y no para los hombres”. El Señor, que mira todo y conoce todo, busca algo para poder recompensarlo. Segundo, debe estar continuamente sabiendo o pensando que “del Señor recibirá la recompensa de la herencia” por su servicio fiel, lo cual hace que valga la pena los esfuerzos de la vida.
Bajo la ley romana, un esclavo no podía heredar nada; sin embargo, Pablo le da al siervo dignidad y esperanza al describir la recompensa que le será entregada personalmente por el Señor.
Aun sin dejar de ser empleados, los creyentes deben servir continua o habitualmente al Señor Jesús por medio de su trabajo. La repetición triple de enfocarse en el Señor dice que el empleado debería repetir constantemente en su mente que su fidelidad es a Cristo, y esa devoción se transmitirá hacia su jefe humano.
Esto facilita el manejo de las más desagradables y duras situaciones de un empleo. Cualquiera sea tu tarea, hazla como para el Señor. ¿Puedes mantener ese enfoque hoy?
“Enséñame Tu perspectiva de cómo vivir para Ti a través de servir a quienes me rodean. Confío que Tú, Señor, recordarás cada detalle, porque todo lo que hago es para Ti.”