Santiago 2:1 “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas~|.”
La justicia y la equidad no han sido la regla en el mundo. Cambiamos nuestras perspectivas morales cuando aprendemos las cualidades de Dios.
De Sus muchos atributos a imitar (justicia, gracia, amor, misericordia, fidelidad, bondad, etc.), la imparcialidad es básica en las relaciones humanas.
Tendemos a clasificarnos o categorizarnos por cómo nos vemos: nuestras posturas, vestido, inteligencia, raza o etnia; y, especialmente, por las demostraciones de éxito, bonanza y poder (posesiones y posiciones).
Generalmente, clasificamos a la gente para determinar egoístamente con quién quiero asociarme, a quién puedo usar, a quién necesito para impresionar, o quién me puede ayudar a lograr mis metas.
Dios se reveló a Sí mismo como “Dios de dioses… que no hace acepción de personas, ni toma cohecho” (Dt 10:17). “Hacer acepción de personas en el juicio no es bueno” (Prov 24:23).
El Antiguo Testamento finaliza describiendo la infidelidad de Israel: “Por tanto, yo también os he hecho viles y bajos ante todo el pueblo, así como vosotros no habéis guardado mis caminos, y en la ley hacéis acepción de personas” (Mal 2:9).
El Nuevo Testamento reveló el concepto del cuerpo de Cristo, donde todos los miembros participan igualmente del Espíritu de Dios y están unidos entre sí. Sin embargo, el prejuicio y favoritismo impidió el avance del evangelio durante años.
Los gentiles fueron virtualmente excluidos de la Iglesia Cristiana Judía (Hechos 11:19 hasta capítulo 15, 49 años DC). Pedro le predicó a Cornelio que “en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hch 10:35), pero lo que sentía fue más fuerte que lo que sabía.
Santiago condena fuertemente el exclusivismo y parcialidad dentro y hacia fuera de la iglesia porque contradicen el carácter de Dios. Tenemos que ver a otros tal como Cristo los ve: necesitando un Salvador. Jesús enseñó, “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio” (Jn 7:24).
¿Cuán abierto eres para aceptar a otros que no son de tu grupo? ¿Amas a toda la gente de toda raza?
“Es fácil juzgar a las personas y categorizarlas como inferiores o indignas. ¡Que aprendiera a pensar en la gente como Tú lo haces, sin rechazarla o criticarla! Ayúdame a ver a las personas como Tu creación y a valorarlas por lo que son, aunque sean diferentes.”