Junio 6. No se quejen

Junio 6 1Co10.10 Murmurar1 Cor 10:10, “Ni murmuréis~|, como algunos de ellos murmuraron, y perecieron por el destructor.”

La vida no es perfecta, ni lo son las circunstancias en la tierra.  La gente suele pensar que merece ser tratada mejor o que merece tener más de lo que tiene. 

Cuando las expectativas no son satisfechas, la tendencia humana es a quejarse.

Nuestro texto habla de cuando los israelitas estuvieron en el desierto después de salir de Egipto. Eran tiempos difíciles, pero quejarse solo los empeoraban.

Moisés escribió: “Pero de los más de ellos no se agradó Dios” (1 Co 10:5). De casi un millón de hombres, solamente dos, Josué y Caleb, sobrevivieron los cuarenta años en el desierto antes de entrar a Canaán.

A pesar de los milagros diarios para proveer sus necesidades básicas, los israelitas no querían ser agradecidos, contentos  ni obedientes.  Por eso fueron “descalificados” (1 Co 9:24, 27) de ser útiles para los propósitos de Dios.  Parece ser que los Corintios siguieron su mal ejemplo.

El mandamiento era “dejar de quejarse”, o dejar de “murmurar, gemir o gimotear”. No se refiere a expresiones casuales de disgusto, sino al disgusto de acampar constantemente y al descontento y auto compasión por ser “víctimas” sobre quienes Dios había puesto una carga demasiado difícil. 

Los israelitas sintieron que Dios había sido injusto con ellos.  Mientras eran esclavos en Egipto ellos soñaban con una vida de privilegios.

Pablo se refiere al incidente de Números 16, cuando Dios destruyó a un grupo con un terremoto y luego a otro grupo con un rayo de fuego (Núm 16:32-35). Como Dios estaba muy disgustado con sus quejas, envió una plaga que mató a 14,700 personas.

Si creemos que Dios providencialmente arregla las circunstancias de nuestra vida, entonces debemos aprender el contentamiento, agradecimiento y sabiduría para dejarle usar nuestras vidas como crea conveniente.  Él no comete errores.

Si la boca expresa la abundancia de nuestro corazón (Mt 12:34), entonces las quejas revelan que el corazón está lleno de insatisfacción y desconfianza. Este es un pecado que Él no toma a la ligera. ¿Puedes agradecer hoy al Señor por tus tribulaciones y por tus bendiciones?

“Cuando pienso cuánto debe dolerle a Tu corazón escuchar las quejas de Tus hijos, quiero ser una voz que diga “Gracias, Señor” por todo lo que sucede en mi vida.  Que mi corazón sea  un estímulo refrescante para Ti.”

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