1 Pedro 4:12 “Amados, no os sorprendáis~| del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese”.
Los primeros cristianos estaban sorprendidos de cómo los odiaban. Jesús nos advirtió: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha abo-rrecido antes que a vosotros” (Juan 15:18).
Los cristianos no deberíamos sorprendernos del comportamiento de los no creyentes.
La persecución y el sufrimiento son parte del plan de Dios para perfeccionar a los cristianos. Pedro escribió: “En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 P 1:6-7).
La frase, “si es necesario”, significa que algunos pueden evitar esa experiencia, por lo menos su gravedad, pero no todos. Pedro nos da estas instrucciones acerca de la persecución:
Falsas Acusaciones: “Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al consider-ar vuestras buenas obras” (1 P 2:12).
Ridiculizar: “No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, …” (1 Pe 3:9).
Difamación: “A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan” (1 P 4:4).
Los hombres y mujeres de Dios que se plantaron firmes por el evangelio han sido mundialmente ridiculizados, torturados y asesinados. Millones han pasado por mucho mayor sufrimiento del que nosotros enfrentaremos jamás, sin mencionar lo que nuestro Salvador sufrió por nosotros. ¿Cómo nos pararemos frente a nuestro Salvador con regocijo si estuvimos avergonzados de Él en nuestro pequeño mundo y en este corto tiempo en la tierra?
Pablo lo dijo así: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Ro 8:18). Medita en cuánto estás dispuesto a sufrir por Cristo.
“Ayúdame a anticipar la censura de los no creyentes y a aceptar sus rechazos con Tu gracia y paciencia hacia ellos.”