1 Pedro 2:13 “Por causa del Señor someteos*~ a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior.”
Es difícil someterse a otros. No nos gusta que nos digan qué hacer.
Desde su origen, el hombre ha resistido de forma natural la sumisión a toda autoridad. Queremos ser nuestra propia autoridad. Es el actuar humano. Por eso, este mandamiento “choca” con cada instinto natural de independencia del hombre.
1 Pedro 2:13 manda, “inmediatamente decidan someterse” o “aline-arse bajo un comandante” en diferentes áreas: las parejas, mutuamente (Ef 5:21); los padres, a las necesidades de sus hijos (6:4); los creyentes, a sus pastores o ancianos (1 P 5:5); los empleados, a sus amos o jefes (Col 3:22); y, todos, a instituciones y gobiernos.
Debemos obedecer todas las leyes y respetar a toda autoridad, a no ser que nos pida hacer algo contrario a la palabra de Dios: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hch 4:19-20). “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hch 5:29).
Ser leales a Cristo no nos autoriza para rebelarnos contra las autoridades paganas impías, injustas y crueles, ni para derrocar gobiernos, peor aún en nombre del cristianismo. No hay gobierno perfecto, porque todos somos pecadores. Los cristianos debemos ser una sociedad dentro de otra sociedad.
Esta sumisión es “por causa del Señor”, porque honra el poder soberano de Dios de levantar y desechar líderes de acuerdo a Su propósito final: “no hay autoridad sino de parte de Dios” (Ro 13:1).
Respetamos a Dios al respetar a los líderes del gobierno. Ni Jesús ni Pablo defendieron manifestaciones contra la esclavitud o las injusticias y tampoco estuvieron envueltos en actos de desobediencia civil. En lugar de enfocarse en reformas sociales o políticas, Cristo se mantuvo enfocado en Su reino (Mr 1:15; Hch 1:3).
Somos “extranjeros y peregrinos” en nuestro propio país (1 P 2:11), estamos solo de paso hacia “nuestra ciudadanía que está en los cielos” (Fil 3:20).
“Someterse” es “la voluntad de Dios” para “hacer callar la ignorancia de los hombres insensatos” (2:15) y abrir la puerta para que otros escuchen el evangelio, que es nuestra principal prioridad.
“A veces, es tan difícil someterse a la autoridad, especialmente cuando son injustos. Enséñame cómo afectan mis reacciones a Tu reputación. Quiero honrar Tu nombre frente a todo aquel que sea mi autoridad, a todo nivel.”