Lucas 6:30 “Dad~~, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir.”
Un espíritu generoso fluye de un espíritu libre y perdonador. Lucas da una serie de principios de sacrificio, cuidado y aceptación que fluyen del corazón de Dios: “¡amen a sus enemigos! Presten sin esperar nada a cambio… pues él (Dios) es bondadoso con los que son desagradecidos y perversos.
Deben ser compasivos, así como su Padre es compasivo. No juzguen… No condenen a otros… Perdonen…” (Lucas 6:35-37). Ahora escribe, “Den y recibirán” (6:38).
Este mandamiento no solo nos dice cómo responder a las injurias y perdonarlas, sino que nos pide aún más: “den” para suplir las necesidades de otros, con la promesa de una recompensa divina. Lucas declaró que si hacemos el bien (sirviendo y dando) a nuestros enemigos, sin esperar un reconocimiento, ni nada “a cambio”, entonces “su recompensa en el cielo será grande” (Lucas 6:35). El beneficio de dar es tan grande que solamente un tonto es tacaño o egoísta.
Este principio se deriva de la generosidad extrema de Dios de dar en abundancia, y tiene dos lados: una promesa y una estricta condición, igual que 2 Corintios 9:6-7: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará…”.
Nuestro texto promete: “recibirán”. No puedes perder, aunque parezca que sí. Ese sentimiento viene de tu naturaleza egoísta. Cuando meditas en la promesa y crees que Dios te repondrá “por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado…”, ese sentimiento de pérdida desaparecerá. Has depositado en tu cuenta de ahorros eterna.
Cuando conoces y crees lo que Él te ha prometido para el futuro, comenzarás a preferir que todos los reembolsos de tus inversiones sean pospuestos para cuando lo veas a Él en gloria. Si pudieras escoger, ¿Cuándo preferirías recibir tu riqueza y recompensa
? ¿Ahora, o en la eternidad, en donde las disfrutarás por siempre? Actualmente, tú estás escogiendo, lo sepas o no. La recompensa más grande será compartir toda tu riqueza con Jesús, cuando Él te diga lo mucho que apreció tu labor y tu sacrificio por Él.
“¿Confío yo en Ti? ¿De veras Tú nos devolverás, en algún momento, lo que damos ahora? Si Tú me provees, yo daré lo que tenga para los propósitos de Tu reino. Mi confianza descansa completamente en Tu provisión para mí.”