2 Cor. 13:11d, “…vivid en paz~~, y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.”
Cuando se reúne un grupo de pecadores, es natural que haya discusiones y desarmonía. Sin embargo, cuando se reúne un grupo que tiene el poder del Espíritu y que están mutuamente comprometidos a obedecer la Palabra, hay una atmósfera diferente, como ningún otro lugar en el mundo.
Este mandamiento de 2 Corintios 13:11 de “estar continuamente viviendo en paz” no se refiere a una paz individual con Dios debido a la redención, sino una paz práctica, de todo el cuerpo, la iglesia, que se logra con un compromiso individual de obediencia, en honor a Su reputación.
Pablo escribió, “Sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.” Aún en la etapa más conflictiva de la iglesia primitiva entre los Judíos cristianos y los Gentiles creyentes el objetivo en el cuerpo de la iglesia era practicar la paz: “Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz” (Ef 2:14-15).
Este “nuevo hombre” no habla de un creyente individual, sino de un nuevo cuerpo de creyentes que vive en paz unos con otros tal como están en paz con Cristo.
El mandamiento se repite en Colosenses 3:15 “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” Este también es un mandamiento plural para que todo el grupo lo obedezca.
El principio de la paz debe gobernar todas las reuniones de creyentes. Se debe cortar cualquier cosa que rompa esa paz. Los desacuerdos se deben resolver bajo la cobertura del principio de la paz. Cuando la paz se rompe, Cristo no es honrado, Su iglesia cae en desgracia, y es apagado Su Espíritu.
“Vivid en paz” no es solamente una buena idea sino un mandamiento a obedecer. Puede significar morir al egoísmo, orgullo, auto-exaltación, presunción e independencia con el fin de mantener la paz. Además, viene con una promesa especial, “el Dios de paz y de amor estará con vosotros”. ¿Estás tú en paz con los demás? Y, ¿demuestras amor con los hermanos que conoces?
“Señor, Tú me has dado una paz tan maravillosa en mi espíritu, y ahora me pides que esté igualmente en paz con mis hermanos y hermanas en Cristo. Enséñame a ser sensible y a evitar esas cosas que apagan la paz entre los hermanos.”