Apocalipsis 3:3 “Acuérdate,~~ pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo~~ y arrepiéntete*~. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a que hora vendré sobre ti.”
Solo el libro de Apocalipsis ofrece una “bendición” especial para “el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas” (1:3).
Sin embargo, esta bendición está condicionada al deseo de entender y luego obedecer lo que el texto ordene. No es místico o mágico, sino práctico.
La iglesia del primer siglo tenía la apariencia de una iglesia cristiana, pero ya fue declarada “muerta” por Jesús (Ap 3:1), aunque quedaban pocos creyentes. La congregación estaba llena mayormente de falsos cristianos.
Esto sucede cuando la enseñanza se vuelve más social que bíblica; cuando la gente se preocupa más de la popularidad que del quebrantamiento ante el Señor; de la ceremonia, que de la fe verdadera de arrepentimiento; y de repetir credos o confesiones, que de conocer la palabra de Dios para obedecerla.
Cualquier congregación que actúa como espectadora o cumple ritos sin aplicar las Escrituras para un caminar personal y obediente con Dios, morirá espiritualmente, aunque externamente la iglesia siga existiendo. Eso sucedió con la iglesia de Sardis.
Jesús dijo que debían “recordar” lo que habían “recibido y oído” de las enseñanzas de la palabra de Dios. A finales del primer siglo, ellos necesitaban recordar las verdades de la salvación por gracia y de la santificación por obediencia.
Tenían que “obedecer”. Jesús ordenó “enseñarles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mt 28:20). No es nada bueno conocer teología sin obedecer seriamente los mandamientos. ¡Cuán a menudo pasamos por alto y desobedecemos los mandamientos por discutir diferentes teologías! Deberíamos ponernos de acuerdo en qué debemos obedecer.
Finalmente, la iglesia debía “arrepentirse” y reconocer que sus vidas no las estaban viviendo de acuerdo a las instrucciones y mandamientos de las Escrituras. Con un espíritu contrito y humillado por la manera como habían ofendido a su Salvador, ellos debían volverse de su desobediencia y seguir las enseñanzas, especialmente los mandamientos de las Escrituras.
No hacerlo trae el castigo de Cristo, el cual puede venir en cualquier momento. ¿Crees tú que Dios lo dice en serio? ¿Cómo nos evaluaría Jesús a nosotros, o a nuestras iglesias?
“Gracias, Señor, por Tu palabra y tus constantes advertencias de obedecer todo lo que Tú has mandado. Mantenme fiel en revisar y repetirme Tus instrucciones hoy día.”