Enero 5. Habla y actúa responsablemente.

Santiago 2:12, “Hablad~~ y así haced~~) como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad.”

Tener que rendir cuentas puede ser una experiencia incómoda. Cuando estaba en la universidad, mi compañero Bob y yo nos encontrábamos temprano por la mañana y nos dirigíamos al comedor para trabajar como meseros. Cada mañana, Bob me saludaba diciendo: “Don, ¿estás regocijándote en el Señor?”. Al principio yo respondía: “Sí, más o menos”. Entonces él me desafiaba: “Eso no es suficiente. La Palabra de Dios dice ‘Regocijaos en el Señor siempre”.

Días después, su persistencia me motivó a ir a la sala de oración de nuestro piso para refrescar mi agradecimiento a Cristo por Su sacrificio de gracia. Esa mañana, recuerdo darle a Bob una respuesta afirmativa, a la cual él respondió “¿No es maravilloso? Ahora camina todo el día regocijándote”.

Nosotros debemos “hablar continuamente” y “actuar continuamente” como quienes hemos sido liberados de la condenación del pecado, pero sabiendo que todavía enfrentaremos el Tribunal de Cristo -por cómo hemos vivido en obediencia-. Este Tribunal no determina nuestra salvación, sino nuestros galardones.

Eso significa que nosotros escogemos la manera de ser obedientes. Estos mandamientos dan libertad: No libertad para pecar libremente, sino libertad de la culpa, para elegir seguir Su sabiduría.

El Evangelio es la ley de la libertad porque libera al creyente en Cristo Jesús de la adicción, condenación y castigo del pecado (Ro 8:1), liberándolo para que elija hacer que el reino de Dios sea su prioridad principal, ya que será su eterno hogar. Esta ley de libertad nos libera para seguir al Señor voluntariamente, por amor y gratitud más que por miedo u obligación.

El cristiano debe vivir diariamente a la luz del juicio venidero. Este es el sentir divino de rendir cuentas. ¿Conocemos los mandamientos acerca de cómo debemos hablar? ¿Podemos identificar los mandamientos acerca de cómo debemos actuar? Seremos evaluados por Su palabra y debemos confiar que el Espíritu nos capacita para ser obedientes.  Esto es lo que significa el poder de la llenura del Espíritu: el poder para habilitarnos para ser obedientes.

Pedro nos advierte del abuso de la libertad que se experimenta en la vida Cristiana: “Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios” (1 P 2:16). ¿Quieres ser libre para escoger lo que piensas que es pecado y lo que piensas que no lo es? ¿Te parece demasiado difícil tomar los mandamientos como tu guía personal?

“Qué espantoso pensar que nada se escapa de Tu vista.  Que esto me motive a tomar seriamente todo mandamiento que Tú nos das y a aprender a amarlos.”

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