Ro 15:2 “Cada uno debe agradar~~ al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.”
Un área de gran conflicto entre las personas de cualquier cultura está en el ámbito de los derechos personales. Romanos 15:2 trata con el tema del hermano débil y del hermano más fuerte.
¿Quién es el que debe ceder a la convicción del otro cuando existe desacuerdo sobre lo que es correcto o incorrecto?
Los principios que guían la decisión de si se debe o no comer carne ofrecida a los ídolos es aplicable a muchas otras convicciones.
Romanos 15:1 establece, “Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos”. A los “débiles”, se les reconoce por sus “escrúpulos o reglas extra estrictas”.
Los “débiles”, en este caso, son los convertidos que recién se arrepintieron de pecados que los ataban, y a quienes sus emociones de la carne todavía los controla fuertemente. Algunos se convirtieron de una larga lista de pecados. Por un período de tiempo, estos nuevos creyentes son débiles –ellos pueden fácilmente ser tentados a caer de nuevo en sus pecados pasados.
Si ellos quieren ser efectivos en evangelizar a los perdidos, algún momento deberán ser lo suficientemente fuertes para mezclarse con personas adictas a todo tipo de vicios, sin ser tentados. La marca del creyente fuerte es que puede estar cerca de gente con vicios y, en vez de ser influenciado a pecar, él les influencia a voltearse a Cristo y encontrar perdón y liberación de sus pecados.
Mientras tanto, el creyente fuerte debe “agradar a su prójimo para su bien con el fin de edificarlo”. Si está trabajando con creyentes jóvenes que son susceptibles a beber demasiado, entonces el fuerte debería decidir nunca tomar alcohol para no tentarlos desmedidamente.
Pablo escribió: “No destruyas la obra de Dios por causa de la comida [la cual, bíblicamente, eres libre de comer]. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno [o mejor] es no comer carne [ especialmente chancho], ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite” [frente a la tentación] (Ro 14:20-21). ¿Estás dispuesto a renunciar a tu derecho de la comida y a tus hábitos para ayudar a madurar al hermano débil?
“Señor, ¿por qué tengo tanta lucha de renunciar a mis derechos para agradar a quienes me rodean? Perdóname por no cuidarles lo suficiente y por no hacer cosas para otros sin buscar algún beneficio propio.”