Lucas 6:30 “A cualquiera que te pida, dale~~ y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva.”
Cuando creemos necesitar cierta meta (dinero, posición, placer o experiencias) para nuestro bienestar, seguridad, éxito o valor, cualquier obstáculo que impida lograrla será resistido con reacciones emocionales negativas y profundas.
Si creemos que el materialismo nos hará felices o exitosos, cualquier insinuación acerca de “dar” chocará con una negativa emocional. Nos hemos convertido en idólatras.
Nadie habló más acerca de dar generosamente que Jesús, porque el nivel de generosidad revela su corazón verdadero.
En Lucas 18:22 desafió al joven rico que erróneamente creía estar obedeciendo los Diez mandamientos: “Aún te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” El joven se alejó entristecido porque era muy rico y había puesto su confianza y afecto en sus riquezas. Era codicioso (décimo mandamiento) e idólatra (primer mandamiento), y no lo sabía.
Si sientes agonía al dar, ese es un síntoma del desvío de tu afecto y confianza. Si confías que Dios proveerá para todo lo que necesites –especialmente si das para las necesidades de otros- entonces, dar de tus recursos no será difícil.
Cuando la iglesia de Filipos envió una ofrenda a Pablo, él sabía cuánto sacrificio involucraba esa generosidad; por eso, escribió un principio eterno: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil 4:19).
Ese “todo lo que os falta” se refiere a lo que les falte por haber ofrendado sacrificialmente “olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (4:18).
Dios no promete proveerte cualquier cosa que necesites (o quieras), pero sí promete que no te faltará nada después de dar generosamente.
El texto dice “estén habitualmente y continuamente dando a todos los que les piden”. Obviamente, esto no sucede todos los días; pero, cuando sucede, no debería encontrar un espíritu resistente dentro de tu corazón. No se trata de si debes dar o no, sino de cuánto debes dar.
Además, debes dar sin esperar ningún reembolso, “y no pidan que se les devuelva sus posesiones.” Renuncia, y déjalo ir. Aprende a ser un dador, y disfrútalo. No te olvides: ¡Le tienes a Jesús! Regocíjate en Él.
“Es tan difícil dar continuamente de mis recursos. No dejes que crea que ser generoso es para obtener una devolución. ¡Pienso solo en mí! Hazme más como Tú.”