Enero 9. Manifiesta lo que Dios puso en ti.

1 Pedro 1:17, “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación”

Como quiera que sea una persona en su interior o en su vida de pensamientos, lo reflejará en su comportamiento. El sincero seguidor de Cristo, que invoca a Dios como su Padre, debe saber que Él es el Juez imparcial de las obras individuales de cada persona.

La idea de llamar a Dios tu Padre viene de Jesús enseñando a orar, “Padre Nuestro” (Mt 6:9). Continúa cuando Pedro dice que hemos “renacido para una esperanza viva” (1 P 1:3). Luego presenta la imagen de nosotros como “hijos obedientes” (1:14) nacidos de una semilla imperecedera (1:23). La cláusula condicional, “si invocáis” puede ser también traducida “ya que te diriges”, lo que muestra una relación continua entre el lector y Dios.

Sin embargo, no deberíamos presumir de la gracia de la misericordia de Dios, tratándola como licencia para pecar impunemente. El creyente debe ser consciente de que Dios juzga “sin acepción de personas”, Él no hace excepciones especiales a Sus hijos. Dios es el Padre-Juez, no es un Papá Noel que solo da “golosinas” y cierra sus ojos ante nuestras maldades. No se dejen engañar. Si somos Sus hijos, entonces debemos esperar Su castigo cuando le desobedecemos (He 12:4-6).

La frase “en temor” (temor reverente) indica que Él está mirando y que no tiene favoritismos para hacer desaparecer nuestros pecados sin antes enseñarnos una lección que nos haga odiar al pecado tal como Él lo odia. Si Él promete castigarnos, entonces mejor deberíamos “temer” Su castigo y vivir evitándolo.

No solo el miedo o el castigo debería motivarnos a liberarnos de la adicción a los hábitos pecaminosos sino también saber que hemos sido “rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres” (He 1:18). Le costó a Dios un terrible sufrimiento ser Justo al perdonar a los pecadores que no merecían Su perdón.

La salvación es principalmente un trabajo interno del Espíritu (“creer o confiar con todo tu corazón”; Hch 8:37 compare con Ro 10:9). Pablo nos está llamando a que “inmediatamente decidamos vivir, de hoy en adelante” lo que el Espíritu ha hecho en nuestro interior. Si confiamos en Él internamente, entonces debemos confiar en Él externamente, en cómo obedecerle. La mente transformada (Ro 12:2) motiva a vivir una vida transformada.

Señor, ayúdame a demostrar cuánto significas para mí. Estoy tan agradecida/o por lo que Tú has hecho por mí y por el gozo de Tu paz en mi vida.  Ayúdame a hacer que Tu presencia en mi vida sea evidente para los demás.”

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