1 Pe. 3:7 “Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”
Cuando la única información que tienen las parejas cristianas en cuanto al matrimonio es lo que observan en sus familias o en los medios, están mal preparados para tener una relación saludable.
En 1 Pedro 3:7, “vivid con ellas” se refiere de nuevo a las esposas de los versículos 3-6. “Igualmente” o “de la misma manera” es una conjunción que une este versículo con los anteriores: que los maridos deben someterse y servir a sus esposas, y sus esposas deben someterse a las necesidades de sus maridos.
La responsabilidad del esposo es “vivir con ella” íntima, mutua y satisfactoriamente. La clave de este éxito es vivir “sabiamente” (“conocimiento claro y exacto”, no lo que piensas o sientes). Se convierte en responsabilidad del esposo conocer a su esposa. Las mujeres son diferentes de los hombres en sus intereses, motivación sexual, conceptos de romance, prioridades y fuente de satisfacción.
Los hombres no solamente necesitan entendimiento, sino que deben “estar continuamente dando honor a su esposa”. Pedro quiere que entiendas que debes amar a tu esposa. “Honor” significa “monto en que se valora, respeta, estima a alguien”. Honor se da a Cristo, a las altas dignidades, así como también a la esposa.
El marido debe hacerla sentir como la persona más importante de su vida. “Como a vaso más frágil” no implica que espiritualmente o intelectualmente hay algo inferior en las mujeres; el significado es principalmente físico y tal vez emocional. Por eso los esposos deben ser protectores, cariñosos, y deben proveer para sus necesidades.
La pareja debe alegrarse por ser “coherederos de la gracia de la vida”, no de la gracia de Dios, sino del regalo especial de Dios para la humanidad. Es la unión más rica en esta vida, que funciona únicamente cuando se siguen los principios del Creador.
Finalmente, nuestra intimidad con Dios no es mejor que nuestra relación con otros creyentes, especialmente con nuestra esposa. Ignorar las instrucciones de Dios en tu matrimonio, traerá serias consecuencias: “para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. Vale la pena tomar en serio la palabra de Dios.
“No lo hiciste fácil al unir en matrimonio a dos personas imperfectas y diferentes. Dame la habilidad de entender a mi esposa y saber cómo cubrir sus necesidades y aceptarla tal cómo Tú la hiciste.”