Marzo 19. Confronten al hermano que está en desobediencia.

Mateo 18:15-17 “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve~~ y repréndele*~ estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo*~ a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo*~ a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle~~ por gentil y publicano.”

La iglesia es un ministerio mutuo que incluye exhortar, amonestar, alentar, instruir, amar, edificar, cuidar, someterse a, amarse y confesarse mutuamente las faltas o pecados. Necesitamos estar abiertos a la exhorta-ción de los hermanos creyentes.

La excusa para tolerar el pecado puede ser porque aplicamos equivocadamente la declaración de Jesús, “No juzguéis, para que no seáis juzgados” (Mt 7:1). Si un “hermano peca”, es decir, desobedece los mandamientos de las Escrituras, necesita que otro creyente le confronte humildemente, directamente y en privado. El objetivo es restaurar al ofensor (Gá 6:1-4). Debemos confrontar al creyente desobediente lo más pronto posible.

La palabra “reprender” significa “traer a la luz o exponer”. Puede ser que la persona desobediente no conozca el mandamiento que ha transgredido. Si se le amonesta en privado, con un espíritu de amor y confianza, es muy probable que haya un cambio de corazón e inclusive se forme un lazo fraternal más íntimo.

Para que no existan malentendidos, si la persona se rebela o se rehúsa a obedecer, entonces quien le confronta debe regresar con uno o dos testigos, cada uno con un espíritu de humildad. Si el creyente desobediente continua siendo rebelde a la Palabra, entonces, y solo entonces, se debe hacer pública la conducta pecaminosa frente a la congregación: “A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman” (1 Tim 5:19-20).

Después de este tercer intento de animarle a obedecer, Dios le dice a la congregación: “Tomen nota de quienes rehúsan obedecer lo que decimos en esta carta.  Aléjense de ellos, para que se avergüencen.  No los vean como enemigos, sino que llámenles la atención como lo harían con un hermano” (2 Ts.3:14-15). Este es el “amor firme”.

Señor Jesús, porque Tu Espíritu Santo vive en mí, yo sé que Él me guiará cuando busco usar Tu palabra para ayudar a otros a seguirte a Ti.  Lléname con Tu amor y humildad para que Tu Espíritu trabaje en mí y corregir a los hermanos creyentes que pueden estar pecando contra Ti y contra otras personas.”

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