Ef. 5:25 “Maridos, amad~~ a vuestras mujeres así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella.”
Las relaciones humanas empezaron entre un esposo y una esposa. No tuvieron entrenador sino a Dios, ni falsas ideas sino las de Satanás.
El engaño de Satanás les prometía gratificación inmediata que, según él, cubriría sus anhelos más profundos. Solo les trajo amargura, desilusión, aislamiento y pérdida de comunión con Dios. Todos sufrimos las consecuencias de esta decisión egoísta.
Satanás sedujo a Eva a creer que Dios no estaba interesado en sus necesidades. Luego les dijo que no morirían si desobedecen, porque Dios no cumpliría Su palabra. Finalmente, Eva pensó que solo serían felices si ignoraban el camino de Dios y seguían las falsas promesas de Satanás.
Dios confrontó a Eva diciéndole: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos” (Gn 3:16), por eso Él cambió físicamente a la mujer, de manera permanente.
Además le dijo, “Tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Gn 3:16). Suena romántico, pero es parte de una maldición, consecuencia del pecado. La traducción correcta es: “desearás controlar a tu marido”. Así como Eva manipuló a Adán para tomar del fruto prohibido, su naturaleza (y la de toda mujer) fue cambiada para desear controlar y manipular a otros.
En Gé 4.7 la misma frase es utilizado para mostrar como Caín fue el “deseo” de la personificación del “pecado,” Satanás, para manipularle a matar a Abel.
El impulso natural de la mujer es hacer todo a su manera, lo cual trae muchos conflictos. Inconscientemente, toda mujer intenta controlar y manipular a su esposo, y él intenta dominar a su esposa por medio de intimidación y amenazas prohibidas (Marcos 10:42-45).
La única esperanza es reconocerlo y resistirlo: La esposa debe aprender a someterse y a tener respeto por su esposo (Efesios 5:24), y el esposo debe aprender a someterse mutuamente en el temor de Dios (Efesios 5:21) y cuidar de su esposa “como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella”.
El esposo debe comprometerse a satisfacer incondicionalmente las necesidades de su esposa. Así como Cristo se derramó a Sí mismo por otros, el esposo debe darse a sí mismo en sacrificio personal por su esposa. ¡Es la única forma de amar! ¿Lo harás?
“Es difícil imaginar Tu amor por la iglesia, el cual Te costó darte a Ti mismo por ella. Haz que sacrificarme por mi esposa sea una reflexión de Tu amor por la iglesia.”