Julio 1 Parejas, no se nieguen el uno al otro

Julio 1 1Co7.5 No niega1 Cor 7:5 “No os neguéis~| el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved [subjuntivo]a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia.”

La manipulación es una táctica cruel de control. Si negarse a tener relaciones íntimas en el matrimonio no es manipulación ni desinterés egoísta, entonces puede ser un sentimiento falso de espiritualidad que ve a la relación física como una distracción, o peor aún, como una actividad carnal.

Algunos creían que la abstinencia sexual en el matrimonio era más espiritual, pero “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios” (He 13:4).

El “lecho”, refiriéndose a las relaciones sexuales, debe ser “sin mancilla” o  “puro de cualquier suciedad, santo”.

Las relaciones sexuales en el matrimonio son tan puras como la oración. Sin embargo, fuera del matrimonio son consideradas “fornicación y adulterio” y tendrán el juicio de Dios.

Dentro del matrimonio, las relaciones sexuales normales deben ser regulares.  Proveerse de satisfacción sexual mutua es un deber bíblico para los casados. Dios espera que el placer de las relaciones sexuales matrimoniales llenen completamente las necesidades tanto del esposo como de la esposa, eliminando así la necesidad de cualquier relación extramarital en fantasías, pensamientos o acciones.

Además, las mujeres tienen un deseo sexual muy diferente al de sus esposos.  Los hombres tienden a ser estimulados en una relación sexual, pero la mayoría de mujeres tiene una estimulación más lenta, requiriendo una relación de calidad: conversaciones íntimas, un sentido profundo de seguridad y sentimientos profundos de unidad. 

Los amantes verdaderos no son los de una sola noche sino las parejas que pueden mantener una relación romántica de cuarenta años o más.  Esto es bello para el Señor.

Cada miembro de la pareja debe conocer las necesidades del otro y comprometerse a llenarlas independientemente de “cómo me siento”. Por otro lado, el que tiene el impulso más fuerte puede aprender paciencia y dominio propio, esperando el momento correcto para el otro.

Anticipar la maravilla del romance es una parte emocionante del dar y recibir de una relación.  Solo las actitudes egoístas pueden arruinar el plan de Dios para la mutua satisfacción.

“Solo Tú entiendes lo extenso del amor verdadero, por eso te pido que me guíes en dar a mi esposa todo el amor que un humano pueda dar, para que así Tú seas glorificado en todo lo que podamos hacer juntos.”

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