2 Corintios 6:13, “Pues, para corresponder del mismo modo -como a hijos hablo- , ensanchaos*~ también vosotros.”
2 Corintios 7:2, “Hagan lugar *~ para nosotros en su corazón; Admitidnos: a nadie hemos agraviado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos engañado.”
Pablo describió su ministerio sacrificial y peligroso para ellos en 2 Corintios 6:4-10. Cuando Pablo habla de su actitud hacia los Corintios, él escribe “nuestro corazón está abierto a ustedes” (6:11) diciendo así que él les amó a ellos independientemente de cómo ellos le correspondían. Pablo desarrolla su pensamiento: “pero ustedes nos han negado su amor” o mejor aún, “no hay falta de amor de nuestra parte” (2 Co 6:12NVI). Pablo no deja
ba que a los Corintios “se los eche fuera” de su afecto por no ser correspondido. Obviamente el corazón de Pablo esperaba una respuesta recíproca, “Les pido que respondan…” (2 Co 6:13). Aparentemente mostraban poco aprecio por los sacrificios que Pablo hacía por ellos. La regla para una iglesia es amar a sus líderes de la misma manera como ellos aman a la iglesia.
Pablo nuevamente demuestra su amor por los Corintios al no rechazarles o hacerles sentir mal; al contrario, él establece un principio: que tal como alguien que se sacrifica por su congregación, él también debería recibir el aprecio de ellos.
El mandamiento aoristo significa “inmediatamente decidirse a abrir sus corazones.” Aunque fue dirigido a los Corintios en la relación hacia su pastor, que era Pablo, el principio trasciende los siglos y se aplica hoy a nosotros.
Tan importante es este mandamiento, que lo repite en 2 Corintios 7:2, “Por favor, ábrannos su corazón.” Este es el modelo para las iglesias en cualquier lugar. Siempre debe haber una expresión recíproca de aprecio y afecto.
Sin embargo, a pesar de su respuesta, el cariño de Pablo hacia el pueblo de Dios no cambiaría. Su corazón y sacrificio por ellos no serían afectados. Ése es el amor de Dios en la vida de Pablo.
Debemos aprender a amar independientemente de la respuesta que recibamos, pero lo ideal sería que la respuesta sea recíproca. La gracia y la cercanía de Dios pueden hacer la diferencia.
“Amado Señor, ya que Tú nos has ordenado que nos amemos los unos a los otros, seguro somos capaces de hacerlo. Ayúdame a entender cómo abrir ampliamente mi corazón hacia mi familia Cristiana.”