1 Tim. 3:11 “Las mujeres asimismo sean~~ honestas, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todo.”
A veces la escritura griega omite el verbo principal, pero gramaticalmente se asume que es el mismo verbo anterior.
En este caso, el verbo principal está en 1 Timoteo 3:2, “Es necesario que el obispo sea…”, y luego en el 3:11 se sobreentiende que “De la misma manera, sus esposas deben ser”. Ahí se coloca el adverbio “de la misma manera” para confirmar la continuidad del mandamiento u orden.
1 Timoteo 3:11 está puesto en medio de un análisis del liderazgo de la iglesia: pastores o ancianos (3:1-7), y diáconos (3:8-10, 12-13). La mayoría de las diferentes traducciones bíblicas añaden su interpretación propia. Por ejemplo, dicen: “sus esposas deben ser” cuando el texto solamente dice “mujeres”.
No hay un artículo definido (“las”) o un pronombre posesivo (“sus”) antes de la palabra “mujeres”; es decir” que es ambiguo, y que se refiere en general a todas las mujeres en el ministerio.
La palabra traducida como “esposas” (Gr. gune) usualmente se refiere a “mujeres casadas”; y por eso se asume, aunque no necesariamente sean, las esposas de los diáconos.
Por todo el Nuevo Testamento, las mujeres son piezas claves en el ministerio de fundar iglesias.
Las mujeres que sirven deben ser “dignas”, lo que significa que deben “provocar especial respeto, ser reverentes, o de toda confianza”. Esta cualidad atrae e invita a la gente a imitar su carácter debido a su vida espiritual sacrificada y disciplinada.
Las mujeres que sirven no deben ser “calumniadoras” (Gr. diabolos), que significa “acusadoras falsas”. Deben aprender a controlar su lengua en todas las conversaciones.
Las mujeres que sirven deben ser moderadas, que significa “controladas, especialmente con respecto al vino”, o “sobrias, prudentes”. Esto significa que deberían ser libres de cualquier influencia excesiva de pasión, codicia o emoción.
Las mujeres que sirven deben ser “fieles en todo lo que hagan” –es decir que deben ser absolutamente confiables-. Dios espera que todos Sus siervos estén seriamente comprometidos con Su palabra y con Su pueblo. ¿Se te puede confiar este tremendo ministerio?
“Padre celestial, ayúdame en el esfuerzo diario de disciplinarme y ganarme el respeto dejando el pecado del chisme, murmuración, habladurías. Ayúdame a trabajar para ser controlada, confiable y fiel. Esto te dará honra y hará que mi esposo esté orgulloso y feliz.”