Gá. 6:7, “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”
Es fácil tener ideas equivocadas o creencias basadas en conceptos falsos. Es esencial que todo lo que pensamos o creemos esté fundamentado en una verdad bíblica. Lo que una persona cree define su manera de vivir.
En Gálatas 5:13-26, Pablo había recién terminado de describir la libertad cristiana, que actúa opuesta a las obras de la carne. “Si vivimos por el Espíritu [personas en quienes habita el Espíritu], andemos también por el Espíritu” [en el poder del Espíritu, capacitados para conquistar las obras de la carne]” (5:25).
El siguiente capítulo inicia: “Si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle…. no sea que tú también seas tentado” (6:1). Debemos apoyarnos mutuamente a ser obedientes a estos mandamientos, sin criticar ni hacernos daño, ni permitiéndonos ser tentados.
Pablo luego advierte a los lectores, “No os engañéis”, implicando que ellos habían estado pensando equivocadamente. Cuando pensamos: “No me pasó nada, entonces supongo que Él me dejará escapar con este pecado secreto”, solo nos engañamos a nosotros mismos. Dios es tardo para la ira (por eso nos pide que también nosotros lo seamos), por eso Él no trae castigo inmediatamente, pero Él nunca deja de hacerlo.
Hay dos razones por las que no es bueno dejar que esos pensamientos equivocados te engañen: Primera, “Dios no puede ser burlado” o “Dios no va a ser puesto en ridículo”. Cuando mostramos rebeldía a los mandamientos de Dios, hacemos que Él se vea como mentiroso por no hacer lo que dijo, o como tonto por no castigarnos inmediatamente. Dios tomará en cuenta esa arrogancia. ¿Eres consciente de los pecados con que crees haberte salido con la tuya? Deshazte de cualquier cosa que te facilite pecar.
Segunda, va a llegar el día de pago, algún momento; en otras palabras, “cosecharás lo que has sembrado”. Nadie puede engañar a Dios; cualquier semilla que plantes en la primavera, nacerá y traerá fruto en el tiempo de la cosecha.
Las semillas de pecados secretos pueden destruir tu reputación, dañar tu ministerio, destruir tus relaciones o llevarte a la muerte. Dios se compromete a librarte del pecado, pero si insistes, Él dejará que el pecado te destruya para que los demás teman.
“Señor, guárdame de creer que a Ti no te importa si es que peco o no, y dame un corazón sensible para saber cuándo estoy justificando mi pecado o presumiendo que puedo salirme con la mía. ¿Por qué quiero ser la excepción de la regla? Me has dado tiempo para ser honesto contigo, pero me engaño a mí mismo pensando que nadie jamás lo sabrá. Hazme honesto delante de Ti.”