Febrero 7. Estén alertas y sobrios ante el diablo.

1 Pedro 5:8 “Sed sobrios*~, y velad *~; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar”

En la vida Cristiana se nos llama a “decidirnos urgentemente a ser sobrios y a estar alertas” porque el enemigo ¡está al acecho! 

Ser “sobrio” significa “estar calmado y sereno en espíritu, moderado y desapasionado”. Esta actitud nos permite mirar la realidad con una mente clara, con pleno control de nuestra propia disposición. En la llenura del Espíritu, este atributo se convierte en una de las características que marcan a una persona llena del Espíritu (Gá 5:22).

Estar “alerta” significa “despertar, mirar, o dar atención [especialmente a la revelación de Dios]”, o “estar alerta frente a las oportunidades y peligros, tanto de fuerzas internas como externas, que buscan dañarlo o destruirlo”.

Jesús le advirtió a Pedro antes de su traición: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte” (Lc 22:31-32). Al cabo de pocas horas, Pedro no había estado alerta ni había orado (Mt 26:41), lo cual lo llevó a negar al Señor Jesús.

Satanás, tal como se nos ha dicho, acusa al Cristiano en la presencia de Dios (Ap 12:10), tal como lo hizo en los tiempos del Antiguo Testamento (Zac 3:1-5 y Job 1:6). Además, el mundo está bajo el poder del “maligno”. El salmista escribió, “Abrieron sobre mí su boca. Como león rapaz y rugiente” (Sal 22:13). Pedro describió a Satanás como “como león rugiente en busca de alguien para devorar”. Los humanos no somos rivales con este enemigo más poderoso.

Jesús les enseñó a Sus discípulos a orar, “más líbranos del mal” (Mt 6:13). Juan declaró que los creyentes “han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Ap 12:11); sin embargo, el creyente debe estar siempre alerta “ante las acechanzas del diablo” (Ef 6:11) y debe protegerse con la armadura espiritual (Ef 6:11-18).

Martín Lutero escribió: “El príncipe de la oscuridad desoladora, no temblaremos, no por él; su ira podremos aguantar, porque ¡he aquí! su fatalidad está asegurada. Una pequeña Palabra lo talará.”

Señor, cuídame de ser engañado por el maligno.  Que pueda yo evitar las reacciones emocionales frente a las circunstancias de hoy y que, a cambio, pueda ver cada encuentro como una divina oportunidad para compartir Tu sabiduría.


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