Heb 12:3 “Consideren,*~ pues, a Aquél que soportó tal hostilidad de los pecadores contra sí mismo, para que no se cansen ni se desanimen en su corazón.”
El desánimo es inevitable si quieres servir al Señor. Tu familia no entenderá. Tus amigos pensarán que estás loco.
Seguramente te acusarán de ser proselitista, fanático, herético, intolerante o aun cosas peores. No es fácil mantenerse fiel.
En abril del 2007, en Malatya-Turquía, cinco musulmanes entraron a un culto de Pascua pretendiendo “buscar la fe”. Fijaron una reunión para hablar de Cristo con el misionero Tillman Geske y dos musulmanes convertidos al cristianismo, Necati Aydin y Ugur Yuksel. Cuando entraron, los atacaron, los ataron a unas sillas, los torturaron por más de dos horas, los apuñalaron más de cien veces y luego les cortaron la garganta. Al escuchar lo que le sucedió a su esposo, la mujer de Tilman dijo: “les perdono porque no saben lo que hacen”.
Un misionero en la India escribió de su práctica diaria de oración, diciendo que permanece arrodillado ante el Señor hasta que “el calvario estuviese nuevamente fresco en mi memoria”. Sabía que en situaciones difíciles, peligrosas y desalentadoras nada ayuda más que reflexionar en todo lo que Jesús sufrió en la cruz.
El escritor de Hebreos ordena: “despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” Ellos habían sufrido terribles pérdidas, y les pidió “traed a la memoria los días pasados… sostuvisteis gran combate de padecimientos;… con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo;…sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos” (He 10:32-35).
Al saber que su situación no mejoraría, no necesitaban enfocarse en su dolor y pérdida sino en su compañerismo y amistad con Jesús, sufriendo con Él.
Jesús escogió no vivir bajo Su propio poder sino en obediencia perfecta a la voluntad del Padre, sin importar lo que eso signifique… y significó una cruz.
También nosotros podemos depender del Espíritu para cumplir la voluntad del Padre revelada en Su palabra. Ten valor. Jesús sufrió injustamente por nosotros. Ahora, Él nos pide que suframos injustamente por amor al mundo no-salvo.
“Señor, cuando mi mente vuelve al Monte Calvario, no puedo imaginar cómo nunca te vengaste al ser rechazado y azotado por hombres crueles. Gracias por soportar todo lo que sufriste por mí, y darme la gracia hoy de no rendirme al servir a los demás.”