1 Pedro 4:13 “Sino gozaos~~ por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría.“
Hay compañerismo cuando la gente sufre junta, aún si esto fuera por un período corto de tiempo. Parece que mientras más sufren juntos, más cercanos se vuelven y más agradecidos están por su amistad.
Si estamos en el mismo equipo de nuestro sufriente Salvador, tal vez no deberíamos esperar ser populares, porque Él no lo fue. La razón para gozarse ahora es doble: Primero, porque compartimos una experiencia con Jesús; y segundo, porque en el día de Su retorno le espera algo especial al creyente que no se avergonzó.
Pablo escribió a los Romanos, “Somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Ro 8:16-17).
Si nos identificamos con Cristo en la afrenta que recibe de este mundo, entonces eso demuestra que nuestra fe es genuina. La profundidad de nuestro gozo cuando nos encontremos con Él en gloria será directamente proporcional a nuestra disposición de sufrir ahora, con Cristo.
No se está refiriendo a sufrir por enfermedad, errores, accidentes o consecuencias por decisiones necias lo cual no tienen nada que ver con el ministerio o con identificarse públicamente con Cristo.
El siguiente versículo lo describe así: “Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el Espíritu glorioso de Dios reposa sobre vosotros” (1 P 4:14). Esto podría referirse a recibir abuso verbal, a ser vilipendiado, ridiculizado o calumniado.
Pedro no podía olvidar las palabras de Jesús, “Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias” (Mt 5:11NVI).
La persona que sufre este tipo de ataque recibe una gracia especial que fortalece su ser interior para permanecer fiel a Cristo Es causa de profundo gozo saber que el Señor observa nuestras experiencias amargas y que Él está con nosotros, compartiendo nuestro dolor.
Además, Él hará que eso, en Su gloria, sea más valioso de lo que imaginamos. Anímate hoy a no avergonzarte.
“Que hoy día yo experimente el compañerismo de los que no se avergüenzan y valientemente se ponen, con orgullo, la bandera de Cristo en su pecho.”