Lucas 6:42 “¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano, déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga que está en el ojo tuyo? Hipócrita, saca*~ primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano.”
La gente parece que tiende a minimizar sus propios pecados y a maximizar los de los demás. Cuando sea que tú busques advertir a otra persona que deje de perseguir una conducta pecaminosa, debes entender que esa persona que buscas ayudar podría fácilmente ver una falla en tu propia vida como una viga o un tronco mientras mira su pecado tan solo como una astilla.
Este texto es obviamente una hipérbole, una declaración exagerada, así que nosotros debemos aplicarla primero a nuestras vidas personales antes de intentar ayudar a otros.
Todos cometemos pecados. Juan escribió en su Primera Epístola que quien no admite sus propios pecados se engaña a sí mismo, y “la verdad no está en él” (1 Jn 1:8). Este es un síntoma de una persona no salva –es decir, alguien que no conoce las enseñanzas bíblicas en cuanto al pecado.
Su enfoque es tan crítico hacia otros que ni siquiera pierde el tiempo en examinar su propia desobediencia. Ignoran los mandamientos que no les convienen, especialmente aquellos que hablan de actitudes de servicio, misericordia, amarse los unos a los otros y no juzgar a los demás, todo el tiempo criticando y difamando a quienquiera que no siga su paquete de reglas.
Uno de los placeres de enseñar es tener la oportunidad de investigar las Escrituras para determinar su significado, y luego aplicar ese mismo principio a tu propia vida con un compromiso en oración.
Esto puede llevarle, a quien estudia, a un arrepentimiento, una reconciliación o una restitución de acciones hechas en el pasado antes de que ese maestro tenga un sentimiento de libertad para enseñarlo a otros.
Quienquiera que desee piedad o santidad debe buscar constantemente las Escrituras para conocer los mandamientos y ajustar su vida a una dependencia transparente en el poder de Dios para obedecerlos. La realidad es que todos estamos luchando juntos para vencer el pecado. No debemos disparar a nuestros heridos.
“Renueva un espíritu correcto dentro de mí, amado Señor, y recuérdame revisar mi propio corazón antes de tratar de corregir o enseñar Tus caminos a otras personas.”