Gál. 5:13a “Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis~| la libertad como ocasión para la carne.”
Un sacerdote discutía conmigo acerca de la salvación que es absolutamente por gratuita gracia, y él decía que esto solo resultaría en una licencia para pecar libremente. Esta es la vulnerabilidad de las Buenas Nuevas del evangelio: Si el hombre está completamente perdonado de todos sus pecados, ¿cómo debe vivir?
La humanidad vive bajo la atracción de las adicciones al alcohol, las drogas, las pasiones sexuales, la violencia, la codicia y muchas otras formas de esclavitud. Jesús dijo, “De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado.” (Jn 8:34). Mientras más se consiente en su libertad egoísta, más se esclaviza al pecado.
Pablo declara: “llamados a la libertad.” La vida Cristiana no es una esclavitud legalista ni libertinaje. El propósito de la ley del AT era revelar el pecado en su horror y llevarnos a buscar el perdón en Cristo: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” (Gá 3:24).
Por otra parte, el NT promete la justicia perfecta que será imputada o acreditada al creyente, una vez y para toda la eternidad, haciéndolo aceptable ante Dios. Luego nos da mandamientos que nos enseñan cómo pensar al ser familia redimida de Dios, y cómo vivir responsable y desinteresadamente para los demás. Los mandamientos son para revelar las actitudes que reflejan la mente de Cristo, por medio de la cual el Espíritu otorga poder a los creyentes para vivir de manera santa y libre en un mundo pecaminoso y esclavizador. Los mandamientos del NT liberan, no esclavizan.
Se nos ordena “no usar la libertad como ocasión para la carne.” La “carne” no se refiere al cuerpo físico sino a los apetitos pecaminosos que esclavizan. Cristo no da libertad a los creyentes para que hagan lo que ellos quieren, sino lo que Él quiere. Pedro escribió, “como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios.” (1 Pe 2:16).
“Su salvación es tan incondicional que estamos agradecidos eternamente, pero a veces nos engañamos a nosotros mismos en pensar que podemos pecar una vez más. Perdóname, Señor, por desear lo que tú detesta y dio tu vida para poder perdonar.”