Mat. 9:9 “Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: ‘Sígueme~~’. Y se levantó y le siguió.”
La marca de un líder es que desarrolla un plan y hace que su inversión continúe a través de quienes él entrena.
Jesús sabía que tenía solo tres años para seleccionar y entrenar a los hombres que llevarían el Evangelio a los confines del mundo. ¿Cómo lo haría?
Él no esperaba que decidan seguirle al solo escucharle predicar o enseñar una vez; sino que, proactivamente, los buscaba y confrontaba para que dejen todo y le sigan. Sabemos que fueron Doce los discípulos que lideraron en Jerusalén (Hch 6:2).
Hubo también otro grupo de 72 discípulos. Jesús nunca dejó de reclutar y entrenar discípulos. Para cuando resucitó, el número de “discípulos” (Hch 1:15) llegó por lo menos a 120, y tal vez a 500 hasta Su ascensión.
Cuando necesitaron reemplazar a Judas, los apóstoles insistieron que “haya permanecido junto a nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que fue recibido arriba, alguien que sea testigo junto con nosotros, de su resurrección” (Hch 1:21-22). Seleccionaron de los muchos discípulos que calificaban, de los cuales no sabemos nada.
¿Cómo entró Pablo al ministerio? Luego de su impresionante conversión (Hch 9:10-19), de tres años en el desierto, y de dos semanas en Jerusalén (Gal 1:17-18), regresó a Tarso. Seis o siete años más tarde, Bernabé vino a pedirle que sea su compañero en la iglesia de Antioquía (Hch 11:25-26). ¿Cómo fue con Timoteo?
Pablo lo reclutó: “tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia” (2 Tim 3:10). Pablo aprendió a hacer discípulos conociendo el método de Jesús. Debemos reclutar discípulos constantemente.
Pablo les dijo a los creyentes de Corinto, “por tanto, os ruego que me imitéis” (1 Co 4:16). Ésta se convierte en la norma entre las iglesias (Fil 3:17), “vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor” (1 Ts 1:6). Las últimas palabras de Jesús fueron “id y haced discípulos”. ¿Estamos siendo entrenados, y estamos entrenando a otros a seguir la palabra de Dios, así como lo hizo Jesús?
“Nos has instruido, Señor, para ir y hacer discípulos, y nos has mostrado cómo hacerlo. Dame el entendimiento, conocimiento y sabiduría para ayudar a desarrollar seguidores de Cristo por todo el mundo.”