Marcos 11: 25 “Y cuando estuviereis orando, perdonad,~~, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también a vosotros vuestras ofensas.”
La unión entre Cristo y Sus hijos es tal, que cualquier desarmonía rompe el libre fluir de la bendición de Dios.
La relación entre un creyente y Cristo no es mejor que su relación con los demás. Si esperamos que Cristo nos escuche, debemos entonces escuchar nosotros lo que Él enseñó.
Si queremos que nuestras oraciones sean escuchadas, no solo necesitamos fe para una oración efectiva (Mr 11:23) sino que todas nuestras relaciones estén sanas mediante el perdón, por lo menos de nuestra parte. En el modelo de oración de Jesús (Mt 6:9-13) el quinto elemento es “perdonar a quienes nos ofenden” (Mt 6:14-15).
“Y cuando estuviereis orando” se refiere, posiblemente, a orar públicamente. Lo que importa en la oración es la actitud de nuestro corazón y nuestra mente, y conformarnos a Su Palabra. Ellos conocían la advertencia del salmista, “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado” (Sal 66:18).
Si esperamos que Dios nos escuche cuando oramos, debemos tener Su misma actitud de perdón hacia los demás. Pablo escribió, “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Ef 4:32). Posteriormente dijo, “Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Col 3:13).
¿Nos importa que Dios escuche nuestras oraciones? ¿Qué nos interesa más: Obsesionarnos con una ofensa que nos hicieron, o tener el corazón y la mente de Dios que perdona y que nos une en comunión con Él?
Si constantemente revisamos mentalmente nuestros rencores, resentimientos, aversión o amargura hacia otra persona por la causa que sea, entonces el Señor no escucha nuestras oraciones. Cuando Jesús dijo, “si tenéis algo contra alguno”, hablaba de no albergar ningún resentimiento o rencor.
Debemos tener un constante e inmediato espíritu de perdón hacia todos los que nos ofendan, de lo contrario estamos pecando peor que ellos. ¿Cuán importante es para ti que Dios te escuche? ¿Puedes perdonar todo? Piensa en lo que Cristo hizo en la cruz.
“Amado Dios, hazme consciente de cualquier ofensa que pueda causar a otros para poder confesarla y pedirles perdón antes de venir a Ti con mis peticiones.”