1 Tes. 5:17 “orad~~ sin cesar”.
Durante mis días universitarios, Dios me dio amigos que me alentaban a orar constantemente. Orábamos temprano cada mañana por las tribus y los misioneros de todo el mundo. Eran unos fervientes treinta minutos que me dejaban la sensación de haber hecho algo bueno para Dios.
Estas listas de oración las llevé a través de los años en mis Biblias, convirtiéndose en algo permanente de mi vida. Estoy tan agradecido por estos amigos fieles que me enseñaron a orar y que oraron por mí.
La fuerza que impulsa la consistencia en la oración es una feliz dependencia en Dios que reconoce nuestra insuficiencia. Mientras más creemos que podemos manejar nuestras vidas, menos dependemos de Dios. Pablo necesitaba a Dios, “gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración” (Ro 12:12).
El mandamiento imperativo de “orar” significa estar “constantemente o habitualmente en oración”. No es vivir en un monasterio, sino vivir en la presencia de Dios, hablando mentalmente con Dios, como si nuestros pensamientos fueran una conversación con Él. Cuando conocemos Su Palabra, sabemos lo que Él piensa de nuestros planes y sueños. Por lo tanto, hablamos con Él acerca de cómo aplicar Su Palabra en cada situación.
Jesús enseñó: “que siempre debían orar y nunca darse por vencidos” (Lc 18:1NTV). La oración disipa el desánimo, desilusión y depresión y es un ministerio hacia los demás: “…sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones” (Ro 1:9).
El Nuevo Testamento está lleno de ejemplos de las oraciones de Pablo por otros: “…no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad” (Col 1:9-11).
Encuentra un compañero y comienza un ministerio de oración por otros creyentes y por los perdidos del mundo. Cree que tú puedes hacer cosas para Dios a través de la oración. Es mucho más poderoso de lo que te imaginas.
“Gracias, Señor porque nunca estás lejos. Tus hijos podemos comunicarnos continuamente contigo desde donde estemos. Solo necesitamos hablar y Tú escucharás.”