Santiago 1:5 “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala~~ a Dios,el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.”
¿Cómo mantener una actitud saludable en la vida cuando todo se cae en pedazos, o cuando el sistema del mundo se vuelve contra nosotros, los cristianos?
No importa lo fuerte de la prueba, el secreto está en la sabiduría de Dios que nos enseña a pensar desde Su perspectiva.
Generalmente, dependemos de nuestra intuición y recursos cuando las cosas van bien, prácticamente, no necesitamos de Dios. Tenemos todo bajo control. Solo cuando estamos desesperados nos volvemos a Dios en oración.
Nuestra vida de oración es un buen termómetro de cuánto queremos, o cuánto debemos depender de Él. Santiago ordenó: “tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (1:2). La clave es “sabiendo” que la pers-pectiva o sabiduría de Dios da gozo.
Gozo de saber que el Todopoderoso Dios está trabajando “en” y “a través de” nuestras vidas para producir en nosotros Su carácter para que honremos Su nombre al ser como Él en medio del rechazo y la persecución.
Santiago ofrece un remedio adecuado y necesario para las enfermedades de la vida: “pide a Dios sabiduría”, no para escapar de los problemas sino para entender, porque eso motivará tu resistencia. Debemos añadir a nuestra fe, “conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, perseverancia… si estas cosas son tuyas y abundan, no serás ni estéril ni sin fruto” (2 P 1:6, 8).
Dios quiere producir hijos espiritualmente fructíferos. Debemos entender esto y convertirlo en nuestra meta y enfoque, “cueste-lo-que-cueste”. Esto es sabiduría.
“Pedir” es un imperativo presente, no es una alternativa o una posible solución, sino un compromiso obligatorio y continuo de estar pidiendo a Dios Su sabiduría.
Si nuestras pruebas no nos llevan a caminar más cerca de Dios y a comprometernos en una vida de oración más profunda. Esas pruebas, que son Su principal herramienta para enseñarnos, probablemente continuarán y/o se intensificarán hasta que seamos llevados al trono de la gracia y tengamos un “oído atento a la sabiduría” y un compromiso de nuestro “corazón a la prudencia” (Prov 2:2). Si tú estás buscando Su sabiduría, la vas a encontrar.
“Señor, necesito Tu sabiduría para vivir honrándote cada día. Estoy agradecido de que puedo pedirte mil veces al día y Tú me responderás.”